Ჹí: 10 años del Proyecto de Solidaridad Intercongregacional
Ciudad del Vaticano
Hace diez años, el 12 de enero de 2010, Haití fue devastado por un terremoto de magnitud 7 en la escala de Richter que dejó un rastro de muerte y destrucción. Más de 300.000 personas perdieron la vida y más de un millón fueron desplazadas. Ante tal tragedia, el mundo se unió en una gran cadena de solidaridad, un eslabón de la cual estaba representada por la Iglesia Católica de Brasil: la Conferencia de Obispos (CNBBB) y la Conferencia de Religiosos (CBRB), de hecho, lanzaron un , para ser "una presencia solidaria, acogedora y evangelizadora en Haití, insertándose conscientemente en la reconstrucción y la promoción de condiciones de vida más dignas para los pobres".
En 2010, por lo tanto, un primer equipo misionero de tres religiosos fue enviado a Haití, Y desde entonces 17 congregaciones se han turnado para ir cubriendo la misión en el lugar. Actualmente, cuatro hermanas trabajan sobre el terreno, en una comunidad extremadamente pobre de las afueras de Puerto Príncipe, donde contribuyen a la alfabetización y el apoyo psicológico de las mujeres, el arte, la música, el teatro, los talleres de corte y confección, y la educación de los adolescentes y los jóvenes, así como a la alimentación de los niños desnutridos.
"El núcleo del proyecto -explica la hermana Fátima Kapp, responsable del sector misionero de la Conferencia Episcopal de Brasil- es el protagonismo de los propios haitianos, especialmente de las mujeres, con pequeñas acciones efectivas de generación de ingresos. Además, con un rostro misericordioso y acogedor, el programa quiere representar la esperanza para los que no la tienen y la compasión para los que son víctimas de la violencia, como las mujeres y los niños".
"La pobreza aflige sin piedad a la mayoría del pueblo haitiano - continúa afirmando la religiosa - El hambre extrema lleva a la gente a comer arcilla", mientras que "el grave desempleo aumenta la violencia". Por esta razón, a pesar de que en septiembre de 2020 el proyecto terminó el decenio previsto, los obispos y religiosos brasileños han decidido seguir llevándolo adelante, desarrollándolo en una nueva forma intercongregacional, buscando nuevas formas de recaudar fondos.
"Los misioneros aman Haití y harán todo lo posible para asegurar que las vidas de la población sean atendidas y protegidas".
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