䲹ú. Nuevas esperanzas de paz: la Iglesia llama al diálogo
Isabella Piro – Pope
Las perspectivas de paz se reabren en Camerún, donde desde hace unos cuatro años existe un conflicto entre el gobierno y las milicias separatistas anglosajonas. Las hostilidades no cesaron ni siquiera durante la cuarentena debida a la pandemia de coronavirus, pero en la primera semana de julio hubo signos positivos: se celebró una reunión entre representantes del gobierno y miembros de grupos separatistas. Como informa Monseñor Andrew Nkea Fuanya, Arzobispo de Bamenda, - citado en el sitio web de la Recowa-Cerao (Conferencia Episcopal Regional de África Occidental) - "la reunión tuvo lugar en un ambiente tranquilo y las conversaciones fueron francas y claras". Asistió a la reunión Julius Ayuk Tabe, jefe de "Ambozonia", la región que rodea la Bahía de Ambas, a lo largo del río Mungo, que en la época colonial marcaba la frontera entre el Camerún francés e inglés. En 2017, esta zona se declaró independiente. Tabe, detenido en prisión desde 2018 y con permiso especial de la prisión para participar en la reunión, ha establecido tres condiciones -explica Monsingor Nkea- para el alto el fuego: "la retirada de las fuerzas armadas de las regiones de habla inglesa; la liberación de todos los prisioneros vinculados al conflicto; la amnistía para todos los separatistas en el exilio". "Creo que el gobierno está considerando estas propuestas - continúa el prelado - porque se ha dado cuenta de que el conflicto nunca se resolverá sólo con el uso de la fuerza".
La Iglesia como promotora del diálogo, la paz y la reconciliación
Aunque no hay fechas precisas, el Arzobispo de Bamenda señala: "Los separatistas han dicho que están listos para el alto el fuego en cualquier momento, sólo están esperando una señal del gobierno". Cabe destacar que la reunión entre las partes tuvo lugar en la residencia del Arzobispo de Yaundé, Monseñor Jean Mbarga: "La Iglesia -subraya Monseñor Nkea a este respecto- no es una parte en el conflicto, pero desde hace algún tiempo trabaja a todos los niveles para promover el diálogo, reforzado también por el respeto que ambas partes tienen por ella" y su función, históricamente activa, en la promoción de la paz y la reconciliación. "Aunque los representantes de la Iglesia no se sienten a la mesa de negociaciones -concluyó el prelado-, seguimos fomentando por todos los medios el diálogo y la búsqueda de negociaciones que sustituyan definitivamente a las armas”.
Carta de los obispos del pasado febrero
Por otra parte, ya en febrero, en una carta abierta al Presidente del Camerún, Paul Biya, 16 obispos de 10 países de todos los continentes, invitaron a encontrar "una solución duradera a los problemas del Camerún" mediante "un proceso de mediación que incluyera a los grupos armados separatistas y a los dirigentes de la sociedad civil no violenta". En la carta, los obispos recordaron que "la violencia y las atrocidades cometidas por todas las partes en el conflicto han obligado a 656.000 cameruneses de habla inglesa a abandonar sus hogares, a 800.000 niños a dejar de ir a la escuela (incluidos 400.000 alumnos de escuelas católicas), a 50.000 personas a huir a Nigeria, además de destruir cientos de aldeas y de matar al menos a 2.000 personas". El propio Papa Francisco, en , dijo: "Me siento cercano a los sufrimientos y esperanzas del amado pueblo camerunés e invito a todos a orar para que este diálogo sea fructuoso y conduzca a soluciones de paz justas y duraderas, en beneficio de todos. ¡Qué María, Reina de la Paz, interceda por nosotros!".
Orígenes del conflicto
El conflicto separatista en el Camerún tiene orígenes antiguos: las relaciones entre la mayoría francófona y la minoría anglófona, de hecho, han sido difíciles desde la independencia del país, nacido en 1961 de la unificación del Camerún francés y británico, pero degeneraron en 2016 en un sangriento conflicto armado, tras las protestas reprimidas violentamente contra la decisión de Yaundé de imponer sólo el idioma francés en los tribunales y escuelas de habla inglesa. En 2017, la proclamación de la independencia por parte de los separatistas agravó aún más la violencia y los enfrentamientos.
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