La "Luz de redención" de los reclusos de Verbania
Roberta Barbi - Ciudad del Vaticano
Manos que cortan, pegan, arreglan, mueven, colaboran con un sueño concreto que cobra vida, un día tras otro: ésta es la imagen que permanecerá en la mente y en el corazón de quienes participaron en la realización del pesebre "Luz de redención" expuesto, entre 120 de todo el mundo, en la muestra Cento presepi in Vaticano (Cien pesebres en el Vaticano) que permanecerá abierta hasta el 7 de enero. "Fue un desafío que conseguimos ganar juntos: reclusos, agentes y voluntarios", relata a Pope don Riccardo Zaninetti, capellán de la escuela de policía penitenciaria de Verbania, que ha guiado estas manos, un día tras otro: "Recogí una intención de la dirección de la escuela de policía penitenciaria y de la dirección del instituto penitenciario", explica, "luego involucré a mi parroquia de San Leonardo de Verbania Pallanza, en cuyo oratorio se montó el taller y donde muchos voluntarios se unieron a los agentes y reclusos implicados en el proyecto".
La ternura de un niño "descartado", nacido en la pobreza
Ninguno de los reclusos, al menos que Don Riccardo recuerde, había hecho un pesebre antes en su vida: "Dentro de la cárcel, en años anteriores, lo hacían los funcionarios", dice, "pero esta vez era otra cosa: hubo un compartir, unidad entre personas con vidas y papeles diferentes". La obra es visible a 360 grados: el Nacimiento está colocado en la parte superior y hacia allí se dirige la mirada del espectador: "La cuna del Salvador debe estar en lo alto y en el centro", explica Don Riccardo, "porque mirando hacia arriba se puede caminar en la luz del Señor que ilumina nuestros corazones y es el centro de la vida, la razón de la redención, la esperanza y la salvación". Para llegar a la Sagrada Familia hay dos escaleras que se unen "para simbolizar que cualquiera, desde cualquier condición de su vida, puede llegar a Jesús". Por último, las figuras carecen deliberadamente de rostro, para que "cada cual pueda identificarse con el personaje que desee".
Los detenidos, sujeto activo y no objeto de la pastoral penitenciaria
El pesebre es la representación viva de un acontecimiento que cambió el mundo hace dos mil años: hoy como entonces, puede cambiar los corazones, incluso los de personas que hicieron el mal y fueron, por ello, privadas de su libertad personal: "Este proyecto triunfó porque fue una verdadera inclusión entre todos los participantes", llegó a decir el capellán, "la inclusión no es algo que se pueda imponer desde fuera, porque los presos deben ser el sujeto activo y no el objeto de la Pastoral Penitenciaria". De hecho, además de las manos y los rostros de quienes lo confeccionaron, se contó con la colaboración de la escuela de policía penitenciaria, que facilitó un vehículo para transportar el pesebre a Roma una vez terminado. "Esta experiencia envió un mensaje fuerte y claro a los reclusos", concluyó el padre Riccardo, "que el Señor es el Salvador, lo es esta Navidad y siempre. Ahora podemos emprender con cada uno de ellos un verdadero camino de fe y oración".
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