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Mons. Pierbattista Pizzaballa Mons. Pierbattista Pizzaballa

Monseñor Pizzaballa: "Mayo, un mes de sangre"

"La búsqueda de la paz llevará mucho tiempo. Se necesitan perspectivas políticas, especialmente para la población palestina". El Patriarca de Jerusalén de los Latinos habla del difícil mes que acaba de pasar y de los esfuerzos necesarios para emprender el camino de la paz en la zona de Oriente Medio.

Stefano Leszczynski - Ciudad del Vaticano

La vorágine de violencia que se apodera de Tierra Santa se ha visto casi completamente eclipsada en los medios de comunicación y en las agendas internacionales por el conflicto que se desarrolla en Ucrania. Al menos sesenta muertos -tanto palestinos como israelíes- han asolado los dos últimos meses, por no hablar de los innumerables enfrentamientos entre israelíes y palestinos y los frecuentes episodios de discriminación y opresión, incluso de carácter religioso, que se han producido a lo largo de la Semana Santa. La situación es tan preocupante que ha llevado a la Comisión de Justicia y Paz de Jerusalén a posicionarse con un documento de denuncia muy duro, cuya advertencia final es que "la violencia no terminará hasta que los derechos de seguridad, libertad, dignidad y autodeterminación se hagan realidad tanto para israelíes como para palestinos".

Sin perspectivas políticas no habrá solución

En una entrevista concedida a Radio Vaticano, el Patriarca de Jerusalén de los latinos, monseñor Pierbattista Pizzaballa, reflexiona sobre la situación actual y las dificultades que se encuentran hoy en el camino hacia la paz:

El desarrollo de la paz aquí llevará mucho tiempo. Lo que vivimos fue, efectivamente, un mes mariano, pero un mes de pasión para nosotros en muchos aspectos. Mientras no haya perspectivas políticas claras, especialmente para la población palestina, esta situación continuará durante mucho tiempo. El problema de fondo, como también señala el documento de la Comisión de Justicia y Paz, está en la ocupación. 

La cuestión de Jerusalén también parece seguir estando en el centro del problema del conflicto israelí-palestino. Los últimos disturbios estallaron tras la llamada Marcha de las Banderas que pasó por la parte oriental de la ciudad, donde, entre otras cosas, continúan las expropiaciones de casas habitadas por ciudadanos árabes. Incluso el presidente de Palestina denunció el silencio internacional. ¿Qué puede hacer la Iglesia para fomentar la vuelta al diálogo?

Jerusalén está en el centro del problema del conflicto israelí-palestino, como todos sabemos. El conflicto está enraizado en el tiempo, en las almas, con una mezcla de religión, de credos, de política, de nacionalismos. Se trata de un asunto muy enmarañado del que no es fácil salir. Así que debemos superar la idea de que podemos conseguir algo en poco tiempo, también porque la comunidad internacional parece haber digerido ya la cuestión palestina, que por tanto ya no encuentra un lugar en la agenda internacional. La Iglesia debe hablar, debe actuar, debe estar cerca de la población, debe utilizar todos los instrumentos legales posibles. Pero debe actuar en sinergia con todas las fuerzas israelíes y palestinas en el territorio, con quienes tienen en el corazón las cuestiones de Justicia y Paz. La Iglesia por sí sola no puede hacer nada.

Excelencia, ¿qué papel juega la guerra en Ucrania en este contexto?

Digamos que los palestinos sienten mucho la cuestión de "dos pesos, dos medidas". En resumen, lo que no se permite en Ucrania se permite aquí o en otras partes del mundo. Pienso en Yemen, en los numerosos conflictos de África, en Siria, donde la crisis no está en absoluto resuelta. Pero seamos sinceros, no hay nada nuevo en todo esto. Tenemos que tomar nota de esto, no es cuestión de cinismo, es simplemente una cuestión de ser conscientes de la realidad de la situación y seguir adelante de todos modos y hablar, ser claros incluso al hablar, donde podamos y donde se nos escuche.

Usted volvió a subrayar la importancia que la Unidad de todos los creyentes puede tener en el mundo. ¿Se aplica esto también a Jerusalén y al conflicto palestino-israelí?

Por supuesto, la cuestión de Jerusalén no es sólo una cuestión política entre israelíes y palestinos, sino también una cuestión religiosa. Y en este contexto los cristianos tienen el deber -no un derecho, sino un deber- de hacer oír su voz y su presencia, incluso con documentos, con opiniones y con perspectivas desde un punto de vista cristiano.

Lo ocurrido tras el asesinato de la periodista católica palestina de Al-Jazeera, Shireen Abu Aqleh, especialmente durante su funeral, también causó gran consternación e indignación en el mundo religioso. También ha hablado públicamente sobre el tema.

Sí, hicimos una declaración, creo que muy clara, fuimos al Hospital San José, en primer lugar, para expresar nuestra solidaridad y también para expresar no sólo la opinión de la Iglesia, sino la opinión de la Comunidad Cristiana -que no es sólo la Comunidad Cristiana- ante esas terribles imágenes que todos vimos y que todavía no podemos entender.

En el ámbito internacional y regional, Israel sigue tejiendo relaciones en la senda abierta con los Acuerdos de Abraham y también ha celebrado nuevos acuerdos comerciales con los Emiratos Árabes. Iniciativas que son vistas con buenos ojos a nivel internacional. ¿Qué impacto tienen estas relaciones internacionales en la cuestión israelí-palestina?

No parece que tengan ninguno. Por supuesto que es bueno que Israel tenga relaciones pacíficas con el resto de Oriente Medio, pero es claro y evidente que ambas cuestiones ya no están tan relacionadas. Sin embargo, hay 4 millones de palestinos y por mucho que la diplomacia tenga sus caminos y visiones, tarde o temprano hay que llegar a un acuerdo con ellos y de eso nadie puede escapar.

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03 junio 2022, 12:48