Puerto Rico celebra reapertura de la Iglesia San José del Viejo San Juan
Ciudad del Vaticano
El 19 de marzo, solemnidad de San José, esposo de María, padre adoptivo de Jesús y también patrono de la Iglesia Universal, se celebró además en Puerto Rico la reapertura y consagración de la Iglesia San José, tras dos décadas de restauraciones.
Mensaje del Papa Francisco
Mons. Rubén González Medina, CMF, Presidente de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña (CEP) y Obispo de Ponce, dio lectura al mensaje del Papa Francisco enviado por las autoridades vaticanas. El Sumo Pontífice se unió a la acción de gracias a Dios por la reapertura del templo que acogió a los primeros evangelizadores y “lo ha acompañado en los avatares de su historia inspirando su alabanza acogiendo su acción de gracias y llamándolo a la sincera conversión”. Por ello, invitó a “seguir intensificando los esfuerzos para que desde ese templo se irradie a todos la luz del Evangelio, gracias al consuelo de los sacramentos, el auxilio de la oración y la ayuda caritativa y fraternal a los más necesitados”. Y culminó impartiendo su bendición y con la súplica de que recen por él.
Historia del templo y de la ciudad
La iglesia de San José está en la ciudad amurallada del Viejo San Juan, zona histórica y colonial de Puerto Rico. La construcción de este templo inició en el 1532, y desde hace más de dos décadas tuvo que ser cerrado y sometido a un proceso de remodelación. Es el segundo templo más antiguo del continente Americano.
La celebración coincidió con el quinto centenario del traslado de la ciudad capital inicialmente ubicada en Caparra y que en el 1521 se mudó a la isleta de San Juan. El templo se comenzó a construir en 1532, es la iglesia más antigua de Puerto Rico y la segunda más antigua de América, solo superada en antigüedad por la Catedral de Santo Domingo, República Dominicana.
Mons. Roberto O. González Nieves, OFM, Arzobispo Metropolitano de San Juan, en su homilía hizo un recuento histórico: los dominicos se establecieron en la isleta de San Juan (1521), comienzan la construcción del convento y la iglesia c conventual bajo el título Santo Tomás de Aquino (1532), la iglesia está bastante terminada (1773), pasa a los padres jesuitas quienes se encargan del seminario conciliar y cambian en nombre a San José (1858).
“Se especula que siendo San José el patrono de los seminarios y al estar la iglesia y el seminario atendidos por la misma congregación religiosa -los jesuitas- se hiciera el cambio”, especificó el prelado. Luego el seminario y la iglesia pasa a los padres paules (1878) y la iglesia se convierte en parroquia (1911). Fue para 1950 que P. Juan Manuel Madrazo, de los padres paules, comienza las fiestas de la calle San Sebastián como las fiestas patronales para recaudar fondos para el mantenimiento del templo. En 1969 ante la realidad del éxodo de población en el Viejo San Juan, los padres paules entregan la parroquia a la Arquidiócesis. Para el 2002 comienza la actual reconstrucción que finalizó con la celebración de reapertura. “Providencialmente el Papa Francisco ha dedicado este año a San José, en ocasión del 150 aniversario de la proclamación de San Jose como Patrono De la Iglesia por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1870”, detalló Mons. Roberto.
Programa de la consagración de la Iglesia
Según de Enrique López, director del periódico El Visitante, boletín oficial de la Conferencia Episcopal de Puerto Rico, se afirma que la reapertura y rededicación fueron presididas por Mons. Roberto O. González Nieves, OFM, Arzobispo Metropolitano de San Juan, y contó con la presencia de obispos de Puerto Rico, clero, autoridades civiles y fieles, manteniendo las medidas preventivas sanitarias debido a la pandemia.
El ambiente entre los presentes era de un asombro que llevaba a lo sublime ante las paredes finamente encaladas y algunos espacios en piedra o ladrillo, el arte sacro en pinturas al óleo, esculturas de santos y todo esto bajo el estilo arquitectónico tan característico en las bóvedas del techo.
Ricardo González, Presidente del Patronato de Monumentos de San Juan, en su mensaje describió el profundo deterioro en el que se encontraba el templo al inicio de los trabajos de restauración, explicó las etapas de la misma, los descubrimientos cuando finalmente lograron alcanzar los muros originales y elogió a los bienhechores que ayudaron a la restauración millonaria del templo histórico. Al finalizar su mensaje, entregó las llaves al Arzobispo.
El Arzobispo Metropolitano asperjó con agua bendita al pueblo, el nuevo altar y el retablo de la capilla de Belén, en la parte frontal derecha del templo. Durante su homilía, reconoció y agradeció la labor durante los 19 años de reconstrucción de Ricardo González, el Arquitecto Jorge Rigau, los trabajadores, los generosos benefactores y voluntarios. “A todos les damos las gracias de todo corazón por hacer realidad que nos podamos seguir reuniendo en este templo dedicado a San José que es una de las cunas de la civilización puertorriqueña para alabar a Dios. […] Debido a la pandemia lamentablemente muchas personas no han podido venir a esta misa de reapertura y rededicación de este templo.”, apuntó el prelado. Explicó que el Salmo leído dicta que la misericordia de Dios es como un edificio eterno. “Este edificio en el que estamos, ahora restaurado, nos recuerda la eterna misericordia De Dios”.
Luego de las letanías el Arzobispo extendió sus manos para la oración de dedicación. Hay que resaltar que en la mesa del altar se encuentra una reliquia del Beato Carlos Manuel Rodríguez. “Este edificio hace vislumbrar el misterio de la Iglesia, a la que Cristo santificó con su sangre…”, pronunció durante el ritual. Fue entonces que el Arzobispo se despojó de la casulla, tomó el gremial y vertió el santo crismal -óleo consagrado- por todas las áreas de la mesa del altar. Acto seguido, Mons. Alberto Figueroa Morales, Obispo Auxiliar de San Juan, procedió a ungir cada columna de la nave central del templo. Un momento místico aconteció cuando se encendió el brasero para quemar incienso justo en medio de la mesa del altar y en pocos segundos todo el templo quedó aromatizado por la pequeña columna de humo. Tras revestir el altar y encender cada candelabro continuó la Santa Misa.
Otro momento especial aconteció cuando el prelado arquidiocesano llevó en procesión por la nave central del templo el Santísimo Sacramento hasta la Capilla de Belén, ubicada en la parte frontal derecha De la Iglesia. Al llegar acompañado por servidores del altar depositó el copón, se arrodilló y cerró el sagrario. Así quedó inaugurada la Capilla del Santísimo.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí