ʲԲá. Ulloa: transformar indiferencia y rutina en alegría y comprensión
Alina Tufani - Ciudad del Vaticano
“Creer que por nuestras venas corre la sangre redentora de Cristo ganada por su muerte en la Cruz”, es la exhortación de monseñor José Domingo Ulloa, arzobispo de Panamá en un difundido a través de su cuenta en Twiter. “La vena de Cristo Dios inyecta sangre de eternidad para todos los que somos mortales”, agrega el prelado panameño al confirmar que es natural que todos se conmuevan ante la cruz que, sin embargo, para un cristiano es motivo de dicha, porque es la mano de Dios la que triunfa sobre la muerte con la resurrección de su Hijo Jesús.
El breve mensaje se inscribe en la , pronunciada por monseñor Ulloa en la Catedral Basílica Santa María La Antigua, donde se preguntó si en la actualidad los cristianos viven como sus antepasados el acontecimiento de la Resurrección de Cristo, con la misma convicción o con el mismo clima de eternidad. Por ello, enfatizó que “ante tal acontecimiento contemplamos que es posible un orden nuevo, un mundo distinto y –sobre todo- un futuro inmortal para cada uno de los que creemos y esperamos en Jesús, muerto y resucitado”.
En este contexto, el prelado panameño reconoció que en la sociedad actual hay corrientes que quieren ocultar la enfermedad y la muerte, que tratan de evitarla, envolverla en el silencio, renunciar a pensar en ella o a prepararse para ella. “Aunque vivamos dándole la espalda a esta realidad, no podemos ocultar este acontecimiento”, recalcó monseñor Ulloa al calificar la muerte como “nuestra gran compañera de camino”, pues todos los seres humanos sin distinción sienten su grito, su conmoción, pero sobre todo se interpelan sobre lo que habrá o quedará después.
“Los cristianos tenemos la gran dicha de tener el recurso de la fe. Una fe pequeña o grande; una fe resignada o en dura protesta; pero una fe que revela el secreto de nuestra realidad. La muerte no nos deja en el vacío de la nada, la muerte nos lleva a Dios. La muerte ha sido vencida…”, reiteró el arzobispo.
Luego, monseñor Ulloa se refirió a las nuevas generaciones que solo están educadas para “una vida eventual”, es decir, como si fuera permanentemente dictada por la autosuficiencia, autocomplacencia y el vivir al día sin referencia alguna a Dios. Un sinsentido que para esos jóvenes podrá convertirse en tiniebla, desencanto, decepción con el mundo, cuando con el paso de los años se presente la dura y cruda realidad.
“Ante eso, la Pascua, trae aires nuevos: Cristo ha resucitado y, con su resurrección, trae vida para todos”, insistió monseñor Ulloa pero no sin antes preguntarse si en realidad los cristianos, llamados a llevar este anuncio “de boca en boca”, están verdaderamente preparados o convencido de que Cristo ha resucitado y que esa es la respuesta al absurdo de la muerte.
“Este año de manera especial esta Pascua en medio de la pandemia, surge como una llamada a revitalizar y transformar lo que se ha hecho indiferencia, rutina, cansancio, aburrimiento; en alegría, comprensión, respeto, diálogo, corresponsabilidad, pensamiento y acción”, puntualizó monseñor Ulloa. Y dirigiéndose especialmente a las comunidades les pidió romper la inercia y la pereza, para que el anuncio de la Resurrección no sea “solo una palabra ritual” sino “la fuerza que dinamiza la vida personal, comunitaria y social”.
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