Hay que hacer todo lo posible para facilitar las negociaciones
Roberto Paglialonga
Así se expresaba el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Matteo Maria Zuppi, antes de intervenir en la presentación de su libro “Dios no nos deja solos. Reflexiones de un cristiano en un mundo en crisis” (Piemme) en la basílica romana de San Bartolomeo all'Isola, respondiendo a una pregunta de los periodistas sobre los próximos pasos de la Santa Sede en la crisis bélica de Ucrania.
Durante el acto, el arzobispo de Bolonia subrayó que siempre estamos llamados "a la esperanza de poder realizar un mundo mejor: una conciencia que debe ser también propia de la Iglesia, capaz de hablar al corazón y de poner el yo en relación con el nosotros".
Asimismo reiteró la invitación a sentir dentro de nosotros “la herida de las guerras que se ‘eternizan’ y, por tanto, no son buenas para la ecología humana. Sobre todo porque – concluyó – si hoy la paz se convierte sólo en una tregua, significa que no hemos entendido nada de la generación de hombres y mujeres que nos precedieron y dieron su vida" para eliminar los conflictos.
El director de Repubblica, Maurizio Molinari, habló también de las "guerras que no tienen fin". "Hoy – dijo – los conflictos se multiplican y parece que la recomposición negociada – como ocurrió por ejemplo en Mozambique gracias a la labor de la Comunidad de San Egidio – ya no es posible".
En primer lugar, es necesario "tomar conciencia del mal, reconocerlo, para poder oponerse a él y comprender lo que es el bien". En la raíz de los dramas sociales actuales "está la cuestión subrayada por el cardenal Zuppi de las desigualdades, que conducen a la soledad y producen populismo".
Aquí es donde "la herida social del alejamiento masivo de la Iglesia y de la vida comunitaria en general" es profunda. Por este motivo, Molinari señaló que "en el mundo contemporáneo, el diálogo es un gesto revolucionario, que puede permitirnos reconstruir el sentido de comunidad".
Diálogo y encuentro son los dos polos que, en el libro, señala Mónica Maggioni, directora editorial de información de la Rai, indican "la posibilidad de un camino para todos". Así, en el camino de la vida uno se da cuenta de que "Dios no es quien quiere los eslóganes de éxito que hoy están de moda: al contrario, palabras como duda, incertidumbre, fragilidad encuentran su lugar ante el misterio". Lo mismo puede decirse del "valor de la derrota, sólo quien la asume es capaz de retomar el camino y volver a empezar".
Mencionando la misión del cardenal Zuppi como enviado especial del Papa a Ucrania, el profesor Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio, reiteró el carácter esencial del diálogo: "Ya mantenerlo abierto muestra la posibilidad de victoria sobre el mal". Esta es la tarea de quienes viven "un cristianismo inmerso en la historia, como el autor –que, recordó Riccardi – antes que sacerdote, es un laico que creció en la escuela de la 'Biblia y el periódico', revelándose hoy un experto en humanidad".
Y es "una experiencia, la del padre Mateo, que nació en la primavera de la Iglesia del Concilio Vaticano II" – recordó el padre Arturo Sosa, prepósito general de la Compañía de Jesús, y que hoy manifiesta – todo su sufrimiento por una sociedad que prefiere la liquidez a anclarse en la roca de Dios". Conocer bien los obstáculos "que tantas ideologías del siglo XX pusieron para impedir la difusión del amor incondicional", puede ayudar ya a comprender el camino del bien y hacer propia la conciencia de que, en cualquier circunstancia, "Dios no nos deja solos".
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