Peregrinos jubilares de ?vreux tras las huellas de Pedro y Pablo
Jean-Benoît Harel y Lorena Leonardi ¨C Ciudad del Vaticano
La emoción de recorrer paso a paso veinte siglos de historia cristiana, desde las catacumbas hasta San Pedro, en busca de un tesoro que adquirir y transmitir a quienes más lo necesitan: la esperanza. Así es como Christine y Pascal, casados desde hace 37 años y padres de tres hijas, peregrinos franceses en Roma con su diócesis, Évreux, viven el Jubileo del lunes 13 al viernes 17.
De una perspectiva local a un horizonte universal
Acompañados por cuatro sacerdotes, junto con los demás fieles de Normandía han atravesado ya las puertas santas de dos basílicas papales y realizarán la peregrinación de las Siete Iglesias concebida por San Felipe Neri. Ayer se han reunido con el Papa Francisco en la audiencia general, culminación de una «experiencia espiritual» que, desde una perspectiva local, abarca un horizonte universal.
«Ver a todos estos jóvenes en la audiencia es una gran alegría ¨C confiesa Christine ¨C y me hace pensar que hemos heredado una historia que continuarán las generaciones futuras. Me impresiona la idea de formar parte de una historia, me impresiona pensar que por donde nosotros caminamos, caminaron los santos apóstoles Pedro y Pablo, y que hoy el mensaje del Evangelio sigue transmitiéndose y difundiéndose».
Lo esencial es amar y servir
Comprometidos desde hace años en el servicio caritativo a los enfermos de Lourdes, Christine y Pascal sienten que «no se limitan a la acción, sino que ésta se basa en lo que pide Jesús: amar y servir, eso es lo esencial, especialmente a los más pequeños, los enfermos o los discapacitados».
En el santuario mariano donde son voluntarios, la esperanza es la protagonista absoluta: «La recibimos tanto de Dios como de las personas a las que acompañamos: así se alimenta nuestra fe y nuestro deseo de seguir sirviendo».
Una unidad que hay que vivir concretamente
La experiencia de estos días fue una ocasión de gratitud para Paola Auclaire, directora de comunicación de la diócesis, en peregrinación con una intención especial por sus padres, ya fallecidos. «A menudo digo ¨C continuó ¨C que la comunicación necesita encarnarse, no podíamos dejar de estar aquí. Estamos con Cristo, estamos todos unidos, y esta unidad se vive en lo concreto de nuestras vidas y de nuestro trabajo».
En busca de fuerza y de luz
De «una oportunidad para sacar fuerzas» habla otro matrimonio, Yves y Alice, peregrinos en busca de la «luz» del Espíritu Santo para confiarle los proyectos, los objetivos y las personas de las realidades asociativas en las que están implicados.
Oriundos de Vernon, tienen cinco hijos, y también viven este camino «como una forma de renovar nuestro compromiso matrimonial y confiar una vez más nuestro amor a Jesús y a San Juan Pablo II».
En Francia, traerán el recuerdo más bello: la recitación del Padre Nuestro «todos juntos, unidos a los cristianos del mundo entero, a los niños de nuestras parroquias, a los catequistas y a todas las personas que nos lo han pedido y en las que pensamos. Ha sido muy emocionante».
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