Cardenal Cipriani. Una reflexión sobre el amor de Dios por nosotros
Ciudad del Vaticano
Hoy la Iglesia celebra una fiesta muy bonita, el Sagrado Corazón de Jesús y el sábado, el Inmaculado Corazón de María, dos fiestas preciosas, dijo a los micrófonos de Pope el cardenal Juan Luis Cipriani, estas dos fiestas, dijo, nos hablan del corazón. El corazón que es esa cualidad, esa capacidad que tenemos para amar. Porque como dijo el purpurado, con el corazón se perdona y se llora.
“El corazón en la vida de un cristiano juega un rol muy importante, por eso quiero recordarles y ver las palabras con las que Dios habla a Moisés, cuando le dice yo me he enamorado de ustedes yo los he elegido a ustedes”, dijo más adelante el purpurado. Dios nos ama, dijo, para que nuestro corazón esté sano, esté limpio y lo utilicemos “para saber ayudar a los demás, para saber aceptar el dolor, no sólo físico sino también moral, esas penas que a veces encogen el corazón, esas dificultades que uno encuentra en gente a la que tanto quiere, o cuando pierdes a un amigo, pues ese dolor del corazón hace al corazón mejor, más fuerte”.
Amar en tiempos de pandemia
El cardenal Cipriani, dijo que en tiempos de pandemia, se puede apreciar, “un mundo frío, corazones de piedra, hace falta amor, dijo, falta quererse y como nos dice el propio Jesús en el Evangelio de San Mateo, aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón, yo soy descanso para cuando estés cansado, la carga es ligera”. Al respecto el arzobispo emérito de Lima dijo que es difícil ser manso y humilde.
Pero hay que pedirle a Dios: “Señor ayúdame a saber a veces perder, aguantar lo que no me gusta, escuchar lo que me molesta, ser manso”. Por último pidió al Señor, que nos dé un “corazón de carne que se emociona, que se alegra, que pide perdón, que reza. Danos un corazón, dijo, que sepa acoger a los demás, comprender a los demás, llorar con los demás, acompañar a los demás, saber perdonar a los demás y en primer lugar saber dirigirse a ti y decirte Jesús perdón. Más de una vez te he hecho llorar, más de una vez tal vez, te he dejado desconcertado. Pues ahora te digo Señor perdóname.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí