Cardenal Dri: “Defraudar en el salario es un tremendo crimen”
Lucas Schaerer
“Rezá x mí” es el programa radial on-line que lidera el “gran confesor”, como lo define el Papa Francisco a quien lo confesaba en Argentina, el humilde cardenal fray, Luis Dri. Este apóstol de la escucha para la reconciliación con Dios, vía la confesión, tiene 97 años de vida y desde su pequeño cuarto, del humilde Santuario de Nuestra Señora de Pompeya (en la periferia de la Ciudad de Buenos Aires) no sólo confiesa de mañana y tarde, todos los días de la semana, desde el mes de marzo inició nuevos caminos para él, se puso en salida desde su silla de ruedas. El modo es la prédica mediante video-llamada en el programa radial que tomó de nombre el leitmotiv del Pontífice: “rezá por mí”.
El cardenal-fraile . Un tema muy actual, difícil de abordar, que no está exento de polémicas. Por ello Dri escribió primero su prédica y luego la predicó a partir de la lectura de su propio escrito.
“El trabajo es una obligación y un deber del hombre que lo hace digno y pleno. El trabajador es un hombre respetable. Pero no podemos ignorar que son realmente difíciles los derechos y deberes dentro de los cuales deben mantenerse los ricos, los propietarios, y quienes aportan el trabajo. Discusión peligrosa porque hombres turbulentos y astutos tuercen el juicio de la verdad. Para incitar sediciosamente a la multitud. Esto debemos tenerlo bien claro. Pero teniendo esto clarito. Es urgente proveer de manera oportuna el bien de la gente humilde. Sin duda es mayoría la que se debate o vive en una situación calamitosa, desde nuestra postura de católicos podemos afirmar que el mal aumenta por la voraz usura practicada por hombres, que aparentemente son religiosos sí, van a misa, y la vida va por otro lado. Esto no es sano”, sostuvo el apóstol de la confesión al fin del mundo que ilumina al mundo con su tenaz y fiel tarea.
En los estudios de Radio Grote, de la Federación de Círculos Católicos Obreros fundado a fines del siglo XIX por el sacerdote redentorista Federico Grote, escuchaba atentamente la reflexión de Dri, el secretario general de la Unión de Empleados Judiciales de la Nación y titular de la secretaría de Derechos Humanos de la Confederación General del Trabajo (CGT), Julio Piumato.
“Para determinar la medida del salario se debe considerar varias razones. Pero es innegable que los ricos, los patrones, tengan presente que oprimir para su lucro a los necesitados y débiles, y buscar su ganancia en la pobreza ajena, no lo permite ni las leyes divinas, ni las humanas. Defraudar a alguien en el salario es un tremendo crimen”, aseveró el cardenal que no abandona el clásico hábito marrón de la orden inspirada en San Francisco de Asís.
El gran confesor y humilde cardenal nació en el campo, el 17 de abril de 1927, en la localidad de Federación, provincia de Entre Ríos. Desde los cuatro años huérfano de padre tuvo que criar a los animales junto a nueve hermanos. Toda su vida de fraile, no abandonó el trabajo manual. Por ejemplo, en la República de Uruguay donde fue rector de un colegio cortaba el pasto en el aeropuerto internacional de Carrasco, con el hábito puesto, y ese era el alimento de las vacas que criaba. También manejó todo tipo de camiones. Así fue viviendo su vida de sacerdote, se ordenó hace 72 años, y trabajador incansable.
Poseer y usar el dinero no es lo mismo
El cardenal también clarificó sobre la recta posesión del dinero y el recto uso. “Uno puede tener dinero, pero mal gastarlo, en los vicios, el juego, una cosa es poseer el dinero y otro el uso correcto del mismo” y añadió con sus auriculares para la videollamada en “rezá x mí”: “el trabajo no tiene como fin único ganar dinero, pero claro que, si lo necesitamos y más en este momento que necesitamos mucho, pero indiscutible que dignifica a la persona que gana el pan con su esfuerzo. Por el contrario, quien espera la ayuda gratuita sin aportar nada de su parte”.
El cardenal-fray aprovechó para dar un ejemplo concreto y cercano a él. La laica y secretaria del Santuario de Pompeya, Sara Luna: “Su papá cartonero (reciclador en la calle) se ganaba el pan de mañana y tarde. Mientras Sara trabajaba y de noche iba a estudiar. Se recibió de psicóloga social. Fruto del trabajo. Aunque a veces estaba cansada, no le gustaba el profesor, la clase, pero siguió hasta el final. Papá cartonero y ella psicóloga” y de allí que Luis Dri considera que “la cultura del trabajo depende mucho de cada familia. Es algo que se aprende progresivamente de los grandes, padres, abuelos”.
Al concluir el gran confesor pidió disculpas si molestó a algún oyente. "Nada de lo que dije es contra una persona en particular. Solo quise iluminarlos y hacer crecer el amor al trabajo viviendo honestamente".
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