La Iglesia en é澱 apoya a los indígenas de Chiapas
Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano
Miles de desplazados pertenecientes a la comunidad indígena de Chiapas, México, abandonaron sus hogares amenazados por los grupos armados a causa de los conflictos por la división de las tierras, cruzando las zonas de los bosques donde las bajas temperaturas durante la noche pueden ser letales para la mayoría.
La situación empeora cada día en la región chiapaneca, una de una de las más pobres de México, entre los municipios de Chalchihuitán y Chenalhó.
La Iglesia mexicana ha mostrado desde el inicio su total apoyo a la comunidad afectada, y el padre Marcelo Pérez, un sacerdote indígena, es la voz de “estos sin voz y sin derechos”. Así lo escuchamos en una de sus entrevistas concedidas desde que surgieran los primeros enfrentamientos y amenazas.
Son pobres, víctimas de un conflicto por una división de fronteras querida por las autoridades locales que ha reavivado la violencia en esta humilde comunidad. Las extremas condiciones de pobreza ya se han cobrado las primeras víctimas mortales: diez muertes por hambre y frío en los días que precedieron a la Navidad. Entre ellos cuatro niños, un recién nacido.
El origen del conflicto
Por disputas en cuanto a los acuerdos fronterizos, surgidos en 1973 tras la inadecuada intervención de la Secretaría para la Reforma Agraria, los grupos armados crearon un clima de terror en la comunidad de Chalchihuitán, causando el desplazamiento forzado de personas que se encuentran en un estado precario, como explican desde la diócesis de San Cristóbal de Las Casas.
“Nos asombra la impunidad con que los grupos armados pueden actuar, frente a lo cual ni la policía ni el ejército han podido actuar para prevenir la violencia, ni desarmar a quienes ejercen el control del territorio y la población con miedo”, explica el obispo Felipe Arizmendi Esquivel, quien asegura que como personas de fe, “consideran que los valores fundamentales son la vida humana, la justicia y la paz, así como el respeto de los derechos violados, con graves consecuencias para la situación de las personas desplazadas, especialmente niños, niños, mujeres embarazadas y ancianos ".
La esperanza de encontrar una solución
Según han informado fuentes locales, casi cuatro mil personas han ya regresado a Chalchihuitán, aunque otras 1.160 permanecen en el bosque por temor a sufrir violencia.
El padre Marcelo ha explicado que continúan los disparos, y el acceso a algunas de las principales rutas han sido bloqueados. “Hablamos de casas y campos saqueados... destrozados, donde los frijoles y el maíz que fueron cultivados, han sido devastados”, añade el sacerdote.
Se teme que este conflicto armado tenga consecuencias muy graves, veinte años después de la masacre de Acteal, cuando cuarenta y cinco personas, todas pertenecientes al grupo pacifista "Las abejas", fueron asesinadas en la iglesia parroquial de las montañas de Chiapas, en la región conocida como Los Altos. Un grupo paramilitar mató a los fieles reunidos en oración en la iglesia. Todos eran nativos de etnia tzotzil.
Con la esperanza de poder evitar una nueva tragedia de tal magnitud, se espera la ayuda humanitaria en la región y, sobre todo, que el gobierno establezca las reglas para una coexistencia pacífica entre las comunidades enfrentadas.
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