Sri Lanka, la Iglesia y el reto del diálogo interreligioso
Antonella Palermo – Negombo (Sri Lanka)
Intentar comprender sobre el terreno los contornos del desafío del diálogo interreligioso fue uno de los objetivos del viaje realizado a Sri Lanka con la Fundación MAGIS (Movimiento y Acción de los Jesuitas Juntos para el Desarrollo), que apoya algunos de sus proyectos en el país asiático, especialmente en el ámbito educativo. Proyectos que también visitó (en dos pueblos del norte del país) una delegación de la Conferencia episcopal italiana a principios de febrero.
Lo que surgió fue la imagen de una Iglesia que, aunque muy laboriosa y viva, todavía lucha en algunos ámbitos por experimentar una total libertad religiosa, a la que aún e cuesta encontrar respuestas claras, desde las instituciones políticas y judiciales, a los trágicos atentados de Pascua de hace cinco años, y que incluso internamente lucha por abrazar de modo pleno los estímulos del Sínodo para superar el clericalismo.
Aún se espera claridad sobre los atentados de Pascua
"Todavía no estamos satisfechos con las respuestas que nos han dado", dijo el padre Manjula Niroshan, párroco de la iglesia de San Sebastián en Negombo, una de las tres iglesias que sufrieron un ataque coordinado de seis terroristas suicidas, que también atacaron tres hoteles en diferentes ciudades el 21 de abril del 2019 durante las celebraciones de Pascua.
El número total de víctimas fue de 279, con numerosos heridos. La insatisfacción expresada por el sacerdote es la que la comunidad católica de Sri Lanka ha manifestado desde el principio, criticando las insuficientes investigaciones del gobierno e incluso llegando a presentar una petición a las Naciones Unidas solicitando una internacional. La renovación de este lugar de culto se llevó a cabo rápidamente y ahora la iglesia, de las cuarenta que existen en el municipio, es acogedora y agradable, aunque está bajo constante vigilancia policial. En algunos casos, familias enteras han sido asesinadas allí, informa el padre Manjula, mientras en otros casos sólo quedan vivos los padres.
"Varios supervivientes tienen un poco de miedo porque están solos en la casa, otros tienen miedo del futuro, y no tienen esperanza de vivir porque quizás su único hijo se ha ido. La fe permanece para ayudarlos. Intentan desenvolverse en su vida cotidiana – dice – aún con cierta dificultad, pero con la ayuda de consejeros y asistencia social, se sienten atendidos y han salido del trauma". El sacerdote explica que la comunidad eclesiástica no ha dejado de prestar apoyo continuo.
La acción de la Iglesia en ayuda de las víctimas
A la parroquia de San Sebastián acuden unas dos mil familias católicas. El padre Niroshan cuenta que se ayudó a los supervivientes en la construcción de algunas casas, en la puesta en marcha de algunos negocios con apoyo económico, en la recaudación de fondos para los que tenían daños permanentes: "Los ayudamos pagando sus facturas, sus gastos médicos. La gente se ha reconciliado con lo ocurrido hasta cierto punto", explica el párroco, y añade que "no es fácil”.
Este incidente – explica – no parece haber perturbado las relaciones con otras religiones, que en general no son problemáticas. "Hay mucha cooperación y también trabajamos con representantes de otras confesiones; al fin y al cabo, Sri Lanka es una multitud de religiones. En el caso de los atentados de Semana Santa, algunos quisieron provocar una reacción por nuestra parte, pero gracias a quienes dirigen nuestra Iglesia, no permitimos que se produjera ningún tipo de represalia".
El compromiso de los católicos por la fraternidad y el diálogo
"Cinco años después de aquellos hechos, en realidad no tenemos miedo de vivir en este país porque somos aceptados por la gente", señala el rector del Seminario nacional, una hermosa estructura de estilo inglés fundada por la Compañía de Jesús, que luego pasó a los Oblatos y que ahora pertenece a la Iglesia de Sri Lanka. El sacerdote jesuita Quintus Fernando explica que los cristianos comprenden la extrañeza del motivo religioso y la probable intrusión, en cambio, de un elemento político "para sembrar el odio religioso. Necesitamos políticos – añade – que amen al pueblo, que amen a la nación y que amen al país".
Entre las distintas confesiones hay respeto y hermandad, reitera. "No hay tensiones con la mayoría budista, ni siquiera con los hindúes y los musulmanes. Algunos problemas surgieron cuando las escuelas wahabíes radicalizaron el islam". Además, observa el religioso, el acalorado proselitismo de los evangélicos ha abierto una especie de surco, ha afectado perjudicialmente en el modo en que los cristianos son percibidos por los miembros de otras confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa
"Durante demasiados años, los hombres y las mujeres de este país han sido víctimas de luchas civiles y de violencia. Lo que se necesita ahora es sanación y unidad, no más conflicto ni división". Así habló el Papa Francisco durante su viaje apostólico a Colombo, de enero del 2015. "Espero que la colaboración interreligiosa y ecuménica – fue su llamamiento – muestre que, para vivir en armonía con sus hermanos y hermanas, los hombres y las mujeres no deben olvidar su propia identidad, ya sea étnica o religiosa".
Hoy, quien habla de la gran responsabilidad de los líderes religiosos para ayudar a crear un clima de paz en Sri Lanka es monseñor Jude Nishantha Silva, obispo de Badulla. El prelado llega a afirmar que la agenda política carece de interés por investigar realmente lo que había detrás de esos brutales atentados. “Necesitamos el diálogo interreligioso y la relación con otras religiones, pero me parece que son sólo los católicos los que se preocupan por ello, quizá los que realmente lo desean". Monseñor Silva no descarta del todo que algo similar a lo ocurrido hace cinco años pueda suceder en el futuro.
"Hay riesgos", lamenta y aprovecha para denunciar que, siendo minoría, no es tan fácil construir una iglesia, conseguir un terreno para hacerlo. "Sólo en mi diócesis llevamos casi quince años intentando conseguir un terreno para construir una pequeña capilla. Es una zona en la que viven unas treinta familias. Lo hemos discutido varias veces, incluso con varios ministros, pero siguen sin poder tomar una decisión. Es patético”.
Más allá de los límites del clericalismo
A pesar de esta apertura al diálogo interreligioso, internamente la Iglesia de Sri Lanka tiene que hacer frente a diversas formas de "cerrazón". Esto lo comparten en particular los jesuitas del país, que son testigos, sobre todo en algunas zonas del norte, de una acción pastoral en la que parece reflejarse el sistema de castas separatista. La hermana Patricia Lemus, comboniana de Guatemala que lleva cuatro años y medio en Hatton, es colaboradora del Centro Loyola.
Toca algunas cuestiones arraigadas en la cultura local que acaban obstaculizando la construcción de una Iglesia en la que laicos y religiosos colaboren activamente en un intercambio que sea mutuamente beneficioso. No oculta la incomodidad de vivir en un contexto eclesial "demasiado jerárquico" en el que los laicos no tienen espacio, a los que ni siquiera se les permite distribuir la comunión a los fieles en la misa.
"Sobre el hecho de ser una Iglesia sinodal, aquí todavía estamos un poco atrasados. De hecho es una de nuestras luchas cómo encontrar la colaboración. Todavía pesa una estructura piramidal, con demasiado clericalismo. Esperamos, poco a poco, que ver monjas de cuatro continentes diferentes aquí juntas pueda ser una semilla. Todavía vemos a menudo que no se mezclan, hay congregaciones compuestas sólo por cingaleses o sólo por tamiles".
La hermana Patricia alaba la espiritualidad ignaciana que ayuda a vivir un estilo auténticamente misionero. "Me gustaría que todos escucharan la voz del Papa Francisco – dice – por una Iglesia más abierta y libre. Por mi parte, me gusta mucho este Centro porque la mayoría son hindúes, y al final buscamos al mismo Dios a través de diferentes formas".
El papel profético del Centro Tulana
Sobre esta misma apertura, en la que tanto insiste el Documento sobre la , se basa la teología profundizada por el jesuita de Sri Lanka Aloysius Pieris, fundador, en 1974, del Centro Tulana de Investigación para el Encuentro y el Diálogo, en Kelaniya, cerca de Colombo, que aún dirige.
A sus noventa años, sigue viviendo con gran energía y sentido del humor en esta especie de oasis donde, entre una densa vegetación, se encuentran dispersas obras de arte de gran valor, principalmente esculturas de arte contemporáneo de temática sagrada. Nacido como lugar de retiro para los religiosos de la Compañía de Jesús, el Centro Tulana se ha caracterizado con el tiempo por ser un espacio de diálogo interreligioso budista-cristiano. Aquí, cuenta el padre Pieris, llegó a acoger, en tiempos de la guerra civil, incluso a algunos monjes budistas "disidentes".
"El Magisterio del Papa Francisco ha despertado en mí una recuperación del entusiasmo, el que tuve después del Concilio", exclama. "Jesús nos enseña la amistad que abraza a todos, espero que la Iglesia lo siga". El sueño del padre Aloysius es el de ver una Asia libre, liberada de la discriminación y de la instrumentalización de los credos.
Educación para el diálogo y la reconciliación
Ambrogio Bongiovanni, presidente de MAGIS, que lleva más de treinta años trabajando en el subcontinente indio, es un visitante asiduo de este lugar, en el que se inspira constantemente. "El diálogo interreligioso tiene el profundo objetivo de buscar a Dios y mover las acciones sociales siempre, sin embargo, con una referencia a lo trascendente. En Occidente – observa – el diálogo adquiere ciertamente importancia porque la pluralidad del mundo llama a nuestras puertas, pero a veces corremos el riesgo de reducirlo a una experiencia meramente social, cuando no a un mero instrumento político".
Gracias al proyecto MAGIS, que se está poniendo en marcha en Sri Lanka en estos mismos meses, financiado por la Agencia Italiana de Cooperación Internacional, toda la valiosa documentación conservada en esta realidad profética del país encontrará su lugar en salas renovadas y accesibles de nuevo a estudiosos y expertos. Será una ocasión de perfeccionamiento para quienes deseen volver a centrarse en los orígenes más auténticos del diálogo interreligioso en la promoción de la reconciliación.
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