El movimiento misionero que invita a pacificarse consigo mismo
Luana Foti – Ciudad del Vaticano
En 1959, el padre Angelo Bonelli, sacerdote, antropólogo, científico y psicoterapeuta originario de la provincia de Trento, fundó un movimiento misionero, “Italia solidaria-Mundo solidario”. La intuición que lo llevó a crear ese movimiento laico fue entender que detrás de las dificultades que vive una persona hay una raíz que va más allá de sus condiciones sociales, culturales y económicas.
Hoy, el movimiento misionero apoya la vida de 3.200.000 personas que quieren reconstruir sus vidas, ubicadas entre el continente africano, Italia, India y América del sur. Pope habló con la voluntaria María Fernanda Zapata Millan, de visita en Roma para participar a la iniciativa “El vivero de la paz”. La iniciativa consta de 462 encuentros organizados en toda la península italiana con el objetivo de difundir los testimonios de 23 misioneros del sur del mundo cada uno de los cuales ha vivido su propria experiencia de superación de las heridas y pacificación.
Profundizar la persona misma: una nueva manera de hacer misión
Según las enseñanzas de padre Bonelli, las dificultades que tienen las personas vienen de una raíz ubicada en el vientre materno. Como explica María Fernanda, el sacerdote estudió el niño intrauterino descubriendo que en los primeros 30 días de su vida, cada persona está sola con Dios, los científicos lo llaman ‘fuerza epigenética’.
Así que el objetivo de la propuesta misionera de “Italia Solidaria-Mundo Solidario” es regresar a esa experiencia, “profundizar en nuestra historia, reencontrarnos con nosotros mismos y sobre todo con Dios para reencontrar nuestra fuerza, nuestra dignidad y poder resolver todas las dificultades que tenemos como personas y luego trasmitir a los demás una buena práctica de vida”, indica la voluntaria.
Compartir las experiencias para sanar definitivamente
María Fernanda explica que en las comunidades se encuentran una vez por semana, leen un capítulo de uno de los libros escritos por el padre fundador del movimiento y socializan el contenido. Compartiendo las experiencias personales consiguen ver sus historias desde otra perspectiva, interceptando las falencias que luego pueden resolver de una manera definitiva.
“Los libros, la comunidad, el intercambio personal nos ayudan a ver que sí podemos hacer ese pasaje emocional y luego unirlo con la práctica de hacer un trabajo creativo de servicio”. Esto, concluye, “nos hace tener otra posibilidad, un cambio de vida, tal vez con menos cosas, pero con vida verdadera y con experiencias de compartir con personas que es demasiado importante".
Los desafíos de las misiones en Colombia
Las misiones de Italia Solidaria-Mundo Solidario tocan África, India y hasta Sudamérica. La experiencia misionera de María Fernanda se ubica en particular en Colombia, donde hay 20 misiones cada una con 200 familias. A través de su propuesta misionera están ayudando a las familias a alejarse de la cultivación de la droga y a muchas personas que han sido víctimas de violencia, a recuperar la confianza en sí mismas, en la comunidad y en quienes están a su alrededor.
“Esto es una pequeña semilla de paz que se puede convertir en un semillero inmenso de paz. Este es el mensaje que queremos dar a todas las personas”, explica María Fernanda.
El antídoto al narcotráfico
El contexto social sudamericano está marcado por la presencia del narcotráfico que sigue siendo muy atractivo para los jóvenes. Para María Fernanda, la raíz de este problema está en el interés que las personas tienen por conseguir las cosas materiales y tener dinero.
Pero, dice que hay un antídoto para esto que llega del legado del padre Bonelli: “hacer que las personas encuentren en su vida que lo importante no es el tener sino el ser, el ser persona, el ser persona con Dios, el darse cuenta que han sido creadas como seres maravillosos y que a partir de estas fuerzas puedan volverse personas creativas y de servicio y reencontrar su dignidad”.
El proceso de pacificación personal
María Fernanda comparte su experiencia de pacificación personal con la premisa de que a diferencia de otras personas no tiene un pasado de violencia o vínculos con el narcotráfico: “Mi historia podría ser muy común: tuve a mi papá, a mi mamá y las cosas materiales, pero como persona era muy anulada, encerrada en mí misma, egoísta, sola, no me relacionaba. Esto hizo che tuviera una enfermedad y luego se miró que esta enfermedad dependía en realidad de la falta de relación que yo viví por muchos años”.
Sin embargo, subraya que de todo esto se dio cuenta solamente después de entrar en Italia Solidaria y que sólo gracias a ellos pudo reencontrarse consigo misma. Al final, concluye, el padre Angelo tenía razón: “él decía que son las relaciones las que salvan el mundo y yo puedo decir con toda certeza que es cierto”.
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