Sinodalidad: la Iglesia quiere ser signo de posibilidad de otro mañana
Urge purificar la intención, a través del discernimiento, ante el mayor de los desafíos en este proceso hacia la sinodalidad en la Iglesia, para avanzar todavía más, hacia una Iglesia toda ella Sinodal. Sin embargo, en el trasfondo de este proceso, pareciera que existe una tensión, potencialmente creativa, entre el sentir de la fe del Pueblo de Dios - Sensus fidei y las estructuras y doctrinas que sirven para el camino cotidiano de la Iglesia - Depositum fidei.
El proceso Sinodal Amazónico en este Kairós Eclesial: ¿Sensus fidei vs. Depositum fidei?
El Sínodo Amazónico fue una expresión particular, con implicación universal, sobre el modo cómo se va concretando la relevancia de la misión de la Iglesia en el mundo y en el corazón de sus gritos y esperanzas, es decir, donde el sensus fidei tuvo un espacio pleno y a partir del propio Pueblo de Dios para expresar mociones provenientes del Espíritu para nuestra Iglesia. La Sinodalidad es un modo de respuesta ante un mundo roto que necesita de sanación y en el que la Iglesia quiere ser signo de posibilidad de otro mañana.
El Sínodo Amazónico fue un proceso que animó la conversión integral de la Iglesia. La fase preparatoria desde el anuncio del Papa de este Sínodo (Octubre, 2017), el inicio de éste en la visita de Francisco al territorio Amazónico en Puerto Maldonado, Perú (Enero, 2018), y el inédito proceso de escucha territorial conducido por la REPAM en al menos 260 puntos en toda la Panamazonía (Asambleas, Foros, y Ruedas de conversación) con la participación directa de al menos 22,000 personas en toda la gran diversidad eclesial y de la población de esta región, y al menos otras 65,000 en los procesos preparatorios, fueron determinantes porque han sido la base y esencia con que se elaboró el “Documento de trabajo” (Instrumentum Laboris), a partir de las propias voces del territorio en una expresión de verdadera Sinodalidad y de ofrecer caminos concretos para acoger ese sentir en la fe del pueblo.
La Asamblea Especial del Sínodo que tuvo lugar en Roma bajo la presidencia del Papa Francisco, entre los días 6 y 27 de octubre de 2019, fue un espacio de discernimiento, diálogo y elaboración de propuestas para ayudar al propio Pontífice a identificar los posibles nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral en la Amazonía, y más allá de ella.
Con el Documento Final del Sínodo y la Exhortación Apostólica “, se han dado los lineamientos pastorales y magisteriales para impulsar esos nuevos caminos que han de ser faros para toda la Iglesia con respecto a su identidad y misión.
La periferia es el centro
Para este apartado me permito tomar como referencia mi propia experiencia en el proceso de concepción, preparación, fundación, y conducción colegiada de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), a la luz de las interpelaciones del Papa Francisco.
En primer lugar, la periferia es el centro. En abril de 2018, participando en el consejo pre-sinodal Amazónico, el Papa Francisco se acercó y, luego de una conversación espontánea, se puso serio y nos dijo: “Pongan atención a lo más importante, la periferia es el centro”.
Esta frase, repetida por el Papa en varios momentos, refleja un elemento del Evangelio fundamental para comprender y promover este proceso pastoral territorial en la Amazonía. Lo que era considerado descartable, indeseable o secundario, se torna en piedra angular para crear nuevas posibilidades y caminos para la iglesia y para un mundo roto.
Pero no se trata de una periferia que destrona al centro para asumir ahora ese rol y repetir el mismo esquema excluyente, sino que ha de mantener su cualidad de periferia en contacto profundo con la territorialidad y con los rostros de los márgenes, ayudando a transformar e iluminar al centro desde su pequeñez.
Esto es evidente en el propio itinerario y discernimiento de Jesús. Las voces del territorio amazónico y el modo de escucha y participación directa, aún con limitaciones, han cambiado por completo el modelo pastoral de la REPAM y del proceso sinodal, quizás para tornarse en irreversibles para la Iglesia.
No perder el foco: que no se diluya la dinámica territorial
En marzo de 2019, en un encuentro de estudio sobre los temas prioritarios del Sínodo tuvimos una audiencia privada con el Papa. En ese encuentro fraterno insistió al menos 4 veces en pedirnos: “No pierdan el foco, no dejen que se diluya el Sínodo”.
El pedido era claro, el sínodo no es una arena de disputa ideológica, o de pugna de poderes entre intereses ajenos a la realidad amazónica. En esta solicitud expresaba que el Sínodo sobre la Amazonía debía ser acerca de los sujetos concretos en el territorio y sobre la escucha y la promoción de ellos.
De no ser así, perdería el sentido de territorialidad-encarnación y fracasaría como paradigma para otros dinamismos eclesiales pastorales emergentes.
Los múltiples agentes externos, de un extremo ideológico y de otro, querían convertir este Sínodo en su vehículo particular para producir los cambios que consideraban esenciales para la Iglesia, o según sus ideologías parciales, con o sin la Amazonía, con o sin sus pueblos y comunidades.
La perspectiva del desborde
El 15 de octubre de 2019, durante la Asamblea del Sínodo Amazónico, el Papa tomó la palabra y dijo con firmeza:
“No terminamos de hacer propuestas totales… estamos de acuerdo en un sentimiento común sobre los problemas de la Amazonía y la necesidad de responder, pero al buscar las salidas y soluciones, algo no satisface. Las propuestas son de remiendo. No hay una salida totalizante que responda a la unidad totalizante del conflicto… con remiendos no podemos resolver los problemas Amazónicos. Sólo pueden ser resueltos por DESBORDE… El desborde de la redención. Dios resuelve el conflicto por desborde”.
El seguimiento de Jesús ha de estar por encima de las estructuras que, aunque necesarias e importantes, son finalmente medios, no fines. El fin es la construcción del Reino al modo de Jesús y en clave de anuncio del Evangelio.
La lógica del desborde a la que nos convoca el Papa implica abrazar los múltiples rostros crucificados que piden de la Iglesia ese papel profético y de presencia creíble, incluso, si es necesario en algunos casos, vender todo lo que tenemos (abandonar viejos modos) para abrazar el rostro de Cristo en el territorio.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí