áٲ ܲԲí y el deber cristiano de ayudar a quien huye de la guerra
Francesca Sabatinelli y el Padre László Vértesaljai SJ - Ciudad del Vaticano
Cuando el Papa llamó a ayunar el Miércoles de Ceniza por la paz en Ucrania, la Iglesia húngara hizo suyo inmediatamente el llamamiento para responder a la tragedia en curso, una respuesta espiritual pero, por supuesto, también material. Monseñor Tamás Tóth, secretario general de la Conferencia Episcopal Húngara, describe la labor de Cáritas Hungría en una situación en la que un país de menos de 10 millones de habitantes se enfrenta a un flujo de refugiados que hasta ahora ha alcanzado unos 700.000, "un número enorme para un país pequeño como Hungría, pero gracias a Dios hay una buena colaboración entre las distintas organizaciones y las autoridades estatales, y así hacemos todo lo que podemos hacer".
El deber cristiano
Al otro lado de la frontera con Transcarpacia, una región del oeste de Ucrania, a la que llega Cáritas Hungría y, como explica el prelado, "mantiene una viva relación con Cáritas Ucrania", hay una minoría húngara, así como desplazados internos de otras partes de Ucrania. Y es allí donde se envían dos camiones con ayuda cada día. "Intentamos darles los primeros auxilios, luego los que llegan a Hungría son acogidos por organizaciones caritativas, entre ellas Cáritas". Una acogida que va más allá de la nacionalidad, el sexo o el color, porque "es nuestro deber cristiano". Por ello, la Iglesia se ha hecho cargo del alojamiento de las personas que permanecen durante un periodo prolongado en Hungría, garantizando también la posibilidad de que los niños accedan a las escuelas católicas húngaras, implicando a los centros de enseñanza secundaria y a las parroquias, superando el problema del idioma gracias a los numerosos voluntarios "que ayudan a la traducción, porque en Hungría viven muchas personas de origen ucraniano o eslavo", para poder acoger con dignidad a las personas que huyen de la guerra.
Gratitud por el amor y la cercanía
Entenderse no es un problema, sigue explicando el secretario de la CEH "porque hay algo mucho más importante para resolver los primeros pasos, que es el lenguaje del amor, en estas situaciones te entiendes casi inmediatamente mirándote a los ojos, así empieza el diálogo inmediatamente, esto es muy importante". Todos los húngaros, tanto los habitantes de las ciudades como los de los pueblos, han acogido a los desplazados, y la Iglesia húngara está muy agradecida a sus fieles por ello, ya que hasta ahora, concluye monseñor Tóth, "hemos recibido mucha ayuda en dinero y alojamiento. Enseguida hemos visto una solidaridad muy fuerte y estamos muy agradecidos por esta muestra de cariño y cercanía".
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