El Salvador: Las reliquias de los ³¾¨¢°ù³Ù¾±°ù±ð²õ. Testimonio del amor a Dios y al pueblo
Manuel Cubías ¨C Pope
La mañana de este 20 de enero, el Museo de los Mártires hizo entrega a la Comisión organizadora de la Beatificación de la reliquia del Padre Rutilio Grande.
Se trata de un pañuelo que el sacerdote portaba consigo el día de su asesinato. Está elaborado con tela de color blanco y líneas verdes. En una esquina está bordado el nombre de P. Grande. La sangre y la tela hoy forman una unidad que nos habla de quien dio su vida por los más pobres.
La reliquia, desde el silencio, un testimonio de amor
La tarde del 12 de marzo de 1977 hacía un sol brillante y cálido. La carretera que desde Aguilares conduce hacia El Paisnal no conocía el pavimento y en muchos segmentos pasaba por en medio de extensas plantaciones de caña de azúcar.
En esa vía fue emboscado el carro del padre Grande y sus dos acompañantes: Manuel y Nelson. Decenas de disparos impactaron los cuerpos de los tres pasajeros. Una bala atravesó, inmisericorde, el libro del ritual de los sacramentos. Chorros de sangre unían, en triste despedida, al sacerdote y a los laicos, al jesuita y a los campesinos, a los martirizados y la tierra.
Un testigo del antes y el después de la tragedia será la reliquia que actualizará la presencia de Rutilio Grande en la ceremonia de beatificación: un pañuelo.
El Servidor
Un pañuelo como símbolo de servicio nos permite hacer memoria. ¿Para qué lo usó Rutilio? Para secar los sudores de los días calurosos, después de una jornada de trabajo. Permitió secar las lágrimas de los sufrimientos y preocupaciones. ¿Para qué más pudo haber servido?
El testigo
El pañuelo, alojado en la bolsa trasera del pantalón, también se constituyó en testigo. Y el día del asesinato del Padre Grande y sus compañeros, bebió la sangre y quedó impregnado de ésta. Hoy, el pañuelo comunica el nombre y la identidad del sujeto martirizado. En la esquina está el nombre del Padre Grande y en toda la superficie, los rastros de su sangre, que el tiempo no ha podido borrar y que nos siguen hablando de su vida, su entrega y amor a los descartados de la tierra.
El martirio
Finalmente, los rastros de sangre, de los cuales el pañuelo es portador. Esa sangre que comunica santidad y que clama verdad y justicia para este caso y para todos los que permanecen en la impunidad.
La reliquia del padre Rutilio Grande y las de los otros mártires son parte importante de la ceremonia de beatificación y se actualizan como invitación a seguir el camino de servicio al pueblo de Dios hasta la entrega de la propia vida, tal y como lo hizo Jesús y jamás como mortaja que acompaña a la muerte.
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