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Vista aérea que muestra a los activistas antiaborto (derecha) y a los partidarios del derecho al aborto (izquierda) reunidos frente al Congreso argentino, el 29 de diciembre de 2020 Vista aérea que muestra a los activistas antiaborto (derecha) y a los partidarios del derecho al aborto (izquierda) reunidos frente al Congreso argentino, el 29 de diciembre de 2020 

El Senado argentino aprobó la ley de aborto. Obispos: proteger la vida

"Esta ley que ha sido votada ahondará aún más las divisiones en nuestro país. Lamentamos profundamente la lejanía de parte de la dirigencia del sentir del pueblo, el cual se ha expresado de diversas maneras a favor de la vida a lo largo y a lo ancho de nuestra Patria": así lo expresa la Conferencia Episcopal Argentina en el Comunicado de prensa ante la legalización de la interrupción del embarazo en la República Argentina.

Isabella Piro - Ciudad del Vaticano

Con 38 votos a favor y 29 en contra, el Senado de Argentina ha aprobado la ley sobre la interrupción voluntaria del embarazo. El aborto se convierte así en legal en el país. La medida, previamente aprobada por la Cámara de Diputados, fue autorizada tras doce horas de debate. La voz de los obispos, que, en varias ocasiones, durante muchos meses, han reiterado la importancia de proteger la vida desde la concepción, no fue escuchada. En una nota publicada hoy, pocas horas después del voto del Senado, la Conferencia Nacional de Obispos (CEA) reitera que " continuará trabajando con firmeza y pasión en el cuidado y el servicio a la vida". Los prelados también expresaron su pesar por la “lejanía” mostrada por el Estado hacia la población que se ha" expresado de diversas maneras a favor de la vida a lo largo y a lo ancho” de la Patria. "Seguiremos trabajando -continúan los obispos- por las auténticas prioridades que requieren urgente atención en nuestro país”, como “los niños y niñas que viven en la pobreza en cantidad cada vez más alarmante, el abandono de la escolaridad por parte de muchos de ellos, la apremiante pandemia del hambre y la desocupación que afecta a numerosas familias, así como la dramática situación de los jubilados, que en estas horas podrían verse vulnerados en sus derechos una vez más". Defender la vida siempre, sin claudicaciones, - concluye la CEA - nos hará capaces de construir una Nación justa y solidaria, donde nadie sea descartado y en la que se pueda vivir una verdadera cultura del encuentro”.

Y precisamente ayer, mientras se esperaba el resultado de la votación, se realizó una manifestación frente al Senado: miles de católicos, evangélicos y miembros de organizaciones que trabajan por la protección de la vida, se reunieron bajo el lema "Por una Navidad sin aborto: hagamos de nuevo la historia ". Se realizaron otras movilizaciones y momentos de oración en varias provincias del país, también en adhesión a la "Jornada de Ayuno y Oración" promovida por la Conferencia Episcopal Argentina para el 28 de diciembre, memoria litúrgica de los Santos Mártires Inocentes.

En las homilías de las misas de ese día, varios prelados reiteraron el carácter sagrado de la vida y la necesidad de protegerla, instando a los legisladores a detener el proyecto de ley debatido. El arzobispo Andrés Stanovnik de Corrientes, por ejemplo, reiteró que "La vida viene de la mano de Dios, y como venga siempre es bienvenida". "La verdad, la libertad, la justicia y el amor – añadió – van de la mano y no puede subsistir una sin las otras”. Se hizo eco de él el Arzobispo de La Plata, Monseñor Víctor Manuel Fernández quien, también en la misa celebrada el 28 de diciembre, llamó a orar al Señor para que “infunda en nuestro pueblo y en los dirigentes un hondo espíritu de amor y de cuidado de la vida”. También para que todos los creyentes “podamos ser coherentes en la defensa de toda vida, cerca de los abandonados, de los que viven a medias, de los destrozados por una sociedad egoísta”.

El prelado también hizo un fuerte llamamiento para estar “cerca de las mujeres que pasan por una situación difícil y se ven tentadas a buscar una salida en el aborto". Recordó, asimismo, que los creyentes “amamos la vida y defendemos la vida humana no sólo por nuestra fe sino por sólidas convicciones humanistas, que podría sostener también un ateo”. Además, el prelado deploró el intento de “reducir al aborto a una urgencia de salud pública”, mientras que en cambio toda persona humana tiene una “inmensa e inviolable dignidad” porque ello tiene que ver con “el proyecto de amor de Dios”.  

El Arzobispo de Buenos Aires, el Cardenal Mario Aurelio Poli, también presidió una misa en la Catedral Metropolitana el 28 de diciembre en la que invocó la necesidad de proteger a las "almas inocentes" no nacidas:

“La gran prueba de la pandemia que padece toda la familia humana y que en la Argentina tiene todavía consecuencias muy dolorosas, nos hace pensar en la dignidad de cada vida, nos recuerda cuánto vale un ser humano”, ya sea “la vida de un anciano, de un discapacitado, de un enfermo, de un niño por nacer”. De ahí la condena del Arzobispo a la “febril obsesión” y a la “incomprensible urgencia” de los políticos que, precisamente en estos tiempos han decidido legislar sobre el aborto, como si “tuviera algo que ver con los padecimientos, los temores y las preocupaciones de la mayor parte de los argentinos”. Otra cosa – afirmó el cardenal - sería defender los derechos humanos de los débiles, de tal manera que no se los neguemos, aunque no hayan nacido”.

Por último, cabe recordar que el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina ya se había pronunciado a principios de diciembre: en un mensaje de vídeo, Monseñor Oscar Vicente Ojea había instado al país a decir no a la cultura del descarte y a reflexionar sobre lo que significa respetar la vida y su valor intrínseco. " "Una sociedad se define por la mirada que tiene hacia el más vulnerable, el más pobre y el más indefensos” había dicho. "Esto es lo que caracteriza y sella la dignidad de un pueblo y de una cultura". Esto concierne, en particular, "al niño por nacer en su estado de total desprotección". Ante un embarazo no deseado, reiteró, “no se trata de segar la fuente de la vida, sino de ampliar el lugar en la mesa de los que son llamados a la vida, para que quepan todos”. “Este es un llamado a la generosidad del alma de los pueblos también, para recibir a todos los que son llamados y no a algunos, excluyendo a otros, porque esto es descarte”.

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30 diciembre 2020, 16:38