La Iglesia en Costa Rica celebra el mes de la juventud
Pope
Nuestra Iglesia, tradicionalmente, dedica el mes de julio a los jóvenes. Por esa razón, se multiplican en estos días encuentros y espacios en los que, junto a ellos y con ellos, reflexionamos y oramos por los jóvenes, renovamos nuestra apertura e invitación para que se sientan parte de nosotros y participen con su protagonismo en un caminar sinodal
Así comienza el que recuerdan lo que dice el Papa Francisco acerca de los jóvenes, que no son sólo el futuro, sino el presente de la Iglesia y del mundo, caracterizados por su rostro radiante y auténtico por los valores que tienen.
La juventud debe ser un tiempo de entrega generosa
Muchos son los signos de esperanza que encarna nuestra juventud
Los prelados afirman que en el corazón de la inmensa mayoría de los jóvenes de su país hay un 鈥渁uténtico deseo de bien, perviven altos ideales y proyectos generosos, quieren ser agentes y constructores de una nueva civilización, más plenamente humana, compasiva, entregada al servicio, consciente de sus capacidades y de sus responsabilidades, comprometida con la paz, el diálogo, la atención de los hermanos necesitados, el desarrollo integral y la protección de la Casa común鈥.
No faltan los signos de amenaza como el resentimiento y la auto-referencialidad por las heridas de los golpes de la vida, las relaciones tóxicas de dominio, manipulación, acoso; las ideologías deshumanizadoras, las adicciones de cualquier tipo que esclavizan, las dinámicas sociales de consumismo e indiferencia ante el sufrimiento de los demás, la discriminación, la violencia鈥
Derecho a vivir en un entorno seguro y enriquecedor
Por eso, causan dolor noticias como las que han trascendido en los últimos días, relacionadas con actos de acoso y violencia entre jóvenes. Nos referimos, en concreto, a lo que sucedió el pasado 27 de junio, cuando, según un video que se viralizó a través de las redes sociales, una joven de nombre Valentina que viajaba en un bus de San Carlos junto a un grupo de compañeros, habría sido víctima de golpes y actos detestables contra su dignidad por parte, aparentemente, de un joven de 16 años. Mientras eso sucedía, los demás compañeros reían y grababan las escenas, convirtiéndose, por omisión de ayuda, en posibles cómplices de la agresión.
La triste realidad del acoso y la violencia entre jóvenes
Se necesita es una verdadera conciencia acerca de la magnitud de la descomposición social que estamos sufriendo en Costa Rica. Y a la par, el compromiso de actuar de forma continua y comprometida por la instauración de una cultura de paz que transforme nuestras relaciones. No podemos seguir normalizando los hechos de violencia como inevitables ni ocultar el dolor de tantos hermanos reduciéndolo a simples datos estadísticos o a espectáculos mediáticos.
En nuestras manos está hacer que el bien, la bondad y la solidaridad sean el signo distintivo de nuestras relaciones. Y el lugar donde se plantan las semillas de la paz y el entendimiento es el hogar. Las familias están llamadas a ser santuario del amor y de la vida, escuelas de humanidad, forjadoras de relaciones afables y positivas, gestoras de entornos sanos y acogedores en donde todos aprendamos a ser ciudadanos. Que los jóvenes aprendan de sus familias a valorar la familia y se preparen, desde el noviazgo, para formar familias generosas abiertas a la vida, generadoras de fraternidad.
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