Sacerdote exiliado de Nicaragua: Monseñor Álvarez, el obispo de la “no violencia”
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“Igual que yo, miles de nicaragüenses hemos tenido que abandonar nuestra patria, por el simple hecho de soñar y querer un país digno para todos. La Iglesia no podía quedar callada, cuando asesinaron a los más de 356 jóvenes. La Iglesia no podía quedar callada cuando desterraron a los primeros nicaragüenses, cuando encarcelaron a personas inocentes, mientras los verdaderos responsables de las muertes y violencia quedaban en libertad”. El padre Erick Díaz es uno de los 30 sacerdotes que han tenido que marcharse de Nicaragua por la situación que se vive en el país.
Desde Chicago, lugar donde encontró acogida, este domingo 19 de febrero presidió la Santa Misa de Acción de Gracias por la liberación de 222 presos políticos en Nicaragua y por el Obispo Rolando Álvarez, en la Iglesia Católica Santa María del Lago y Nuestra Señora de Lourdes. Su homilía habla no sólo de las dificultades de su pueblo, sino del ejemplo de Jesús, que ora por quien lo persigue, porque Dios “no quiere que nadie se pierda, sino que todos nos salvemos”.
La Iglesia – recuerda también el sacerdote- solo pidió paz, como es su cometido. La Iglesia solo pidió justicia y libertad, porque siempre debe ser antorcha de libertad, de luz y vida en medio del dolor.
El obispo de la “no violencia”
En la homilía del padre Erick no falta el agradecimiento, también en nombre de los exiliados, a los Estados Unidos, por abrirles las puertas y acogerlos con solidaridad, así como a España, que les ofreció la ciudadanía. Y no falta su memoria del obispo de Matagalpa: un obispo – dice – que ha amado a su pueblo sin medida, ha amado a Dios sin medida. Y continúa:
Monseñor Álvarez, dice aún el sacerdote, es hoy “una escuela viviente, que nos enseña cuando habla y nos enseña cuando calla”. “Es el obispo de la ‘no violencia’. Es el obispo de la paz”.
Cardenal Cupich: Cese la persecución sistémica a la Iglesia
Al finalizar la Santa Misa, el párroco de la Iglesia Católica Santa María del Lago y Nuestra Señora de Lourdes, el padre Manuel Dorantes, leyó a los presentes una declaración del Arzobispo de Chicago, el cardenal Blase Cupich, en la que realiza un llamado “al cese de inmediato la persecución sistemática a la Iglesia en Nicaragua a través de acusaciones falsas, el cierre de las estaciones radiofónicas, el bloqueo del acceso a las Iglesias y otros actos graves que violan la libertad religiosa y el orden social”. El purpurado también expresó que la Iglesia de Chicago tiene la bendición de haber dado acogida a “un valiente sacerdote que, con muchos de sus hermanos, se mantuvo unido a su obispo como testigo de los derechos humanos de su pueblo”.
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