ʱú, Brasil y Colombia: la paradoja de la Triple Frontera Amazónica
Ciudad del Vaticano
Para conocer la Triple Frontera, - Colombia, Perú, Brasil - es importante saber que precisamente allí “no existen las fronteras”. Parece una contradicción, pero no lo es. ¿Qué significa esta paradoja? El padre Alfredo Ferro, sacerdote jesuita colombiano, Coordinador del Servicio Jesuita Panamazónico lo explica así, ante los micrófonos de Pope:
Existe una frontera entre los países sí, pero para la nacionalidad o para los territorios política y geográficamente hablando. No existe, en cambio, para los habitantes de la misma, porque hay una relación muy estrecha entre las poblaciones y entre las comunidades indígenas: basta saber que la etnia más numerosa es la de los ticunas, presentes tanto en el Perú como en Brasil y en Colombia. Creemos que es necesario “romper estas fronteras que son imaginarias” y comprender que somos una unidad mayor. Pensando en la Amazonia, creo que es imprescindible ver el bioma de la “la Panamazonia” como un “todo”, y no como territorios separados. Sobre esto está trabajando la Iglesia en este momento.
A un año del Sínodo de los Obispos sobre la Región Panamazónica, volvemos nuestros pasos sobre los compromisos que han surgido de esta gran movilización eclesial. El Padre Ferro subraya la importancia del , y de los sueños del Papa Francisco en Querida Amazonia. Documentos que, a pesar de haber tenido muy buena recepción al querer devolver sus frutos a los territorios y comunidades, se enfrentaron a la pandemia causada por el Covid-19, que dificultó la labor de la Iglesia en la prosecución del proceso sinodal.
Sin embargo, tal como señala el P. Ferro, la ha estado muy atenta a este gran desafío, y para ello ha tenido muy presente un ejercicio práctico que hizo el Cardenal Czerny al redactar un documento muy interesante para dar esa continuidad al proceso sinodal apuntando a todos los compromisos que surgen del Documento Final del Sínodo.
Pero el P. Ferro destaca algunas de las “novedades interesantes” que surgen de las propuestas del Sínodo, que está constituida por también por “la esperanza” puesta en la nueva , que preside el cardenal Claudio Hummes, la cual, entre otras cosas, “abre posibilidades para una mayor articulación con el ”:
Luego del Sínodo hay una nueva manera de estructurar, de estar y de ‘ser presencia’ como organismo eclesial América Latina. Tenemos los documentos: , … debemos ver de qué manera serán asimilados por la población y por la iglesia en general, y eso qué significa en término de desafíos y compromisos.
El reclutamiento para el narcotráfico y la trata de personas
Es importante conocer las problemáticas y las amenazas de esta riquísima parte de nuestro planeta, y específicamente de la frontera a la que nos hemos referido, que el jesuita enumera: en primer lugar, el narcotráfico, con el reclutamiento de jóvenes que trabajan como “raspachines”, es decir, como recolectores de hojas de coca. Las redes de trata de personas, que reclutan niñas y mujeres indígenas para su explotación; y la problemática ambiental, con la tala de bosques, especialmente en la Amazonía peruana: todas situaciones que se dan, lamentablemente, en un gran clima de corrupción.
El SJPam, gracias también a la participación de laicos y laicas, trabaja allí para crear vínculos y realizar acciones conjuntas con otros organismos eclesiales y no eclesiales, por ejemplo, a través de la Red de Enfrentamiento contra la trata y el tráfico de personas en la triple frontera. Pero volvamos a los inicios:
La iniciativa surgió a partir de la prioridad de los provinciales de América Latina por dicha región. Coordino esta iniciativa que se llama Servicio Jesuita Panamazónico, que busca concretar esta prioridad tratando crear vínculos, relaciones estrechas, articulaciones y acciones conjuntas de la presencia que tenemos en la Compañía de Jesús en la Amazonía en varios países, y también relaciones con la Red Eclesial Panamazónica, con las iglesias locales, y en concreto con la iglesia colombiana y con otros actores presentes en la Amazonía: movimientos, organizaciones, ong y otras instituciones.
En esta frontera, “no ha tenido mucha repercusión la violencia causada por la guerrilla y los actores violentos en Colombia”, explica el religioso, puesto que, para algunos grupos guerrilleros, esta región no era estratégica: “servía más como un territorio de descanso, de vacaciones”. Sin embargo, el narcotráfico “especialmente en la zona peruana en donde hay muy pocos controles”, ve a muchos jóvenes encontrar su fuente de subsistencia como “raspachines”.
Precisamente por ser una “triple frontera”, se facilita otra problemática: el flagelo de la trata de personas, que recae sobre aquellas más vulnerables. “Hay grupos o ‘mafias’ – nos dice - que buscan reclutar sobre todo niñas indígenas, jóvenes indígenas, que están presentes en las comunidades de los tres países”.
En el Perú – donde la presencia del Estado en la Triple Frontera es aún menor – el jesuita señala otra problemática, aquella ambiental: “la tala de bosques en el Perú es de gran relevancia, pues la presencia del Estado es muy poca. Hay muy poco control”. En efecto, - tal como afirma el sacerdote - es poca la colaboración entre autoridades e iglesia y demás instituciones en estos temas, pues “no hay mucho diálogo ni interrelación”. Sobre todo “debido a las contradicciones que se viven por la corrupción” y “la poca confianza” que deriva de ella.
Iglesia y movimiento indígena: una esperanza que se concreta paso a paso
Concluyendo nuestra conversación abordamos el tema de la “esperanza”. Último argumento, pero no por ello menos importante: la “gran esperanza” del Coordinador de la SJPam, está puesta en el movimiento indígena: la participación de los indígenas en el Sínodo – señala, de hecho- fue fundamental, pues se dieron cuenta del interés y respeto que la Iglesia tiene por ellos.
Al regresar del sínodo muchos de los indígenas que tenían cargos o responsabilidades importantes en sus organizaciones y movimientos, han estado vinculándose cada vez más con la iglesia, con la RePam, con el AMA (la Asamblea Mundial por la Amazonía). Un ejemplo claro es la vinculación de la COICA (Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica) en espacios comunes como RePam. En Colombia, por ejemplo, tenemos una alianza entre la RePam Colombia junto con IRI, la Iniciativa Interreligiosa para la protección de bosques tropicales y la OPIAC, que es la Organización de los Pueblos Indígenas de Colombia... ¡alianzas! O sea que una esperanza y algo nuevo que está sucediendo, es esa relación estrecha que se va consolidado con los pueblos y con organizaciones indígenas, cosa que no había antes, ya que había una gran sospecha por parte de ellos y también, diríamos, no mucha confianza.
“Creo que han sido tocados un poco - concluye, refiriéndose a los pueblos originarios -, sobre todo los más críticos en relación a lo que ha sido la evangelización de la Iglesia, con la dominación que vino junto con la conquista y la colonia española y portuguesa, que creó dificultades, problemas y tensiones con la iglesia. Esto para mí es una novedad, - afirma con esperanza- es algo muy importante crear perspectivas de lo que podemos hacer juntos”.
Alfredo Ferro es un sacerdote jesuita colombiano, pertenece desde hace casi 50 años a la Compañía de Jesús. Vive en la Ciudad de Leticia, en Colombia, precisamente en el punto de unión de la triple frontera, Perú -Brasil -Colombia y es Coordinador del Servicio Jesuita Panamazónico (SJPam)
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