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La preocupación de Monseñor Coter: Bolivia indefensa ante la pandemia

El Vicario Apostólico de Pando, en Bolivia, confiesa los temores relacionados con la propagación del coronavirus en la población: el país no podría reaccionar. Su preocupación también por los pueblos amazónicos: "Tienen sólo unas pocas aspirinas y ni siquiera un termómetro. Sólo su aislamiento natural podrá salvarlos".

Federico Piana – Ciudad del Vaticano

Si en Bolivia la pandemia de coronavirus golpeara con fuerza, el país no podría reaccionar ante la emergencia. La conciencia de la impotencia del sistema sanitario boliviano es confirmada con preocupación por Monseñor Eugenio Coter, Vicario Apostólico de Pando, un territorio casi igual en extensión a todo el norte de Italia. "Doy un ejemplo emblemático: en Riberalta, la ciudad donde resido –admite con lúcida amargura – sólo tenemos diez respiradores. En Bérgamo, que tiene más o menos el mismo número de habitantes, hay 1300 y no son suficientes. La prevención es la única arma que puede salvarnos de una oleada de contagio. No tenemos nada más".

¿Todo el país se ha puesto inmediatamente en cuarentena?

R.- Sí. Hasta ahora, 32 personas han dado positivo, todos importadas del extranjero. El país está completamente bloqueado: las fronteras están cerradas, el transporte se ha detenido, se impide la movilidad de una región a otra y de un municipio a otro. Sólo funcionan los servicios esenciales, pero con un horario de trabajo muy restringido. La población se ha visto obligada a usar guantes y máscaras, con gran esfuerzo y resistencia. Repito: la prevención sigue siendo el único camino a seguir. Esperemos que funcione.

¿Cómo está reaccionando la Iglesia boliviana?

R.- Ha seguido los pasos del gobierno. Al principio interrumpió las reuniones formativas y catequéticas y luego los momentos de oración y celebraciones pasaron a la radio y a la web. Estos son momentos muy seguidos y apreciados. Ahora estamos preparando subsidios para la Semana Santa que, como no podemos hacerlos imprimir, los emitiremos por Facebook para que las familias puedan celebrar el Jueves Santo, el Viernes Santo y el Sábado Santo de manera doméstica.

¿Y cómo se están comportando los fieles?

R.- Han comprendido la situación y están con nosotros. Por ejemplo, la Misa del domingo pasado fue transmitida por streaming, en un solo día, fue retransmitida dieciséis mil veces: estas cifras demuestran que la gente sigue, y responde positivamente.

También hay preocupación por los pueblos de la Amazonia boliviana, pequeñas comunidades aisladas pero sin posibilidades de reacción si el virus se propagara virulentamente...

R.- Estaba hablando de ello con dos sacerdotes, uno que trabaja en un pueblo fronterizo, el otro regresando de un viaje en barco que duró quince días en el río Madre de Dios para reunirse con unas veinte comunidades amazónicas. Me dijeron que la gente tiene una percepción de lo que está pasando en el mundo y también tienen temor por ellos. Son conscientes de que su fuerza es el aislamiento, pero también son conscientes de que si se produjera un contagio, no tendrían medios para afrontarlo.

¿Están sin ningún tipo de apoyo médico?

R.- En esas zonas, hay un centro médico, sólo tienen unas pocas pastillas de aspirina y paracetamol. Nada más, ni siquiera tienen un termómetro. El único paliativo es la medicina natural: están redescubriendo las bayas y la resina de la tradición de sus antepasados. Pero desafortunadamente contra el virus son inútiles.

¿Cuántas personas viven en la Amazonia boliviana?

R.- Alrededor de un millón doscientas mil personas, algunas dispersas en el bosque y otras que viven en centros urbanos de tamaño mediano y en aldeas de agricultores migrantes y de indígenas locales que no tienen ninguna defensa. En caso que el coronavirus debiera atacarlos, podríamos comparar esta población con un ejército enviado a la guerra totalmente desarmado.

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30 marzo 2020, 13:43