Promover la paz: la Iglesia en ó y las armas nucleares
Adriana Masotti – Ciudad del Vaticano
Un problema de importancia internacional, el del rearme atómico, que pone en peligro el futuro de la humanidad. Francisco habló de ello recientemente en dos lugares simbólicos, con ocasión de su viaje apostólico a Japón del pasado mes de noviembre. En Nagasaki e Hiroshima, ciudades que son testigos de lo que significa la explosión de una bomba atómica, lanzó un fuerte mensaje al mundo y sus palabras y su oración silenciosa suscitaron una profunda emoción. "En el mundo actual, donde millones de niños y familias viven en condiciones inhumanas, el dinero gastado y las fortunas ganadas para fabricar, modernizar, mantener y vender las armas, que son cada vez más destructivas, son un atentado continuo que grita al cielo", afirmó en el Atomic Bomb Hypocenter de Nagasaki, al recordar a los líderes políticos que las armas atómicas no garantizan la seguridad y que "es necesario considerar el impacto catastrófico de su uso desde el punto de vista humanitario y ambiental, renunciado a fortificar un clima de miedo, desconfianza y hostilidad, fomentado por las doctrinas nucleares”.
Takami: el Papa nos ha dejado una gran responsabilidad
"Nunca más la guerra, nunca más el bramido de las armas, nunca más tanto sufrimiento", dijo también el Papa en el Memorial de la Paz de Hiroshima, definiendo después el uso de la energía atómica con fines militares como "inmoral", al igual que la "posesión" de armas nucleares. Las palabras del Santo Padre han quedado grabadas en la memoria del pueblo japonés como lo confirma ante nuestros micrófonos, el arzobispo de Nagasaki, monseñor Joseph Mitsuaki Takami. A él le preguntamos qué es lo que queda en la Iglesia en Japón, poco más de un mes después de la visita de Francisco, y si se ha puesto en marcha alguna iniciativa nueva en línea con sus mensajes:
Creo que el Santo Padre nos ha dejado una responsabilidad y un gran deber que afrontar de ahora en adelante – nos dijo – no sólo por parte de los obispos sino por parte de toda la Iglesia. En nuestra Asamblea Plenaria Extraordinaria, que tuvo lugar hace diez días, con relación a la abolición de las armas nucleares nosotros, los obispos, acordamos presentar al Primer Ministro una carta en la que le pedimos que firme el Tratado para la abolición de las armas nucleares. Mons. Tarsisius Isao Kikuchi, obispo de Tokio y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, fue a transmitirla al Sr. Shinzō Abe, el Primer Ministro. Ésta es nuestra primera etapa. En la misma Asamblea también decidimos, ya a partir del año entrante, hacer de todo el mes de septiembre un mes para la protección del medio ambiente. Hablaremos más adelante sobre lo que hay que hacer en términos concretos, pero ya desde ahora estoy pensando, por ejemplo, que todas las comunidades parroquiales de Japón podrían comprometerse en la limpieza de las playas más cercanas a cada uno de sus miembros.
Pensando precisamente en las parroquias y en los fieles le hemos preguntado si la celebración de la Navidad de este año ¿ha tenido para los cristianos un motivo más de alegría, en recuerdo de la cercanía del Papa? A lo que nos respondió:
En el periódico diocesano de Nagasaki, como suelo hacer en la víspera de Año Nuevo, he publicado mi carta pastoral titulada este año: "Respondamos a la llamada del Santo Padre", en la que señalo tres puntos: que todos debemos hacer algo para promover la paz en el mundo trabajando efectivamente, por ejemplo, por la abolición de las armas nucleares, porque el Papa ha invitado a todos a colaborar para establecer la paz. Segundo punto, que debemos hacernos discípulos en la misión o en la evangelización, pero imitando a los mártires, o sea dando testimonio con la vida. Y después que debemos darnos cuenta de que sólo el amor que Cristo ha dado, ofrecido y vivido en la cruz puede vencer el odio, el egoísmo, el pesimismo, el materialismo, etc..
Además le hemos preguntado si las palabras y gestos del Papa han tocado no sólo a los católicos, sino a toda la sociedad japonesa. Y, en su opinión, ¿cuáles de los muchos mensajes lanzados por el Papa Francisco han quedado en la memoria?
Todos – nos dijo – han aceptado sin duda alguna los mensajes del Papa y han sido animados en la promoción de la paz. Al menos en el periódico local de Nagasaki se han visto algunas voces que decían: "Me conmovieron mucho las palabras y los gestos del Papa Francisco y por eso siento que debo hacer algo para responderle”. El mismo periódico publicó dos artículos de comentario muy positivos subrayando que el Papa hizo un llamado a las autoridades políticas de los países que tienen armas nucleares y también dijo que ya la posesión de armas nucleares es inmoral. Y la cuestión de la moralidad es más amplia que la religión, más universal. Por lo tanto, este llamamiento del Papa es aceptable y aceptado por todos, también por los no católicos o los no cristianos.
Teniendo en cuenta que una de las etapas más significativas del viaje de Francisco a Japón fue precisamente la visita a Nagasaki de la que Monseñor Takami es su arzobispo, le hemos preguntado ¿qué más puede decirnos de ese momento?
El hecho mismo de su venida – respondió – y de su presencia entre nosotros dejó una impresión muy fuerte tanto en los católicos como en los no cristianos de todo el país. El mensaje del Papa en el all’Atomic Bomb Hypocenter ha impulsado a muchos, que ya aspiraban a la paz, a continuar con convicción en su trabajo. Alguien me dijo: "Ya estaba trabajando por la paz, pero lo que dijo el Papa es exactamente lo que yo esperaba y así he sido confirmado por él y ahora tengo más fuerzas para seguir adelante".
Por último le hemos preguntado a Monseñor Takami ¿cuál es su deseo para sus fieles al final de este año y cuál es su deseo para todos nosotros?
Deseo a mis fieles, en primer lugar, que reflexionen sobre la visita del Papa, que relean sus mensajes y que los digieran bien para ponerlos en práctica. Después, quisiera que todos los católicos del mundo fueran conscientes de que la Iglesia católica también se encuentra en Japón, aunque sea muy pequeña, y que toda la Iglesia, unida y ligada al Papa, el Vicario de Cristo, debe avanzar con convicción fundada en la fe, viviendo con alegría y esperanza su auténtica vida cristiana ante la sociedad moderna.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí