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XXXI Domingo del Tiempo Ordinario. Todos los Santos

El día de hoy, el sacerdote Francisco Díaz comenta el Evangelio de Mateo 5, 1-12 en la fiesta litúrgica de todos los santos.

El texto de hoy presenta la apertura solemne del primero de los cinco grandes sermones que presenta el Evangelio según San Mateo. Estos versículos nos ofrecen ocho Bienaventuranzas que se ubican dentro del ámbito de la literatura sapiencial, aquella que nos enseña a vivir, a elegir solamente lo que da sentido a nuestra vida.
Así entendemos que son Bienaventurados los pobres de Espíritu, porque la avaricia empaña nuestra vista y desgarra nuestro corazón.
Son Bienaventurados los que lloran y los que sufren, porque solo ellos pueden ser empáticos con los demás, transformando estas experiencias dolorosas en actos de solidaridad.
Son Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque si en algo hemos de enorgullecernos es de la fuerza que tiene en nosotros la misericordia.
Son Bienaventurados los limpios de corazón, porque la construcción de una sociedad en paz exige todo lo que somos y tenemos.
Son Bienaventurados los perseguidos a causa de la falsa justicia, porque son faros de luz que brillan entre tanta corrupción.

Este Evangelio nos invita a elegir porque, pudiendo matar y robar, optamos una y otra vez por dar vida y practicar la justicia. En lugar de ser prepotentes, elegimos cada día dejar que la misericordia guíe nuestras acciones.
En fin. Bienaventurados sean todos, hombres y mujeres de bien, quienes pudiendo llevar una vida egoísta y fácil, eligen creer y tener fe en el proyecto del Reino de Dios, el cual irrumpe en nuestra historia y la transforma, ilumina nuestra ceguera y nos compromete con la realidad, con el sufrimiento de nuestro prójimo, y nos da una misión en esta vida. Bienaventurados sean todos y todas.

Francisco Díaz SJ

 

 

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01 noviembre 2020, 09:44