Misa en la ermita del Negro Manuel y el obispo en la Casita de la Virgen gaucha
Por Lucas Schaerer
“Soy de la virgen nomásâ€. Es la carta de presentación del cuidador de la Virgen de Luján, el legendario Negro Manuel, el esclavo que en el año 1.630 quedó al resguardo de la imagen de la Virgen que luego se convertiría en la patrona de la República Argentina.
Este esclavo africano traficado a América, primero Brasil y luego Argentina, que ganó la libertad por su devoción y cuidado de la Virgen gaucha, por tantas curaciones milagrosas que generó entre el poblado de lo que hoy conocemos como Luján, fue ganando devoción y visibilidad entre el pueblo. De allí, que hace tres años atrás en la Basílica de Luján fue colocada una imagen de él y banner resumiendo su historia.
“Los hinchas del Negro Manuel y la virgencitaâ€, así se presentó Pato, un hombre de voz ronca, larga barba canosa y gorrito con orejeras nacido y criado en Luján quien es la referencia local del grupo de creyentes “Misioneros de Franciscoâ€. Ellos construyeron, a principios de año, la ermita del Negro Manuel en la ruta provincial 7 a un kilómetro y medio del cruce con la ruta provincial 6. Allí se celebró este sábado 8, a media mañana, la misa en el día de la consagración de la Virgen de Luján.
Acompañaron al grupo de laicos “Misioneros de Franciscoâ€, nacido desde el movimiento popular Evita, varios sacerdotes Eduardo Farrell y Tony; quien celebró la misa, al costado de la ruta, por la Virgen y el Negro Manuel, el sacerdote Luis Perales. Él mismo contó que su conversión fue caminando, durante dos años, desde Argentina a México. Al regresar el ocho de diciembre de 2012 se consagró cura. Su historia de vida impactó en todos los fieles. Luego fue la bendición con agua bendita para el cuadro que estaba al pie del altar en la ermita. Esa imagen fue trasladada a la “Casita de la Virgenâ€, un local a dos cuadras de la Basílicia de Luján, donde se está dando forma al “Paseo Cultural e Histórico de la Virgen de Luján y Feria de la Economía Popularâ€.
Al final sonaron los aplausos y vivas a la Virgen, el negro Manuel, la patria y el Papa Francisco. Entre ellos habían llegado peregrinos de la localidad de San Martín y uno en bici desde Hurlingham.
El obispo en la casita de la Virgen
El obispo de la diócesis local, Jorge Eduardo Scheinig, sorprendió al llegar al patio arbolado de la “Casita de la Virgen†para ponerse en diálogo con aquellos creyentes que habían llegado de la misa en la ruta.
A penas ingresó unos tres hermanitos se le acercan al obispo para ver y acariciar el crucifijo que colgada de su pecho. Una de ellas le pide que se lo regale. “Está cruz no te la puedo dar, pero sí esto†y sacó de su bolsillo un crucifijo de color negro entregado por el Papa Francisco. La nena que cumplía once años salió corriendo a mostrarle a su mamá.
La escena del obispo y los niños ocurrió delante del secretario general de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular, Esteban “Gringo†Castro, y el integrante del Movimiento Comedor Los Pibes, Luciano Álvarez.
La presencia del clérigo no es menor. Sobre todo, en el contexto del día que incluía una trasmisión on line, vía Vaticano, de la oración mundial que convocó el Pontífice para el fin de la pandemia del coronavirus.
Para el mediodía en la “Casita de la virgen†(al costado de la basílica cruzando el puente en Mitre y Julio A. Roca frente al parque de diversiones) ya circulaban las bandejas de plástico con guiso de lentejas cocinadas en una gran olla; otros ya se compraban las remeras con la estampa del negro Manuel y la Virgen de Luján y otros artículos como tazas con las devociones que realizaron los “Misioneros de Francisco†con el fin pastoral y para sostener el proyecto de la “Casita de la Virgen†que busca ser refugio para los peregrinos que viajan a ver a la patrona de la Argentina.
Las charlas de los fieles, muchos de ellos integrantes de los movimientos populares, iban desde la preocupación por suba de precios de los alimentos, los sueños por una economía popular que reciba más apoyos para producir en las comunidades sea ladrillos, en las huertas o en la industria lechera locales hasta contar anécdotas inolvidables de peregrinaciones como a Paraguay en la visita apostólica del Papa argentino.
El sol otoñal acompañó toda la jornada de fe y fraternidad por fuera de la basílica.
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