90? Aniversario de la Marcha de la Sal
La sal
Sólo los británicos podían beneficiarse de los ingresos procedentes de la posesión de este mineral, que era esencial en la dieta del país, mientras que los trabajadores no podían ni producirlo, ni recogerlo en las playas de sal.
La Marcha de la Sal tuvo lugar durante 24 días, del 12 de marzo al 5 de abril de 1930 contra el impuesto sobre la sal, sobre el que existía un monopolio imperial absoluto, impuesto por el Gobierno británico a todos los súbditos de la India, incluidos los residentes europeos.
Consistió en una marcha de más de 300 kilómetros a pie desde Ahmedabad hasta Dandi, en el estado de Gujarat, en el Océano Índico, con el objetivo de recoger un puñado de sal de las salinas, reclamando simbólicamente la posesión de este precioso recurso al pueblo indio.
La víspera del inicio de la marcha, Gandhi se dirigió a miles de personas, invitándolas a continuar la lucha sin recurrir nunca a la violencia. Un himno a la libertad contra la opresión del estado a través de los impuestos y la coacción. A los 78 que partieron junto a él, se añadieron otros miles, al punto que cuando se le pidió al ejército que dispararan a la multitud, los oficiales se negaron.
La resistencia pasiva
El ayuno, la no violencia, la resistencia pasiva y el rechazo a obedecer las leyes equivocadas guiaron los pasos de los miles que en la rivera del mar recogieron la sal en sus recipientes.
La policía llevó a cabo redadas masivas. Pero los indios permanecieron tranquilos a pesar de las palizas y los arrestos...Dejándose golpear con palos y cartuchos de rifles sin agacharse y obedecer, los indios demostraron que el poder de Inglaterra estaba en declive y que la India era ahora invencible. Sólo se necesitaba más tiempo (de Ines Belski Lagazzi, Gandhi - La forza della nonviolenza, Turín, Ediciones Paulinas, 1993).
Sólo se necesitaba más tiempo
La marcha terminó con el arresto de más de 60.000 personas ese año, entre ellas Gandhi, tanto que el sistema carcelario anglo-indio, que no tenía suficientes plazas, estaba en problemas, pero la opinión pública estaba a favor de la independencia de la India. Sólo se necesitaba más tiempo.
El virrey, reconociendo su impotencia para imponer la ley británica, a menos que se utilizara ampliamente una represión violenta, con el riesgo de que esta reacción quitara a los británicos todo crédito ante los indios, cedió a las peticiones de Gandhi, liberó a todos los prisioneros y, presionado por las circunstancias, reconoció a los indios el derecho a recolectar ellos mismos la sal.
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