El Salvador: asesinan al rector del seminario Romero
Cecilia Mutual - Ciudad del Vaticano
“Condenamos y repudiamos el vil asesinato”, un “inexplicable” y “execrable crimen”: con estas palabras la diócesis de Zacatecoluca de El Salvador expresa su condena y dolor por la muerte del padre Ricardo Antonio Cortéz, rector del seminario San Óscar Arnulfo Romero y párroco del poblado de San Francisco Chinamequita.
Crimen inexplicable
El religioso fue asesinado este viernes mientras transitaba en su vehículo en el cantón Ramón Grifal, a unos 80 km al sureste de San Salvador. El cuerpo sin vida del padre Cortéz fue encontrado al costado de la carretera El Litoral. La policía y la Fiscalía iniciaron las investigaciones para aclarar el crimen que ha conmocionado a la iglesia católica salvadoreña.
Un hombre entregado a su grey
En un comunicado, la diócesis de Zacatecoluca lamenta el trágico deceso del padre Ricardo, a quien define “hombre bueno, afable entregado a su grey y muy dedicado a la formación y enseñanza de los seminaristas y a los fieles que atendía”. “Por eso – se lee - nos parece inexplicable este execrable crimen contra su persona”.
La diócesis expresa además su agradecimiento a los médicos forenses y la Fiscalía General por el interés que ha manifestado en esclarecer con una amplia investigación la muerte criminal del rector del seminario Romero.
El último saludo al padre Cortéz
El comunicado invita asimismo a “toda la Conferencia Episcopal, al clero de la Diócesis y de otras Diócesis a la misa Exequial del padre Ricardo Cortéz en la catedral de Zacatecoluca”, que tendrá lugar en la mañana de este sábado a las 10 hora local. El religioso será sepultado el domingo a las 11 de la mañana en la Ermita de su Cantón, sólo con la participación de sus familiares.
El “Padre Ricardito” deja un gran vacío
Afectuoso y conmovido, el padre Rafael Sánchez, sacerdote de la Diócesis de Zacatecoluca, residente en Italia desde hace cuatro años, ante los micrófonos de Pope, habla de las virtudes del padre Ricardo Cortéz, con quien compartió años de trabajo pastoral en El Salvador:
R.- Me uno a lo ya expresado por mi Obispo, Monseñor Bolaños, cuando dice que era un “hombre afable entregado a su Grey”, también entregado a la formación de los seminaristas, de los futuros pastores. Puedo agregar que era un hombre de verdad muy alegre, ameno en las conversaciones, muy cercano, muy sensible a los pobres, muy amigable. Le gustaba mucho participar en nuestros encuentros fraternos como sacerdotes. Y por supuesto, estaba siempre pendiente de los jóvenes en el seminario. Él era parte del equipo de la pastoral vocacional de mi diócesis y, por tanto, tenía esa sensibilidad de acompañar el caminar de los jóvenes.
El padre Ricardo era un hombre también muy inteligente, formado. Había hecho su licenciatura en filosofía en la Universidad Lateranense, entre los años 2006 y 2008 en Roma y, por lo tanto, vivió en la parroquia de Mandela, donde ahora yo estoy trabajando en la diócesis de Tivoli, en las afueras de Roma, aquí en Italia. El padre Ricardo trabajó aquí un par de años en la pastoral en esta parroquia. Luego regresó a El Salvador en el 2008, incorporándose al trabajo formativo en el seminario. Estuvo como formador desde el 2010. Llevaba ya casi 10 años como formador en el seminario de filosofía. En los últimos 3 años le habían dado ya la tarea de ser rector del seminario. Por tanto, podemos decir que era un hombre que había dejado una gran huella en nuestra Diócesis, en las generaciones de jóvenes que se estaban formando como sacerdotes y en las parroquias donde él colaboró en la pastoral.
El padre Ricardo había sido ordenado sacerdote el 29 de mayo del 2004. Llevaba 16 años como sacerdote. Había trabajado como párroco en una parroquia muy pobre de nuestra diócesis antes de venir a estudiar a Roma su licenciatura en filosofía. Y luego, cuando regresó a El Salvador se dedicó casi totalmente a la formación en el seminario como formador y también como profesor. Estando en esa etapa de formador, había colaborado pastoralmente con muchas parroquias. En mi parroquia, donde yo estuve desde el 2013 al 2016, colaboramos juntos durante 3 años completos y allí logramos también hacer proyecciones pastorales juntos: él, siendo filósofo era muy perspicaz en su modo de entender los procesos pastorales e insistía mucho en buscar siempre la verdad de la conversión, en la transformación de nuestra realidad, en dar el sentido verdadero a todo lo que hacíamos. Era un hombre muy propositivo a nivel pastoral, a nivel espiritual y puedo dar testimonio también de que era un excelente director espiritual, porque cuando conversaba con las personas era muy atento, le gustaba de verdad profundizar en el misterio de la persona humana, siendo un filósofo era muy atento a las palabras, a las ideas, a la historia de las personas. Deja un gran vacío el padre “Ricardito”, como nosotros siempre le decíamos, porque era bajito de estatura.
El dolor por su pérdida se une al dolor por muchos otros mártires de El Salvador…
R.- No hay duda que en nuestro país, El Salvador, la sangre de los mártires que seguimos recordando desde los años '70 y '80 todavía sigue palpitando y sigue gritando al cielo, dando este clamor, porque muchos sacerdotes han muerto. Y como podemos notar siguen muriendo sacerdotes jóvenes asesinado: en marzo de 2018 murió el Padre Walter, de la diócesis de Santiago de María; en mayo de 2019 fue asesinado también otro sacerdote, el padre Cecilio, de la diócesis de Sonsonate. Y ahora, en este mes de agosto, tenemos que enfrentar la muerte de otro sacerdote asesinado joven: tenía 44 años el padre Ricardo. En nuestra iglesia en El Salvador todavía tenemos que estar enfrentando este tipo de acontecimientos que dejan huellas muy dolorosas para nuestra comunidad eclesial. Así que le pedimos al Señor misericordia para nuestros hermanos sacerdotes y, por supuesto, también pedimos justicia para que estos casos se esclarezcan y que podamos caminar siempre en la verdad.
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