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Celebración de Pentecostés en el Cenáculo Celebración de Pentecostés en el Cenáculo 

Pizzaballa: como los discípulos del Cenáculo, no tenemos que volver a la vida de antes

El Espíritu Santo es luz y fuerza para los discípulos como para la gente de hoy, atemorizada y desalentada por la pandemia y la crisis social y económica resultante. Fue el centro de la homilía del Administrador Apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, durante la solemnidad de Pentecostés.

Tiziana Campisi - Ciudad del Vaticano

 "Tendremos que aceptar la idea de un retorno muy gradual y no uniforme (...) Probablemente también tendremos que preguntarnos qué tipo de normalidad tendremos en el futuro. ¿Será todo igual que antes?": es la reflexión del administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, Monseñor Pierbattista Pizzaballa, que ayer celebró la solemnidad de Pentecostés en la Basílica de la Dormición de la Ciudad Santa.

Testigos del amor por la vida en un momento de dificultad

En su homilía el prelado subrayó que se necesitará mucha paciencia para entender qué hacer y cómo, recordando que, hace siglos, también los discípulos estaban asustados, encerrados en el Cenáculo, pero que el Espíritu Santo los transformó. Dirigiéndose a los cristianos de Tierra Santa, el obispo señaló: "Estamos llamados a dar testimonio, de todas las maneras posibles, con hechos y con palabras francas y libres, más allá de todo miedo, del amor a la vida en esta tierra nuestra donde, a menudo, la vida tiene poco valor y morimos por poco. Se nos invita a ser alegres, sin quejarnos constantemente de todo. No queremos ser la iglesia del lamento, sino de la alegría. Luego Monseñor Pizzaballa añadió: "No seremos totalmente creíbles cuando hablemos de diálogo, de encuentro, de paz y de reconciliación, mientras nuestras comunidades sigan dividiéndose en todo, mientras no sepamos perder un poco de nosotros mismos para acoger al otro con sus diferencias y también con sus límites, mientras no nos comprometamos sinceramente en todos los contextos por la unidad, que es el cumplimiento de la gloria de Cristo. Y no seremos Iglesia de Jerusalén si no tenemos un sincero deseo de paz en nuestros corazones".

Pasar a una nueva perspectiva

Monseñor Pizzaballa consideró que "durante varias semanas nosotros también hemos estado encerrados en nuestras casas, en nuestros cenáculos. Y el miedo ha caracterizado nuestras vidas durante mucho tiempo, y tal vez no hemos salido del todo de él". Y observó que muchas actividades siguen cerradas, "la desorientación de lo sucedido todavía caracteriza nuestro hablar", y "las frágiles perspectivas económicas y sociales del futuro próximo nos preocupan cada vez más". Pero, así como el encuentro de los discípulos con el Resucitado "no les devolvió a los discípulos su vida anterior" sino que "les hizo hacer la transición a una perspectiva completamente nueva", de la misma manera hoy el Espíritu pide a la Iglesia de Jerusalén "que entre en una nueva perspectiva". No intentar volver a la misma vida de antes".

Vencer el miedo con la fuerza del Evangelio

Para Monseñor Pizzaballa es necesario dejarse conquistar por la novedad de vida que el Espíritu da continuamente, por eso exhorta: "Se nos invita a escudriñar nuestro corazón para comprender hacia dónde quiere guiarnos, a leer los signos de los tiempos, a escuchar las exigencias que surgen de nuestras diferentes realidades de vida, a evaluarlas con la oración y a la luz de la Palabra de Dios". Y prosiguió señalando que se trata de atravesar la dramática realidad que vivimos "con el espíritu de quienes tienen fe en el poder de la resurrección de Cristo y por ello están dispuestos a ponerse en juego para colaborar en la construcción del Reino, venciendo todo miedo, toda soledad, llenos de alegría". Entonces el prelado dijo de qué y cómo empezar de nuevo, el Evangelio nos dice: vida, alegría, misión, perdón, paz. "El creyente (...) no evita la cruz, que siempre estará ahí, pero también es conquistado por el perdón que ha experimentado", remarcó. "Hemos tenido la experiencia en los últimos meses de que se puede vivir incluso sin muchas de las actividades pastorales y sociales que creíamos indispensables", concluyó Monseñor Pizzaballa. Ahora, al reanudar las actividades, quizás entendamos mejor lo que es realmente indispensable: vivir en el espíritu del Resucitado y dar testimonio de él sin miedo.

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01 junio 2020, 17:15