Salvadore?as en Milán: viviendo la pandemia lejos de casa
Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano
En los momentos de dificultad es cuando, quienes viven lejos de su tierra, más experimentan el sentimiento de angustia que produce el estar "lejos de casa", lejos del hogar donde uno ha nacido y lejos de la propia familia.
La pandemia del coronavirus ha causado un gran impacto a nivel mundial reflejado en el número de fallecidos, la cifra de enfermos contagiados, el colapso sanitario y la recesión económica. Miles de personas han perdido sus trabajos tras haber pasado un duro tiempo de cuarentena establecido por las autoridades, en el que la mayoría de los comercios, fábricas y empresas tuvieron que cerrar sus puertas y detener su producción.
Gabriela: "vivimos la cuarentena con mucha angustia"
En este contexto, Pope conversó en la Plaza del Duomo de Milán con Gabriela Reyes y con Carmen, dos salvadoreñas que viven en esta ciudad de Italia. Ambas pertenecen a la Parroquia "Santo Stefano Maggiore" que cuenta con una gran comunidad de latinos y relatan qué impacto ha tenido para ellas la pandemia en "suelo extranjero".
"Llevo seis años en Milán y vivimos la emergencia sanitaria muy angustiados y con mucha tristeza", explica Gabriela haciendo hincapié en que su Parroquia "ha sido un refugio espiritual en medio de este tiempo de incertidumbre".
"Dios nunca nos abandona"
Además, la joven habla sobre la labor y el compromiso solidario del padre Alberto Vitali, párroco de la Iglesia Santo Stefano, popularmente conocida como la "Parroquia de los migrantes", quien ha ayudado sin descanso a muchas familias durante la cuarentena llevándoles alimentos diariamente, celebrando misas y ofreciendo acompañamiento espiritual a través de las Redes Sociales y plataformas digitales.
En "el mar de la consternación", es cuando el cristiano encuentra una oportunidad para poner en práctica los frutos de su fe y es por ello que Gabriela manda un mensaje de esperanza para todos:
Carmen: "tuve el coronavirus y fue traumante"
Por su parte Carmen, lleva once meses en Italia y padeció el coronavirus junto a su marido y a su hijo: todos contagiados.
"Fue traumante, pasamos unos momentos muy duros. Soy diabética e hipertensa, enfermedades crónicas y emocionalmente me afectaba ver las noticias y la gravedad de la situación, por lo que mi cuerpo estresado se llenó de alergias. La fiebre no se nos bajaba ni con medicinas. Perdimos el sentido del gusto y del olfato", cuenta Carmen, quien también es feligresa de la Parroquia Santo Stefano, en el centro de Milán y añade:
Finalmente, Carmen explica que tendremos que aprender a convivir con el virus y que en ese sentido, la labor de la Iglesia es fundamental:
Los testimonios de Gabriela y de Carmen reflejan la importancia de la fe ante las tribulaciones de la vida: conservar la paz interior incluso cuando las circunstancias externas parecen ser las peores.
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