Abramos los ojos, el Se?or Jesús viene. Carta Pastoral del Arzobispo de Lima
Ciudad del Vaticano
que monseñor Castillo dirige a los fieles de Lima inicia afirmando: “Comenzamos el Adviento 2020 bajo el signo de la esperanza. Parecía que la estábamos perdiendo, pero hemos comenzado a despertar, a levantarnos y renovarnos. En medio del azote trágico de la Pandemia, de la corrupción y de las ambiciones desmedidas, hemos aprendido a no bajar la guardia, a seguir vigilantes, afianzar nuestra sensibilidad humana y cristiana, y recuperar nuestra dignidad”. De esta manera invita a vivir una espiritualidad de ojos abiertos, no cerrados, sabiendo identificar a Jesús en los más vulnerables y descartados de la sociedad.
Tiempo de esperanza, apertura de ojos y movimiento solidario
“Este año litúrgico 2020-2021, nos exigirá tener los ojos abiertos hacia nuestra Patria”, adelanta Monseñor Castillo en su Carta Pastoral:
El anhelo de renacer, de regenerarnos desde el amor gratuito hacia nuestro pueblo, se ha plasmado estos días en el sentir esperanzado de nuestros jóvenes. No puede ser defraudado.
El Arzobispo explicó que este tiempo de esperanza requiere “apertura constante y movimiento ingenioso. Apertura de ojos y de corazón, así como movimiento misionero y solidario”:
“Jesús llega sin avisar, en cada tiempo y circunstancia, en cada problema y desafío, en cada acontecimiento personal, social y nacional. Vendrá definitivamente y para esperarlo requerimos acogerlo con ojos y brazos abiertos, una reflexión inteligente, y el amor entrañable en el corazón. Nuestra espiritualidad se abre al Otro que nos visita y que clama en el otro que sufre”, expresó Monseñor Carlos.
En otro momento, monseñor Castillo hizo un llamado a que, a puertas del Bicentenario de nuestra Nación, miremos cara a cara nuestros problemas más álgidos: “fortalezcamos todo lo bueno que se avanzó para no retroceder, y corrijamos todo lo que aún nos entrampa”, resaltó.
Vigilemos pues, comprendamos cada signo que nos envía el Señor en cada hecho personal y acontecimiento nacional, acojamos su interpelación e inspiración mediante la Palabra, y acudamos alegres a ensanchar la fraternidad que nos acomuna.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí