El CELAM agradece al Papa por ocho a?os vividos con la alegría del Evangelio
Ciudad del Vaticano
“Desde el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), sus hermanos en el episcopado le agradecemos por estos ocho años de Pontificado con la Alegría del Evangelio: con estas palabras los obispos latinoamericanos se dirigen al Santo Padre en un con ocasión de su octavo aniversario de Pontificado.
La misiva de los obispos latinoamericanos subraya las claves del magisterio y expresa su plena gratitud por el estímulo “a ser discípulos misioneros, Iglesia en salida, a dejar nuestras prebendas y a desinstalarnos de nuestras seguridades para desplazarnos hacia las periferias geográficas y existenciales, como lo hizo Jesús de Nazareth”.
Los prelados recuerdan también con emoción la "buena nueva" de aquel 13 de marzo en el que fue elegido “como Sucesor de Pedro y como Primer Papa Latinoamericano”.
“Bien sabemos que en medio de las desigualdades e injusticias que padece nuestro continente, como Ecclesia semper reformanda debemos asumir con radicalidad el llamado permanente a la conversión para hacer realidad los sueños que usted nos regaló en Querida Amazonía, para dar paso a una Iglesia cada vez más samaritana, misericordiosa, sinodal, participativa y, sobre todo, al servicio del Pueblo de Dios”. Una Iglesia – continúan – “siempre dispuesta a curar las heridas del camino como un ‘hospital de campaña’ entre los migrantes, los desplazados, los que sufren la violencia y la pobreza, los que son víctimas de la Trata, y los más vulnerables, a quienes se les niegan sus derechos fundamentales: salud, trabajo, vivienda, educación”.
Los obispos del CELAM recuerdan también la enseñanza del pontífice para “ser una Iglesia pobre y para los pobres, comprometida con el desarrollo humano integral, la defensa de la vida y el cuidado de la ‘casa común’. Como Obispo de Roma – subrayan – ha ‘primereado’ en la fraternidad y en la amistad social, y nos ha invitado a poner la mirada, de modo especial, en los jóvenes y en los ancianos, en las mujeres y en los niños, en los pueblos originarios, a ponernos del lado de quienes hoy son excluidos e invisibilizados por una economía que mata”.
Por último, el sentimiento de gratitud por haber indicado la vía maestra para “vivir el Evangelio con alegría y sencillez de corazón”.
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