Domingo de Ramos en América del Sur
Ciudad del Vaticano
Un inicio de la Semana Santa bajo las medidas restrictivas que se han impuesto en el mundo y en América Latina, para combatir el coronaviru. Ayer el Papa Francisco dijo que en el drama de la pandemia, ante tantas certezas que se desmoronan y con el sentimiento de abandono que nos oprime el corazón “Jesús nos dice a cada uno: “Ánimo, abre el corazón a mi amor. Sentirás el consuelo de Dios, que te sostiene””.
Domingo de Ramos en Bolivia:
en su homilía del Domingo de Ramos, invita a reflexionar sobre la pandemia que genera dolor sufrimiento, pero que a la vez hace que se reconozca la fragilidad del ser humano. “En medio de las experiencias de inseguridad y angustia miremos el futuro con optimismo, veamos este tiempo, como un tiempo de gracia, que nos renueve interiormente para que veamos con los ojos de Dios… La oración y la Palabra d Dios son nuestra fuerza espiritual, pongamos nuestra esperanza en la cruz de Cristo que nos salva”, expresó.
Ayer se celebraba la XXXV Jornada Mundial de la Juventud a nivel diocesano, con este motivo, Mons. Julio María Elías, Obispo Emérito del Vicariato Apostólico del Beni, encomendó a la Virgen María a todos los jóvenes de Bolivia y el mundo. También pidió a los jóvenes reconocer a la Iglesia como un lugar que acoge con ternura a cada uno de ellos. A su vez les recordó que “Jesús les pide que se levanten para que sean sus testigos”.
Mons. Fernando Bascopé, desde la Catedral Ntra. Sra. de Lujan, en la zona de Irpavi de la ciudad de La Paz, reflexionó sobre esta peregrinación preparada en el corazón de Jesús, la entrada a Jerusalén en la que Jesús cumplirá la voluntad de Dios. El Obispo pide que “Dejemos que Cristo Jesús entre en nuestro corazón, dejemos que Cristo Jesús derrame su sangre por nosotros, estemos junto a su Cruz en esta Semana Santa… Vivamos esta Semana Santa en la escucha de la Palabra de Dios, con un corazón abierto para celebrar con fe y esperanza los misterios de la Pasión, la Muerte y la Resurrección del Señor”.
“Es como lo que vivimos con la pandemia. Hay que ser vigilantes, porque no sabemos quién nos trae el virus que enferma y mata sin distinción y sin piedad. De modo similar, si no somos vigilantes, nos puede contagiar alguna ideología que siembra odio, violencia u otra perversión. Fácilmente quedamos infectados por resentimientos y codicias que se convierten en infidelidades y traiciones”, nos pide Mons. Robert Flock, Obispo de la Diócesis de San Ignacio de Velasco, desde la Catedral de San Ignacio de Loyola, a través de los medios de comunicación.
Domingo de Ramos en Ecuador:
presidió la homilía de ayer domingo de Ramos y habló sobre la importancia de la cruz. Esa Cruz hacia donde es conducido el Señor. La pregunta para cada uno es que significa esa Cruz. "No es un simple adorno, o un amuleto, algo para protegernos de un “maleficio”, o un instrumento de poder para someter a los demás. En los tiempos de Jesús la cruz era un instrumento de tortura y muerte. En Jesús en cambio, ese instrumento de tortura y muerte, se transforma en un signo de vida, de victoria", señaló, y dijo que para Jesús, la cruz es un mensaje de verdad y de justicia. El Papa Francisco en su bendición Urbi et Orbi, afirmó, nos pidió que nos abracemos a la cruz que nos salva. Hoy domingo de Ramos estamos invitados a descubrir el valor de la Cruz. Esa cruz que salva, que cura y nos lleva a la gloria eterna.
Domingo de Ramos en el Perú
, dijo en su homilía, que por la pandemia celebramos la Semana Mayor "con los templos sin gente, "algo inaudito", pero a diferencia de otras epidemias que el mundo ha sufrido y Europa. Hoy día nos unen los medios de comunicación". Cristo asumió el dolor, el sufrimiento y la muerte del ser humano. Hoy el Perú y el mundo, afirmó, estamos viviendo un viacrucis. Una vía dolorosa, de muerte, de dolor, de abandono por este virus que circunda la humanidad. El prelado aconsejó que en las familias, en esta cuarentena, lean juntos la Pasión de Cristo. "El Señor nos ayudará, nos fortalecerá para nuestra vida. Cristo está presente en toda persona que sufre".
El prelado dijo que la labor de los que están día a día asistiendo a los enfermos del Covid 19, los enfermeros, médicos, las fuerzas del orden que hacen cumplir las medidas, los periodistas que siguen de cerca la situación en el país. Ellos representan las manos de Cristo, encarnado. Que camina en las calles junto con el ser humano. Esta presencia de Cristo brilla dentro de nuestras ciudades, en nuestros pueblos, dijo al final.
presidió la Celebración Eucarística de este Domingo de Ramos a puertas cerradas y en memoria de todas las personas fallecidas por el coronavirus en el Perú. “En todos los sirvientes, en todos los que ayudan y entregan está Dios, en todos los que sufren, en todos los enfermos, Dios está en el rincón más débil de nuestro ser y no nos abandona. Inclusive en las condiciones de aislamiento social en que estamos, es posible salir adelante si tenemos entrañas de misericordia y capacidad de servicio”, expresó durante su homilía.
El profeta Isaías (50,4-7) nos recuerda que ‘el Señor me ha dado lengua de discípulo para saber decir al desvalido una palabra de aliento’. En ese sentido, Monseñor Castillo explicó que “Jesús es la Palabra de aliento que nos ha enviado el Padre, porque Él escuchó su promesa, la promesa hecha a Abraham de bendecir a todos los pueblos de la tierra, y que los males destructivos que nos acechan van y deben ser vencidos por la bendición, por el bien de la humanidad, por su amor y su Palabra”. “Dios es amor, dijo el arzobispo, en Dios no hay terror, no hay ira. El temor o ira que nosotros imaginamos y creamos es porque necesitamos remitir a alguien la explicación de las cosas que nos suceden. Ciertamente, a veces dudamos y pensamos que ese Dios que nos ha creado, ha estado jugando con nosotros” – añadió Monseñor Castillo. "Jesús servidor, que entregó su vida como servicio, nos ha recordado el Papa hoy, nos muestra el rostro de un Dios sirviente que se agacha, que no alardea ni se jacta. En todos los sirvientes, en todos los que ayudan y entregan está Dios, en todos los que sufren, en todos los enfermos, Dios está en el rincón más débil de nuestro ser y no nos abandona, porque se anonadó, se hizo nada por nosotros", dijo al final el arzobispo.
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