Perdonanza de Bibione, Semeraro: "?La puerta es Cristo!"
Anna Poce - Ciudad del Vaticano
El 2 de agosto, como cada año, se abrió la Puerta Santa de la parroquia de Santa Maria Assunta de Bibione, con motivo de la Perdonanza de Bibione. La ceremonia tuvo lugar a las 21 horas, en presencia del cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos. Como es tradición, hasta el 16 de agosto, los peregrinos tendrán la oportunidad de obtener la indulgencia plenaria durante quince días. También podrán participar en misas, momentos de oración y encuentros, así como admirar la copia de la Sábana Santa, que se expone de forma permanente en la iglesia parroquial de la localidad costera del Véneto.
En su homilía, pronunciada durante la ceremonia de apertura de la Puerta Santa, el cardenal Semeraro recordó a todos los fieles que "la puerta es Cristo", quien dijo "Yo soy la puerta de las ovejas (Jn 10,7)". Lo recordó en un momento en el que todos nos sentimos confusos, ante "una pandemia de la que aún no hemos salido del todo"; ante "un conflicto, que casi podemos sentir a las puertas de nuestras casas y del que tememos las consecuencias, incluso económicas"; y ante tantas otras incertidumbres, que nos hacen "incapaces de empujar y abrir las puertas de la esperanza, de las esperanzas". Por ello, el cardenal invitó a los peregrinos a dirigirse a Jesús, a pedirle "con confianza, con palabras de un místico medieval: 'Oh Tú, que has dicho: Yo soy la puerta, te suplicamos: ¡Ábrete!' Cristo se abre a nosotros. Este es el significado del Perdón", concluyó el cardenal.
Fiesta del hallazgo de las reliquias de San Esteban
Al día siguiente, 3 de agosto, el Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos presidió, a las 9.30 horas, en la catedral de Concordia, la misa pontifical con motivo de la fiesta del hallazgo de las reliquias de San Esteban, primer mártir, principal patrono de la diócesis y titular de la catedral. El cardenal Semeraro instó a los católicos a "mirar la vida del Protomártir y la misión que llevó a cabo".
Recordó cómo Esteban fue "un anunciador, un evangelizador, un misionero" y, sobre todo, "el primero en haber iniciado lo que más tarde se llamaría 'inculturación del Evangelio'". Sin embargo -recordó el cardenal-, no sólo fue un evangelizador, sino también un trabajador de la caridad. Y esta es precisamente la lección que podemos aprender de su vida, dice Semeraro, "no mantener nunca separado el compromiso social de la caridad del valiente anuncio de la fe". Recordando cómo San Esteban, al igual que Jesús, murió implorando el perdón para sus asesinos, el arzobispo emérito de Albano responde a la pregunta de si sirve de algo perdonar, con la historia del protomártir. "Entre aquellos por los que pedía perdón -cuenta el cardenal- estaba un joven llamado Saulo, que perseguía a la Iglesia y trataba de destruirla (cf. Hechos 8,3). Poco después, Saulo se convirtió en Pablo, el Apóstol de los Gentiles. Había recibido el perdón de Esteban. Por tanto, no sólo la sangre de los mártires es la semilla de los cristianos, como decía Tertuliano. Otros cristianos -concluyó el purpurado- también pueden nacer de su perdón".
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