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Monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima y primado del ʱú Monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima y primado del ʱú 

Homilía del arzobispo de Lima: «Hagamos grande nuestro ʱú»

“Las bases del verdadero poder son el servicio y el bien común, especialmente a los más necesitados. Y ése es el criterio para construir una patria llena de esperanza y de alegría, aprendiendo a rectificar en el camino, aprendiendo a dar pasos y a construir nuevas relaciones con todos los que tienen buena voluntad”. Lo afirmó en su dzí Monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima y primado de esta nación

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Tal como informa la página del , el 17 de octubre, XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima y primado del Perú, presidió la Celebración Eucarística por la salud y el bienestar de la nación. Junto a la imagen del Señor de los Milagros, esta Misa por la Nación se celebró en el Santuario Las Nazarenas. Asistieron a esta misa el presidente de la República, José Pedro Castillo Terrones; la presidenta del Poder Judicial, Elvia Barrios Alvarado; la presidenta del Consejo de ministros, Mirtha Vásquez; el alcalde Metropolitano de Lima, Jorge Muñoz Wells, además de otros ministros y congresistas de la República.

Convocatoria a la concertación nacional

En su homilía, Monseñor Carlos Castillo afirmó entre otros conceptos:

“Las bases del verdadero poder son el servicio y el bien común, especialmente a los más necesitados. Y ése es el criterio para construir una patria llena de esperanza y de alegría, aprendiendo a rectificar en el camino, aprendiendo a dar pasos y a construir nuevas relaciones con todos los que tienen buena voluntad”

Servir al bien de los mas débiles y marginados

Además, recordó que, en este año del Bicentenario de la independencia, celebran “el mes Morado”, y en él el día de Oración por la Nación Peruana, esta vez bajo el lema de “Hagamos grande nuestro Perú”. Por esta razón invitó a pedir al Señor de los Milagros que los “inspire” para que la grandeza de su patria consista, sobre todo, “en el don preciado de un corazón grande para amar, que se suscite en cada peruano y peruana, y en todos nosotros como pueblo verdaderamente libre, es decir, libre para amar y servir al bien común, en especial al bien de los mas débiles y marginados”.

La era del Dios Padre

“Pidámosle nos de aquel corazón misericordioso que Jesús, desde la cruz, aceptó la muerte, y no se quedó allí, como dijo nuestro Papa Francisco en el mensaje del año pasado, ‘por la fuerza de los clavos, sino por su infinita misericordia’, alejando de nosotros la imagen de un Dios que amenaza, y más bien, inaugurando en la humanidad la era del Dios Padre, dador de amor gratuito, por medio de su Hijo que entregó el Espíritu, gracias al cual comenzó hace más de 20 siglos la regeneración de la humanidad, como hija y para hacerse hermana por la fuerza de la fe”

A imitación de Jesús

Además, el primado del Perú recordó que Jesús no tiene pecado, “pero eso no lo hace sentirse ni creerse superior, ni actúa mirando desde las alturas del poder y la gloria, con desprecio, la vida del pueblo debilitado, sino que desde dentro de él, sin arrogancia y sin vanidad, se inscribe para podernos acercar sin miedo a Él, confiados, porque nos ama, en especial a los más pequeños”.

“Podemos acudir alegres a este trono de la gracia que, paradójicamente, es su cruz, ese impresionante trono que levantamos y paseamos por nuestras calles en condiciones normales, y al que seguimos para alcanzar, no sólo el ser perdonados, sino también para recibir la capacidad de perdonar, de amar y tener sensibilidad misericordiosa con todos, y en especial servir a los que más sufren”

La humanidad peruana fuertemente golpeada

“Nuestra humanidad peruana está fuertemente golpeada”, dijo el arzobispo de Lima al recordar “las tensiones de una época de crisis global que exacerba los ánimos” e impulsan a creer en “ideas prefabricadas”, en “ínfimos y diminutos intereses de grupo”, en “mezquinos prejuicios y costumbres, proyectos, planes, ambiciones y estrategias”, que los hacen creerse “posesores de la verdad, de la solución, de la luz, y de la salvación, y lo peor, nos impulsan a  imponernos con artimañas, manipulaciones, intrigas, maquinaciones, mentiras, agresiones, e incluso armas; contrastan con el amor del Señor”.

Escuche la homilía de Monseñor Carlos Castillo

 

Tras comentar el Evangelio del día, el prelado agregó que “las situaciones de crisis desesperan a las personas y desbocan las falsas o locas ilusiones. Y en estas situaciones, surgen deseos desmedidos”, algo que relacionó con los discípulos que dijeron: “¡Queremos que nos concedas cualquier cosa que te pidamos!”. Sin embargo, explicó que Jesús escucha lo que dicen, y se pone a su disposición, se abre a comprender la demanda.

Creerse dioses

Y añadió que Jesús va a entender que sus propios discípulos han sustituido la belleza de la cercanía del Reino del amor, por la ambición del poder político, y por eso, es que desean si medida ser príncipes, y piden sentarse junto al Rey, uno a la derecha y otro a la izquierda… “Cuando Jesús comprende esto, lo hace porque sabe que en crisis dramáticas, curiosamente, nos emborracha, no el deseo de dignidad para todos, sino el deseo de poder desmedido, absoluto, y marginalizador”.

“Nos creemos dioses. Y somos capaces de anteponer ‘mi’ plan, ‘mi’ ambición, ‘mi’ primer lugar, ‘mi’ programa, ‘mi’ ideología, ‘mi’ grupo, ‘mi’ costumbre, ‘mi’ prejuicio, ‘mi’ carácter, ‘mi’ odio, ‘mi’ deseo, en lugar del bien de todos, y sobre todo, del bien de los mas humillados”

Monseñor Castillo añadió en su homilía: “Las situaciones dramáticas, nos hacen perder la cabeza, porque hemos perdido el sentido, el corazón, y por ello también, las razones del corazón, hemos perdido lo elemental, la sabiduría que pedía Salomón a Dios y que estamos llamados también a pedir todos: “un corazón atento para realizar la justicia en tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal”.

Bajar a la realidad

El “principio realidad” de lo que realmente acontece dramáticamente, y que tanto ama el Papa Francisco, prosiguió explicando el primado del Perú, es un principio para dejar de imaginarnos castillos en el aire, locas ilusiones que nos contaminan, mentiras que nos creemos a ciegas, pretensiones inalcanzables que perseguimos, abolengos que no tenemos, glorias que están solo en nuestra imaginación y amenazan nuestra sensibilidad, nuestra intuición, nuestra creatividad, nuestra poesía y capacidad critica, nuestra lucidez”.

“Así, en los momentos difíciles de las crisis dramáticas, nos creemos lo máximo, nos obcecamos y despreciamos a los demás. Pero Jesús nos baja de las nubes: ¡No saben lo que piden!” ¡Han perdido el norte!”

Al concluir su reflexión el arzobispo de Lima recordó que el Señor nos dice que debemos “ser los primeros”, “para servir y no para ser servidos”. “Este camino que Jesús siguió en la Cruz nos sigue recorriendo hoy día en nuestros quehaceres diarios, especialmente en quienes tenemos responsabilidad en el país. Dejémonos interrogar y resucitar por las palabras de Jesús: ‘No será así entre ustedes’, mucho más si somos creyentes, pero también eso va para todos”.

“Las bases del verdadero poder son el servicio y el bien común, especialmente a los más necesitados. Y ése es el criterio para construir una patria llena de esperanza y de alegría, aprendiendo a rectificar en el camino; aprendiendo a dar pasos y a construir nuevas relaciones con todos los que tienen buena voluntad, se irradia la sensibilidad que permite que tengamos un ancho corazón para servir, para amar y para reconstruir todas las heridas que todavía nos quedan en nuestro amado Perú, amado también por el Señor, con la generosidad del Señor de los Milagros”

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18 octubre 2021, 13:53