32 a?os después, los mártires de la UCA siguen clamando verdad y justicia
Manuel Cubías – Pope
Las explosiones y tiroteos en la capital se escucharon desde el día 11 de noviembre por la noche. Este ambiente se intensificó en los barrios de las periferias de las principales ciudades de El Salvador, pero con más fuerza en la capital, San Salvador. Los guerrilleros realizaban la más fuerte ofensiva contra el ejército en todo el tiempo que duró la guerra civil.
Recuerdo la fuerte tensión que se vivía la noche del 15 de noviembre de 1989. Estábamos en Antiguo Cuscatlán, ciudad vecina a la capital. Los disparos se oían cada vez más cerca. Apenas si pudimos dormir. Las radios transmitían mensajes contra todos aquellos que querían un cambio para la sociedad salvadoreña, entre ellos los “curas de la UCA”.
Eran las seis y quince de la mañana del día 16 de noviembre. El teléfono sonó insistentemente y un compañero respondió. Era Chema Tojeira, el provincial de los jesuitas de Centro América, quien pidió que todos los estudiantes jesuitas nos hiciéramos presentes a la casa de la comunidad de la UCA. A mí me pidió que llevara la cámara fotográfica y cuantos rollos de película tuviera.
En la lejanía se escuchaban detonaciones. Las calles lucían desiertas. A lo lejos se veían unas columnas de humo. El olor de la muerte se acercaba a nosotros cada vez más. Cuando llegamos, vi un montón de cuerpos tirados, boca abajo.
Obdulio, esposo de Elba y Celina, las dos mujeres que fueron asesinadas junto a los seis jesuitas me señaló el lugar donde ellas estaban. Fue la primera foto Y luego otra y otra y otra. Cada una impregnada del olor de la muerte y de la barbarie.
No era la primera vez que era testigo del asesinato de gente inocente, sin embargo, comenzaron a surgir sentimientos encontrados. ¿Por qué?, ¿por qué ellos y ellas? ¿hasta cuándo acabará la brutalidad de los ricos y los militares? ¿hasta cuándo, como pueblo, tendremos vida?
Seguramente no era el único que se hacía esas preguntas. Cuando levanté la mirada, otros también lloraban y al mirarnos no sabíamos qué decir. Un compañero guatemalteco se me acercó y me dijo: -yo termino de tomar las fotos.
Sus caminos se juntaron el 16 de noviembre
Han pasado 32 años desde entonces, y hoy puedo decir, que cada uno de ellos, Elba, Celina, Amando, Lolo, Segundo, Juan Ramón, Ellacuría e Ignacio Martín-Baró no eran superhéroes. También fueron personas con sus dudas, miedos y conflictos.
Lo que sí tienen en común todos ellos es que pusieron a Dios en el centro de sus vidas, y así, llegado el momento de la persecución, pudieron vencer sus miedos y dejar que fuera el Espíritu quien diera testimonio por ellos (Mc 13, 11).
El 16 de noviembre se juntaron en el mismo jardín, la sangre de seis jesuitas con la sangre de Elba y Celina, dos mujeres salvadoreñas, y en ellas, con la sangre de los más de setenta mil muertos durante los doce años que duró la guerra civil.
32 años han pasado y la violencia y la muerte siguen paseándose impunes en El Salvador, ensañándose, como siempre, con los más pobres, quienes no dejan de soñar con un mundo de hermanos.
En las calles de la UCA: las alfombras, los farolitos, la misa en acción de gracias. Un acto de fe en la memoria y en la bondad de los seres humanos.
“El Jardín de las Rosas”, un documental
Alberto Pla, cineasta español,comparte con Pope el documental “El Jardín de las Rosas”, un trabajo que busca recuperar la memoria sobre lo sucedido el 16 de noviembre de 1989 y quiere aportar reflexión en la búsqueda de la verdad y la justicia.
Todos nuestros usuarios podrán ver el documental completo haciendo click en este enlace, del 16 al 23 de noviembre:
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