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República Democrática del Congo: Los ex ni?os soldados de Dungu

La región de Dungu, en el noreste de la República Democrática del Congo, en la frontera con Sudán del Sur y Uganda, sufre desde hace varias décadas la violencia del movimiento LRA (Lord’s Resistance Army), que siembra el terror entre la población y recluta ni?os en su ejército. El padre Georges Mizingi y la Congregación de San Agustín luchan por dar un futuro a estos jóvenes a los que se les ha robado la infancia

Marine Henriot – Ciudad del Vaticano

Cuando los antiguos niños soldados llegan a la Congregación de San Agustín de Dungu, tras haber huido o haber sido liberados gracias a la labor de organizaciones como Invisible children o Save the children, "están en muy mal estado", lamenta el padre Georges Mizingi, responsable de la Congregación de San Agustín en la República Democrática del Congo. Estos niños, secuestrados por las garras del Ejército Lord’s Resistance Army, un grupo extremista que pretende instaurar un régimen basado en los Diez Mandamientos de la Biblia, se encuentran con dolores físicos tras pasar meses en el monte en condiciones terribles, pero también con sufrimientos psicológicos, condenados a una vida cotidiana de violencia, lejos de los suyos. El joven sacerdote explica:

“Están destruidos psicológicamente, porque tienen que hacer cosas que no tienen que ver con su estado de niños... Tienen que aprender a luchar y a ser violentos”

Dungu está en el noreste de la República Democrática del Congo, cerca de las fronteras con Sudán del Sur y Uganda. El territorio está formado por grandes bosques, con amplias zonas deshabitadas, donde los grupos armados van y vienen a su antojo. El Ejército Lord’s Resistance Army  captura a niños de las aldeas de los alrededores para utilizarlos, primero como secuaces, obligándoles a llevar su equipo y los bienes robados, y luego, poco a poco, estos jóvenes son destrozados, intimidados y empujados a adoptar la violencia como única forma de vida, hasta que toman las armas y se convierten en soldados. Muchas niñas también son capturadas y utilizadas como esclavas sexuales.

Niños de la región

Ante esta lacra que contamina su región y todo su país – se cuentan más de 100.000 niños soldados en la República Democrática del Congo según Naciones Unidas – el padre Mizingi no podía quedarse de brazos cruzados. Y comenta:

“Allí donde estamos, los religiosos no podemos limitarnos a llevar el Evangelio, nos vemos abocados a ser agentes de desarrollo”

El padre Georges Mizingi conoce bien las dificultades que deben atravesar los jóvenes de su región. Él mismo es originario de Dungu. Cuando terminaba sus estudios de secundaria, tuvo que huir durante tres meses al monte para escapar de la violencia de los grupos armados, y de nuevo cuando comenzó su formación religiosa.  Desde muy joven, estas tragedias "despertaron una fuerte sensibilidad hacia la situación" de los niños soldados, porque:

“Robar el futuro de un niño es lo más grave que se puede hacer”

Un enfoque integral

Cuando los niños llegaron a la Congregación, los religiosos abogaron por un enfoque "integral y total" para ayudarlos. En primer lugar, se trataba de satisfacer sus necesidades fisiológicas, a menudo desnutridos tras sus trágicas experiencias en el monte. En la segunda etapa, los agustinos los ayudan a retomar el ritmo de una vida cotidiana normal, lejos de la violencia, "trabajamos con psicólogos para que vuelvan a ser niños", explica el padre Mizingi.

Restablecer una confianza destruida

Víctimas que en el pasado fueron engañados varias veces por los adultos, por los rebeldes que los reclutan, pero también por asociaciones u organizaciones "que parecen querer ayudarlos pero que al final no lo han hecho". Así que algunos niños se han vuelto muy desconfiados, porque las asociaciones los han llevado a reuniones infructuosas pero no han hecho nada. Se necesita mucho tiempo para restablecer una confianza destruida: "Sólo cuando tienen confianza pueden abrirse y se los puede ayudar", explica el sacerdote congoleño.

Centro de acogida en Dungu

Este trabajo requiere una estructura y una fuerte logística. Con el apoyo de la Fundación Agustina en el Mundo y de varias organizaciones locales e internacionales, el padre Mizingi y sus hermanos han estado trabajando en la construcción de un centro de acogida en Dungu. En las últimas semanas, las obras estarán casi finalizadas. Con el tiempo, un centenar de niños podrán ser alojados allí, pero mientras se espera a que se instalen, el padre Georges no escatima en esfuerzos.

Está trabajando en la creación de grupos de trabajo y en permitir que los niños sigan cursos para encontrar su lugar en la sociedad y el mundo del trabajo". Así, los chicos pueden beneficiarse de la formación en agricultura, carpintería y apicultura, mientras que las chicas pueden dedicarse a la peluquería o a la cocina.

El padre Georges y los agustinos se aseguran de que todos los jóvenes que acogen puedan algún día mantenerse y dar la espalda a su pasado como niños soldados o esclavos sexuales.

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01 junio 2021, 14:46