Ecuador. Abrazar la cruz de Cristo para construir fraternidad y sanar el mundo
Pope
Con la procesión del “Lignus Crucis”, es decir, de la reliquia de la verdadera cruz de Cristo, presente en cada catedral del mundo, se dio inicio a , una solemne celebración litúrgica única en el mundo que estuvo presidida este 27 de marzo por El Arzobispo de Quito y Primado del Ecuador, Monseñor Alfredo José Espinoza Mateus, sdb, junto a la Iglesia diocesana de Quito, y que contó con la presencia de autoridades locales y nacionales en la Iglesia Primada del Ecuador.
Abrazar la cruz de Cristo para construir fraternidad
Durante su homilía, el Arzobispo de Quito hizo un llamado a mirar y abrazar la cruz de Cristo para ser “capaces de construir fraternidad para sanar las heridas de nuestra sociedad ecuatoriana”. Asimismo, Monseñor Espinoza invitó a hacer vida el sueño de la fraternidad del que habla el Documento Base del Congreso Eucarístico: “La fraternidad es un sueño que atraviesa la humanidad entera. No es una utopía, sino más bien, la oportunidad de realizar la vocación de cada persona: la llamada al encuentro con los demás” (DB # 21). Además, destacó la realización del 53 Congreso Eucarístico Internacional cuyo tema es “Fraternidad para sanar el mundo”, “Ustedes son todos hermanos”.
Vivir y ser signos de fraternidad
En este sentido, Monseñor Espinoza Mateus se preguntó si ¿es posible vivir y ser signos de fraternidad en una realidad social marcada por la violencia, la muerte, el sicariato, el terrorismo, el llanto de tantos, la pobreza, las desigualdades, injusticias y tantas situaciones de muerte y no de vida? Al referirse a la Eucaristía, señaló que es sacramento de unidad y de esperanza; “En la Eucaristía, Jesús invita a toda la comunidad de discípulos a entrar en ese acto de imitación de la dinámica de su vida, es decir a “tomarse”, a “romperse” y a “partirse” para llegar a ser pan para la humanidad.” (D.B. #50).
Ceremonia que simboliza la muerte y resurrección de Jesús
La ceremonia de “La Reseña”, , se inspiró en un acto que se hacía en los funerales de un general del Ejército romano. El jefe sobreviviente de la legión batía primero el estandarte sobre el féretro del general fallecido para captar la valentía, los méritos y el espíritu del general difunto. Este signo fue asumido por la tradición religiosa y por ello el Arzobispo bate la bandera sobre el altar, sobre los canónigos y sobre los fieles en un acto solemne que precede al Triduo Pascual. Desde la creación de la diócesis de Quito en 1545, la cual dependió de la sede episcopal de Lima y, ésta a su vez, de la Metropolitana de Sevilla, Quito heredó esta ceremonia que simboliza el misterio de la muerte y resurrección del Señor.
Quito y el país vivieron una ceremonia única en el mundo en la que Monseñor Espinoza Mateus invitó a “levantar, sostener y abrazar a nuestros hermanos heridos por la división, odio y egoísmo”. Concluyó su homilía con una parte de la oración oficial del IEC 2024: “… Envíanos tu Espíritu de amor, para que buscando caminos de fraternidad: paz, diálogo y perdón, colaboremos para sanar las heridas del mundo”.
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