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Benedetta Capelli - Ciudad del Vaticano

"Justicia para Sor Luisa". Así lo gritaban muchos en las calles de Puerto Príncipe, sobre todo los niños que amaban a la misionera italiana, venida del otro lado del mundo para responder al servicio que el Señor le había pedido, para dar ese amor que había recibido copiosa y abundantemente y que la impulsaba a no parar nunca. Lo gritaron el miércoles 29 de junio en una marcha a la que asistieron los animadores de Kay Chal, Charles House, que había reabierto y que se dedicaba a educar, apoyar y ayudar a tantos niños de la calle.

Una pequeña restitución por el bien que había hecho, dicen desde Haití, porque con su trabajo ofrecía oportunidades de redención, lo daba todo. El jueves 30 se celebró una misa de funeral, pero aún no se ha decidido el regreso del cuerpo de Sor Luisa a Italia. Muchos la lloran, pero muchos han querido celebrar su cumpleaños, el 27 de junio, en la fiesta de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, patrona de Haití.

Un pedacito de Haití

Si hay quienes no olvidan a Sor Luisa, hay quienes ya han archivado esta desaparición. Hay muchas víctimas en el país, asoladas por la violencia, pero son los pobres a los que ella ayudó los que mantienen el foco de atención. Decidí quedarme en Italia", cuenta Maddalena Boschetti, misionera en Haití, "para asistir a su funeral aquí y a su entierro. Estaré a su lado no sólo como amigo, sino sobre todo como un "trocito" de su querido Haití".

Unidos para ser chispas de amor

En un comunicado, los obispos haitianos subrayan que "la noticia del asesinato de la hermana Luisa Dell'Orto no deja indiferente, dada la inmensidad e intensidad de su trabajo en favor de los más pobres según el corazón de Dios". "Ante un acto tan atroz, estamos confundidos, sentimos rabia.... Más allá de esto, no podemos olvidar las virtudes de la fe, la caridad, la esperanza y la abnegación que habitaron toda la vida y el apostolado de Sor Luisa". "Su testimonio de vida", escriben, "es más fuerte que el crimen que le quitó la vida. "Hermanos y hermanas, permanezcamos unidos en la oración y hagamos -concluyen los prelados- gestos capaces de ser chispas de amor para iluminar los muchos corazones heridos de nuestro país y de nuestra sociedad. Que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Patrona de Haití, interceda por nosotros para que la luz del Corazón de su Hijo brille en nuestros caminos".