CEI: nada de juegos a la baja al final de la vida
Pope
La «primera tarea de la comunidad civil y del sistema sanitario es asistir y curar, no anticipar la muerte», así se posiciona la presidencia de la Conferencia Episcopal Italiana en una nota aprobada en su reunión de ayer. En nombre de la Conferencia Episcopal Italiana, la presidencia expresa «su preocupación por las recientes iniciativas regionales sobre la cuestión del final de la vida. La más reciente, la aprobación en los últimos días de la ley sobre el suicidio médicamente asistido por parte del Consejo Regional de Toscana».
La asistencia y los cuidados como prioridad
Como reiteró la Conferencia Episcopal del Triveneto en el 2023, la asistencia y los cuidados son la prioridad del sistema sanitario y ¨C citando lo dicho también por los obispos de Emilia-Romaña en 2024 ¨C «procurar la muerte, directamente o mediante el suicidio médicamente asistido, está radicalmente en contradicción con el valor de la persona, con los fines del Estado y con la propia profesión médica».
No a la polarización y a la instrumentalización
Por ello, la presidencia de la Conferencia Episcopal insta a no hacer de este asunto «un elemento de polarización política y de opinión pública, sino a tratarlo como una oportunidad para una reflexión profunda desde la propia concepción del progreso y de la dignidad de la persona humana», como también precisaron este mismo año los obispos de Toscana.
Para ello, la presidencia de la Conferencia Episcopal espera «un amplio debate parlamentario que represente al país y las necesidades reales de sus ciudadanos».
El nudo de los cuidados paliativos
«Esperamos, por tanto, que en el actual marco jurídico-normativo ¨C reza la nota ¨C consigamos, a nivel nacional, intervenciones que protejan la vida de la mejor manera posible, promuevan el acompañamiento y los cuidados durante la enfermedad, y apoyen a las familias en situaciones de sufrimiento».
Reiteramos, además, que la ley sobre cuidados paliativos aún no se ha aplicado plenamente: debe garantizarse a todos, de manera efectiva y uniforme en todas las regiones, porque representa una forma concreta de aliviar el sufrimiento y asegurar la dignidad hasta el final, así como una alta expresión de amor al prójimo. No puede haber polarizaciones ni juegos a la baja sobre la vida. La dignidad no termina con la enfermedad o cuando falla la eficacia. No es cuestión de ensañamiento, sino de no perder humanidad.
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