Frontera EEUU é澱. No hay una disposición seria para resolver el problema de fondo
Griselda Mutual - Ciudad del Vaticano
Sigue basculante la situación de los migrantes en la frontera de Estados Unidos y México. De hecho la orden ejecutiva de Trump del pasado 20 de junio establece que los niños no serán separados de sus padres en la frontera, aunque éstos seguirán siendo procesados por vía criminal. Es decir, los niños permanecerán con sus padres en los centros de detención por toda la duración del proceso de sus padres. Como es evidente, se trata de una política que no resuelve la situación de las familias migrantes, que se encuentran en vilo debido a la ausencia de una legislación que resguarde y vaya al encuentro de los derechos de todos.
Antes de mayo el Gobierno de los Estados Unidos presentaba cargos por vía civil contra los inmigrantes irregulares, lo que les permitía ser puestos en libertad hasta que los jueces tramitaban sus peticiones de asilo y, por lo tanto, permanecían junto a sus hijos fuera de los centros. A partir de entonces, en el marco de su política de “tolerancia cero” el presidente estableció que todos los inmigrantes que atravesasen irregularmente la frontera desde México, serían imputados por actos criminales, con la consiguiente detención durante el proceso, y por lo tanto la separación de sus niños.
Ante el clamor internacional suscitado por tal aberración, la semana pasada el presidente Trump firmó una orden ejecutiva para que los niños permanezcan detenidos junto a sus padres: un decreto que, sin embargo, viola el Acuerdo de Flores del año 1997, que prevé que los menores no pueden permanecer en los centros de detención por más de veinte días. Según los especialistas, al poner como vías de solución dos únicas opciones, o los padres – que son imputados por hechos criminosos en vía penal - quedan detenidos con sus hijos, o quedan detenidos sin ellos, el presidente de EEUU busca que haya acuerdo en el Congreso para sacar adelante una nueva legislación migratoria más restrictiva.
En este marco, no tardó la acción de las organizaciones eclesiales integrantes de la Red Latinoamericana y Caribeña de Migración, Refugio y Trata de Personas, (Red CLAMOR) quienes la semana pasada realizaron un llamamiento al Congreso de los Estados Unidos de América pidiendo la aprobación de una ley que garantice a las familias de los migrantes, sin importar su condición legal, que puedan permanecer unidas.
Asimismo, la reunificación de los niños que ya han sido separados de sus padres continúa pendiente. El Arzobispo de Tijuana, México, Mons. Francisco Moreno Barrón, clarificó la situación a Pope.
No hay disposición para resolver el problema de fondo
Mons. Francisco, ya la comunidad internacional está informada de los últimos eventos en materia de política fronteriza, con la firma de la orden ejecutiva de Trump para evitar la separación de los niños en la frontera. Aún falta la aprobación del congreso. ¿Cómo se perfila la situación para el futuro próximo?
En esta frontera norte de México, la más movimentada del mundo, vivimos de cerca este proceso y estamos conscientes del doloroso sufrimiento que ha implicado para familias enteras, y particularmente para los niños, esta política migratoria "tolerancia cero" que atenta contra la dignidad y derechos humanos, y que impacta en modo especial a los pequeños. Ahora mismo, sabemos que en las últimas semanas fueron separados de sus padres más de dos mil trescientos niños.
El presidente Trump firmó el pasado 20 de junio una orden ejecutiva para detener la polémica medida ante la creciente presión nacional e internacional, y que se venía implementando desde abril en la frontera.
La nueva orden establece que las detenciones en la frontera seguirán, pero ahora sin la separación de niños y padres. Queda pendiente la reunificación de los niños ya separados de sus padres, lo cual no se ve claro.
Nosotros creemos que no hay ninguna decisión sólida y definitiva al respecto, porque ha sido muy cambiante la actitud y los comentarios del gobierno. No podemos nosotros confiarnos hasta que no se legisle y garantice el bienestar de las familias migrantes y particularmente de los niños.
A la frontera llegan continuamente migrantes o pasan rumbo a los Estados Unidos, provenientes de distintos estados de la república mexicana y de los países centroamericanos, otros llegan deportados y muchos más llegan expulsados en el punto de expatriación.
Se dice que inclusive el presidente Trump ha solicitado una modificación del acuerdo de flores del 97 para permitir la detención de familias con menores hasta que terminen los casos criminales por los cuales han sido acusados, por más de los veinte días establecidos por este acuerdo. ¿Qué opinión le merece esto?
Esta solicitud del presidente manifiesta que no hay una disposición seria para resolver el problema de fondo. El hecho es que sigue habiendo muchas familias que están sufriendo las consecuencias de la desintegración familiar y estas acciones inhumanas y discriminatorias marcarán de por vida a los menores.
Tenemos como Iglesia que orar y hacer lo que esté a nuestro alcance para remediar esta situación. En esta frontera de Tijuana-San Diego existen casas del migrante, albergues, comedores y otras modalidades de acogida y atención a los migrantes, entre ellos a los niños.
En diálogo con el obispo de San Diego, él estaba dispuesto a poner en su diócesis un centro de acogida que dependiera de la diócesis, para que estuvieran allí las madres con sus hijos. Ellos recibirían toda la atención de la diócesis, un gasto menos para el gobierno norteamericano, pero es necesario la aceptación del gobierno. De esta manera la Iglesia no sólo levanta la voz, sino que da signos de solidaridad y compromiso cristiano.
¿Sabe si ha habido alguna respuesta a la petición del obispo de San Diego?
Este tema en particular ellos le dan seguimiento. En este momento no sé qué condición guarda esto, nosotros de este lado de la frontera estamos atendiendo en lo que está a nuestro alcance esta realidad. Tijuana es una diócesis con rostro migrante, porque aquí más del ochenta por ciento de la población somos migrantes y esto nos hace más sensibles a esta realidad y a dar una respuesta de amor efectivo a nuestros hermanos migrantes.
Hay muchas expresiones de solidaridad para con ellos, no sólo en la iglesia católica, también en otras comunidades cristianas e incluso con iniciativas particulares, de modo que, gracias a Dios, hay una amplia atención, una actitud de acogida bastante significativa en esta frontera para con los migrantes. Por eso afirmamos que somos una iglesia orgullosamente migrante, y nos esmeramos en descubrir el rostro sufriente de Jesús en ellos.
Frente al muro de la ignominia, la unión de los pueblos
Sobre la marcha de la ternura, ha sido un gran paso esta misa binacional en la frontera Tijuana - San Diego, destinada a concientizar y a promover acciones por los niños de todo el continente. En esta misa ustedes hablaron también del tema de los niños separados de las familias. ¿Cómo prosigue este camino de concientización?
Esta caminata continental inició el día ocho y la celebración de la Santa Misa fue el sábado nueve de junio, justamente allí en la frontera donde está el muro y donde da inicio América Latina. Por un lado del muro estábamos inaugurando esta Caminata Continental Huellas de Ternura, y por el otro lado del muro, a un metro, estaba el obispo de San Diego, EE.UU. Robert Walter McElroy, celebrando también la Eucaristía. Fue un signo muy sencillo pero muy significativo. Los organizadores de esta caminata, que son el CELAM, Worldvision, la Federación Internacional Fe y Alegría y Cáritas Latinoamericana, quisieron que iniciara aquí en Tijuana, en esta frontera norte, y vimos conveniente invitar al Obispo de San Diego para que, a través de este signo también se integraran los EE.UU. y Canadá, de manera que fuera realmente la caminata continental, que como sabemos irá por varios países hasta llegar el año entrante a la Patagonia. Concelebraron esta Eucaristía el Arzobispo de Yucatán Mons. Gustavo Rodríguez Vega, presidente del Departamento de Justicia y Reconciliación y el Sr. Obispo Juan Espinoza, Secretario General del CELAM.
Esta iniciativa se une a muchas otras que han habido a favor de los niños, con el acento en la ternura, que es algo muy original del Papa Francisco. Nosotros queremos valorar respetar y promover a todos los niños, lo cual no es otra cosa sino lo que el Papa ha dicho: hay que acogerlos, protegerlos, promoverlos e incorporarlos. Estos son como grandes lineamientos, que hemos de incorporar a nuestra praxis pastoral.
Esta celebración fue un signo sencillo y emotivo frente al muro de la ignominia. Yo resaltaría la presencia de los niños y niñas, que hacían presentes a todos los niños de América en su condición particular. Esta caminata de la ternura promueve actitudes de ternura, que son una expresión de amor, hacia todos los niños de este continente en la situación en que cada uno se encuentre, y pone la mirada también en los niños migrantes que viajan acompañados de sus papás, solos o acompañados de otras personas, con los consiguientes riesgos que eso implica. Esta caminata pone los ojos en todos los niños, y busca que las personas, la familia, la iglesia, instituciones y gobierno, hagamos conciencia de nuestro deber de garantizar condiciones de vida que les permitan desarrollarse armónicamente. Para la Arquidiócesis de Tijuana el ser anfitriones de este acontecimiento nos compromete a valorar nuestra identidad migrante y a impregnar la vida de nuestras familias, iglesia y sociedad de huellas de ternura hacia los niños.
Es necesario tender puentes y garantizar un trato digno a los migrantes
Excelencia, ustedes que tocan con mano las historias de los migrantes, que dejan sus hogares debido a las condiciones de empobrecimiento, de violencia muchas veces. ¿qué significa para ellos este muro fronterizo?
Yo percibo en sus rostros, en sus palabras y sufrimientos que significa una afrenta, un ataque directo a su dignidad y un obstáculo a la integración familiar Esto es una realidad mundial, pero el acento ahora se ha puesto en las fronteras de EE.UU. y México, debido a las políticas migratorias de tolerancia cero del gobierno norteamericano, lo cual a todos nos debe cuestionar fuertemente. Nosotros a diario observamos con indignación cómo se está levantando ese muro que atenta contra la relación entre los pueblos. Hoy lo que menos necesita el mundo son muros que nos separen, necesitamos, más bien, tender puentes de amistad y ayuda solidaria.
Sin embargo no debemos caer en el pesimismo y necesitamos mirar con esperanza el futuro. En oración constante, confiemos que las decisiones que se siguen tomando en torno a este delicado asunto, desemboquen en una legislación que garantice un trato digno a las familias migrantes y especialmente a los niños.
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