Colombia, Monseñor Rueda: Tenemos que pasar la página de épocas de guerra
Sebastián Sansón Ferrari – Pope
“¡Basta ya de toda guerra! Caminemos juntos para erradicar cualquier expresión de odio y violencia, que no solo nos empobrecen materialmente, sino que también nos deshumanizan y aniquilan espiritualmente”. Este es uno de los apremiantes llamamientos que los obispos colombianos realizan en su , desarrollada del 4 al 8 de julio. Agregan que se necesita “una nueva apertura al diálogo que debe ser productivo, como instrumento de construcción y de consolidación en pro de una democracia incluyente y participativa”.
Los obispos católicos se encontraron “para escuchar a miles de fieles y miembros de la sociedad civil que participaron en los encuentros sinodales, realizados en los diversos niveles de la Iglesia en Colombia”, subraya el mensaje. Además, agradecen la participación y oración de las comunidades eclesiales, así como a las otras instancias que brindaron sus aportes: “Sus voces nos animan a no cejar en nuestra labor profética y también nos confrontan para ser una Iglesia misionera y solidaria, que anuncie el Evangelio de salvación de Cristo Jesús, edificándonos en el amor y la auténtica fraternidad”.
En efecto, el 100% de las jurisdicciones eclesiásticas del territorio participaron en la etapa diocesana y nacional del camino sinodal, según Monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana (la CEC), en declaraciones a Radio Vaticana – Pope. “Tenemos una certeza: estamos llamados a escuchar”, afirma Rueda. “Lo vivimos como un Kairós, no como una tarea que nos agobia, sino como una gozosa oportunidad para fortalecernos como Pueblo de Dios”, añade.
El arzobispo explica que, en estos días de reunión, los prelados han retomado la síntesis nacional, se han revisado a sí mismos como obispos y a sus Iglesias particulares. También se han preguntado cómo reorganizarse a nivel de la CEC.
El presidente de la CEC enfatiza el compromiso de continuar “un camino que motive a toda la Iglesia en la geografía colombiana a centrar la vida en Cristo, enviado del Padre, Redentor de la humanidad, que se pone en camino con nosotros”.
Tres caminos para profundizar en el segundo semestre
En un ejercicio de proyección hacia la segunda parte del año, el titular de la capital colombiana esboza tres líneas de trabajo: la primera es fortalecer la comunión de los bautizados en todos los ámbitos; la segunda, una opción por una Iglesia eminentemente evangelizadora; la tercera, la Misericordia como un elemento fundamental que “nos lleva a ser samaritanos”.
Tres desafíos de la Iglesia en el país
Por último, considerando la situación socio-política de Colombia, con un nuevo gobierno y sus múltiples realidades acuciantes, Rueda Aparicio comparte tres retos que avizora.
En primer lugar, desean asumir lo que el Papa y el Magisterio a escala universal están proponiendo, pasarlo por la mente y el corazón. “La Iglesia existe para evangelizar, el primer desafío siempre es renovarnos en esa vocación evangelizadora, siempre dispuestos a servir, a descubrir los hilos del Reino de Dios en nuestro ambiente” social, familiar, intraeclesial, puntualizó el representante del Episcopado. Se trata de “descubrir el Reino de Dios y, desde allí, motivarnos a secundarlo y ponerlo al servicio de la humanidad en Colombia”, sostiene.
En segundo lugar, el presidente de la CEC asegura que deben ser “una Iglesia que anuncia la esperanza, la vida”, que trabaja “para que pasemos la página de épocas de guerra, de décadas de violencia, consecuencia de un gran flagelo, el narcotráfico, que ha causado mucho luto, dolor muerte”, que ha hecho daño a la economía, la ética, la casa común, pero, sobre todo, a Colombia.
En tercer lugar, el pastor manifiesta que tienen que “ser capaces, como Iglesia, de encontrar en diálogo con todas las diversidades”, con las minorías, en todos los ámbitos. Debemos “hacer de nuestra Iglesia, en los distintos ambientes donde vivimos y trabajamos, un signo de la cultura del cuidado”, para evitar abusos (sexuales, de conciencia, de poder). “Debemos hacer de nuestra Iglesia una casa de puertas abiertas, una casa servidora, una casa que acoge, una casa que cuida y acompaña, con entornos protectores”, donde todos nos sintamos seguros, acompañados y protegidos, acota el arzobispo. “Una Iglesia que acompaña, humilde, gozosa, esperanzadora, como lo quiere el Señor, con la fuerza del Espíritu Santo”, concluye Monseñor Rueda Aparicio.
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