Patton: desde Jerusalén una oración común por el fin de la pandemia
Giada Aquilino - Ciudad del Vaticano
Unidos en la oración para invocar el fin de la pandemia del Coronavirus. Hoy en Jerusalén, los representantes de todas las religiones se encontraron en el Ayuntamiento de la Ciudad Santa, frente a la Puerta Nueva, a un paso del Patriarcado Latino y de la Custodia de Tierra Santa, para recitar una oración, cada uno según su propia tradición.
Celebraciones en el Santo Sepulcro
Desde la Basílica del Santo Sepulcro, cuya clausura al público fue anunciada ayer, Teófilo III, el Patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén, el Padre Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, y el Patriarca Armenio de Jerusalén Nourhan Manougian, comunicaron que las celebraciones de las comunidades greco-ortodoxa latina y armenia continuarán regularmente, aunque por razones de seguridad y para evitar el riesgo de propagación del Covid-19 el número de participantes se limitará a unas pocas personas.
El testimonio
El Padre Francesco Patton explica a Pope la importancia de la oración de hoy en Jerusalén de los representantes de las religiones abrahámicas, cristianos, judíos y musulmanes, con representantes de otras creencias.
R . - Ya habíamos esperado como líderes de las tres comunidades del Santo Sepulcro que todos los hijos de Abraham pudieran rezar juntos al Omnipotente para que cese la pandemia. En la cita en el ayuntamiento, cada uno en su propia tradición se encontró para elevar esta oración a Dios, todos somos hijos de Abraham, por lo que tenemos de alguna manera esta raíz común que nos hace invocar al mismo "Altísimo, Omnipotente, buen Señor", para usar las palabras de San Francisco. Nosotros elegimos el Padrenuestro, la oración cristiana por excelencia, que termina con la invocación "líbranos del mal" que en el texto bíblico es una invocación muy abierta, porque pide la liberación del maligno, pero también pide la liberación de cualquier forma de mal que nos pueda afligir, en términos personales y a nivel de toda la humanidad.
En medio de la epidemia del Coronavirus, ¿qué medidas se han tomado para la Basílica del Santo Sepulcro?
R. - Para la Basílica del Santo Sepulcro hemos acordado con las otras dos comunidades principales, la griega y la armenia, que la Basílica siga siendo un lugar de oración, de modo que nuestras comunidades que viven dentro de la Basílica continúen el ritmo normal y regular de oración, de hecho lo están intensificando por los enfermos, por el personal sanitario, por los que tienen responsabilidades civiles y pastorales. Al mismo tiempo la Basílica seguirá llevando a cabo aquellas celebraciones que son típicas, por ejemplo, de nuestra Cuaresma y luego de la Semana Santa. Por lo tanto, permanecerá técnicamente abierta para las celebraciones, respetando naturalmente cuáles son las disposiciones que evitan la propagación del contagio, como las limitaciones numéricas: obviamente hay disposiciones prudenciales que deben ser observadas, pero para nosotros es fundamental que el Santo Sepulcro continúe siendo un lugar de oración, un lugar de irradiación de esperanza porque es el lugar donde Jesucristo venció el mal y la muerte, y también que podamos continuar celebrando nuestros ritos aunque sea en pequeño número.
¿Estas celebraciones tienen lugar sin los fieles y con un número limitado de presencia entre ustedes?
R. - De hecho, las celebraciones tienen lugar con esa parte de los fieles, nosotros también somos fieles, esencial para la celebración.
¿Así que con ustedes los miembros de la Custodia, por la comunidad latina, y respetando las presencias y distancias permitidas? ¿Podemos decir que unas diez personas?
R. - De hecho es así, también para las celebraciones de los griegos y los armenios. Tal vez incluso menos de diez personas, pero lo importante para nosotros es poder seguir celebrando dentro de la Basílica.
¿Cómo nos preparamos para la Pascua y qué será la Pascua en Tierra Santa y en el mundo?
R. - Nos preparamos para la Pascua según las indicaciones que la misma Palabra de Dios nos dio al comienzo de la Cuaresma, el Miércoles de Ceniza, en la que se ponía en resalto la dimensión personal: el Evangelio del Miércoles de Ceniza es aquel en el que Jesús nos invita a orar en secreto, a ayunar en secreto, a dar limosna en secreto. Así que es parte, me atrevo a decir, de una Cuaresma ordinaria, el acentuar el aspecto personal. Ciertamente nos preparamos con una nota de tristeza porque no es posible hacer todo como en años anteriores, con la ayuda de los fieles locales y con un gran número de peregrinos. Pero debemos recordar lo que Jesús nos dice: que si hay dos o tres reunidos en su nombre, Él está presente. En estas circunstancias, lo experimentamos con más fuerza. La oración tiene siempre un valor universal, no debemos olvidar nunca que la eficacia de la oración no está ligada a la dimensión de la masa, sino que está ligada a esa comunión particular que el Espíritu Santo establece entre los creyentes transformándolos en el Cuerpo de Cristo. Así que sé que cuando celebro, aunque esté físicamente solo, toda la comunidad cristiana está presente y estoy en comunión con todos los que están en comunión con nuestro Señor Jesucristo, por el don del Espíritu, y con Él en comunión con el Padre. Así que también debemos recuperar una dimensión del ser cristianos que no es puramente sociológica, en la que quizás nos hemos aplanado un poco. Estas circunstancias nos hacen recordar que la Iglesia es misterio y cuerpo místico y no sólo pueblo.
¿Qué significa el Coronavirus para la Tierra Santa y el mundo y cuál es su esperanza?
R. - El Coronavirus pertenece a la categoría de las pandemias, por lo que son situaciones que ocurren cíclicamente en el curso de la historia de la humanidad: en el pasado hemos conocido pestilencias, epidemias de cólera, por lo que lamentablemente esto no es nada nuevo. Lo que es nuevo es que en un contexto como el nuestro, en el que creíamos que podíamos dominar todo a través de la ciencia, la tecnología y nuestras habilidades, nos encontramos de nuevo como Adán, es decir, desnudos, indefensos. En este contexto recuperamos lo que es el sentido del límite: esto no significa automáticamente recuperar el sentido de Dios, de nuestro vínculo con Él y de nuestra dependencia de Él, sino que incluso estas situaciones deberían ayudarnos de alguna manera a comprender que hay mucho, más allá de lo que creemos que somos capaces de dominar. Es una realidad que debería abrirse a nuevas reflexiones, sobre nuestro ser hombres, sobre nuestro ser parte de la Creación y también sobre nuestro ser creyentes que, sin embargo, confían en un Dios que es Padre y que sigue cuidando de nosotros, dándonos esa plenitud de vida que celebramos en la Pascua y que como cristianos llamamos participación en la Resurrección de Cristo.
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