Melilla, Iglesia espa?ola: Cada migrante tiene un nombre
Sebastián Sansón Ferrari – Pope
Por desgracia, las cifras no dejan de aumentar: más de 20 personas perdieron la vida en el lado marroquí de la valla de Melilla. Al menos 133 personas, la mayoría sudaneses huyendo de la guerra y la hambruna, llegaron al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de la ciudad autónoma.
En este escenario de vulneración de derechos, de pérdidas de vidas, la Conferencia Episcopal Española (CEE), desde su Subcomisión Episcopal para las Migraciones y la Movilidad Humana, se alzó al clamor de los más frágiles y emitió un comunicado titulado . Unos días más tarde de su publicación, ante nuestros micrófonos el padre Xabier Gómez, director del Departamento de Migraciones de la CEE, enfatizó que, como explican en la nota, todo es una consecuencia de la falta de políticas de regulación de la migración, que pongan a la persona en el centro. Sostuvo que, con otro tipo de políticas, estas masacres hubieran sido evitables.
En ese sentido, en el texto dejaron claro que se necesita “humanizar e implementar nuevas políticas migratorias que tengan en cuenta la gravedad de la presión migratoria” y el padre Gómez retomó este punto, insistiendo en la carencia de espacios o recursos donde se puedan emitir visados en muchos países africanos de los que provienen miles de migrantes que necesitan solicitar protección internacional.
Las migraciones como un signo de los tiempos
Frente a distintas interpretaciones que se plantean de estos episodios, la Iglesia en España invitó a contextualizarlos con una mirada humanitaria, desde la Doctrina Social. El director del Departamento de Migraciones dijo que las migraciones son un fenómeno en el que Dios se está haciendo presente en el medio del mundo, “a través de nuestros hermanos y hermanas emigrados, y justamente esto es lo que queríamos resaltar”. Se trata de una mirada que considera que los migrantes tienen un nombre, un apellido, “que necesitan que les miremos a los ojos, que nos hagamos cargo de sus historias y atendamos también la realidad en los países de origen de los que vienen huyendo”.
“Me duele la indiferencia de nuestras sociedades”
Gómez manifestó que, como pastor, le duele la percepción de que “no todas las vidas tienen el mismo valor, en función del color de la piel, del cabello o de los ojos. Esto es muy lamentable, y como Iglesia, nos encargamos siempre de promover conversión personal, pastoral, parroquias acogedoras y misioneras que vayan transformando los corazones y las miradas, para poder, entre todos, encontrar que cada hermano que sufre es el mismo Jesucristo, y que Él nos está esperando ya en ellos.
El trabajo de la Iglesia para atender la difícil situación
Gómez apuntó que están en permanente contacto con la realidad en Melilla y que las diócesis están trabajando en red con otras entidades de la sociedad civil; por ejemplo, según reportan medios españoles, este viernes 1° de julio, a las 19:30 horas en todos los territorios, convocan a una concentración unificada “para llevar a cabo una marcha conjunta por la actuación policial de las autoridades españolas y marroquíes que ha provocado la muerte de más de 30 personas en la frontera de Melilla”.
“Nosotros estamos tratando de apoyar y de estar a la orden de lo que soliciten. Hay un espíritu de solidaridad, de colaboración, de trabajo en red”, aseguró el padre Gómez.
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