Mons. Vera Aréjula: caminando juntos vivimos el mes misionero extraordinario
María Cecilia Mutual – Ciudad del Vaticano
Acaba de comenzar el , una convocatoria que el Papa Francisco anunció, en el de 2017, “con el fin de alimentar el ardor de la actividad evangelizadora de la Iglesia ad gentes” y que él mismo inauguró este 1° de octubre presidiendo las Vísperas, en la memoria litúrgica de Santa Teresa del Niño Jesús.
Este mes está marcado además por otros dos acontecimientos: el Rosario internacional en la Basílica de Santa María La Mayor el 7 de octubre y la celebración, el 20 de octubre, de la Jornada Mundial de las Misiones. El objetivo de este mes misionero, como se lee en la carta del Papa Francisco con ocasión del centenario de la promulgación de la , es "retomar con un nuevo impulso la transformación misionera de la vida y de la pastoral". “Todos los fieles lleven en su corazón el anuncio del Evangelio y la conversión misionera y evangelizadora de las propias comunidades”.
Con ocasión de este Mes Misionero Extraordinario, Pope entrevistó al obispo de la diócesis de Nacala, Mozambique y presidente de Caritas en este país, Monseñor Alberto Vera Aréjula. Ante nuestros micrófonos, el prelado relató cuál fue el camino que lo llevó a África:
R.- Personalmente es una historia muy curiosa. Yo pertenezco a la orden de Nuestra Señora de la Merced, soy mercedario. Estamos cumpliendo los 801 años de fundación. Y en el Capítulo de 1997, nuestra provincia de Aragón de España, la provincia madre, se planteó: "En el año 2000 vamos a tener el año de la redención", que es lo que nosotros como mercedarios podríamos ofrecer también a la Iglesia como institución. Algunos hermanos mercedarios habían escrito a la provincia diciendo que los mercedarios también estuvieran presentes en Mozambique. Entonces, el Padre General nos animó y nos dijo: "¿Por qué no forman una comunidad en Mozambique?". Y en ese mismo año, el ’97, el padre provincial me preguntó si estaría dispuesto a ir a África, a Mozambique, a fundar una comunidad, y yo le dije: "Bueno, yo estoy dispuesto a ir donde el Señor me mande". Esa fue la historia de nuestra llegada aquí a Mozambique.
En 1999 vine a Mozambique con el padre provincial a una visita. El cardenal Alexandre José María Dos Santos nos había invitado a Maputo y visitamos varias parroquias, donde se encontraban también tres prisiones: la prisión central, con 3 mil presos, una prisión de alta seguridad con 800 y finalmente, una prisión de mujeres, dentro del territorio de una parroquia periférica, con más de 100 mil habitantes. Y pensamos que nos gustaría vivir allí mismo. Y en el año 2000, en enero, llegamos Mozambique. Tuvimos unos meses de adaptación, conocí a otro religioso de la comunidad y comenzamos el trabajo misionero. Yo antes había trabajado también como misionero nueve años en Guatemala. Como comenzaron a surgir vocaciones y ordenaciones de mercedarios de Mozambique, decidimos fundar la segunda comunidad. También fui enviado a fundar otra comunidad en la diócesis de Xai Xai, en el 2013. Allí, después de dos años de haber fundado la comunidad, me nombraron obispo auxiliar. Y el año pasado me nombraron obispo titular de la diócesis de Nacala.
P.- ¿Cómo se encarna su trabajo pastoral en esa cultura?
La primera comunidad a donde llegamos, era uno de los barrios más peligrosos de Mozambique, la periferia de Maputo y Nacala. Entonces comenzamos nuestro trabajo, en primer lugar, conociendo bien la realidad. Vimos que los jóvenes terminaban su etapa primaria y ya no podían continuar sus estudios, la mayoría no tenían trabajo, entonces su alternativa era la delincuencia. Comenzamos a trabajar en las misiones como capellanes, en las tres prisiones de la parroquia y al mismo tiempo implicando a muchos laicos de la propia parroquia, con el tiempo también de tres parroquias vecinas y después de toda la arquidiócesis de Maputo. Al mismo tiempo decidimos que era necesario construir una escuela secundaria. Hoy esa escuela tiene 2.400 alumnos. Y esa escuela fue el motor, dentro de la parroquia, para se fuera conformando el barrio, convirtiéndose ya en ciudad. Al mismo tiempo, vimos que había muchas muertes a raíz del sida y entonces tuvimos que abrir un centro nutricional a donde acudían niños y niñas de padres que a causa de que no había asistencia de sida en ningún lugar, venían a la ciudad en busca de salud. Muchas personas venían de otras provincias y traían los niños desnutridos a este centro. El centro nutricional todavía sigue funcionando. Cada año tenemos unos 120 niños y niñas, la mayoría enviados por el hospital. El trabajo está en la línea de pastoral penitenciaria, en la línea de prevención, la escuela: entre primaria y secundaria en total son 3.600 alumnos; y en la línea de pastoral parroquial. La parroquia está dedicada a Nuestra Señora del Libramiento.
Lo mismo quisimos hacer en Xai Xai: allí la parroquia se llama parroquia de Nuestra Señora de la Merced. Una parroquia totalmente nueva, con comunidades lejanas. Ahí se está haciendo un trabajo primero con niños que vivían en la calle y ahora están viviendo en un ambiente de familia. En una casa, una señora, una madre en una familia, asume el acompañamiento de 4, 5, 6 niños. Al mismo tiempo, comenzamos un trabajo en un barrio después de las inundaciones del 2013, proporcionando ayuda, agua, les dimos un sistema de abastecimiento para que las familias pudiesen tener agua potable. Y también con los niños, proporcionándoles un plato de comida antes de ir a la escuela o cuando salen de la escuela. Poco a poco, este es el trabajo que realizamos a nivel misionero. El sistema pastoral es el mismo que hay en todo Mozambique, donde el laico tiene un papel muy importante en la vida de la comunidad, a través de los distintos ministerios de animación, catequistas, comisiones de justicia y paz etc. Es el mismo en todo Mozambique. Gracias al compromiso que tienen los laicos en la Iglesia siguen creciendo nuevas comunidades. Vamos caminando como una Iglesia ministerial y es una bella experiencia.
P.- ¿Cómo se han preparado para este Mes Misionero extraordinario?
De hecho para el Mes Misionero Extraordinario en las diócesis comenzamos a prepararnos desde inicios del 2019. Un equipo ha ido animando a todas las parroquias, hemos hecho un guion con la finalidad de tener al menos subsidios para orar, para todo tipo de acción directa que se pueda implementar. En Cuaresma hemos reflexionado acerca del sacrificio, del sentido de la entrega, para poder servir mejor cristianamente y socialmente. Mientras que en Pascua nuestra reflexión se centró en la vocación misionera, que tenemos todos: religiosos y laicos. En esta época estamos en la etapa de la oración y la entrega, el compartir. Hay reflexión, oraciones y al mismo tiempo práctica, convidar a vivir esa práctica.
Para el mes de octubre vamos a tener dos acontecimientos: el domingo 27 de octubre, un encuentro diocesano de todas parroquias, 25 parroquias; el sábado en Nacala, estarán en una vigilia en las tres parroquias que hay y, al día siguiente, domingo, la ordenación de 8 diáconos diocesanos para la diócesis de Nacala. Serán dos celebraciones de mucha alegría. Va a ser la primera vez que se da la ordenación de 8 diáconos diocesanos en Mozambique. Al mismo tiempo, durante estos domingos, se está viviendo este tema: la evangelización inicial, profundizando en las parroquias con momentos de reflexión, oración y de compartir cómo estamos viviendo nuestra misión todos. Bautizados y enviados, una iglesia en misión.
P.- ¿La visita del Papa Francisco ha dado nuevo impulso a la misión en África?
Pienso que sí. Ha sido una visita de lo más sencillo posible que uno se puede imaginar.
El Papa ha dejado un mensaje de resonancia muy fuerte de vida cristiana, de elección. Cuando entramos en las diócesis vivimos una realidad muy compleja, tenemos que ser capaces de afrontar esa realidad difícil, aunque nos duela, porque hay violencia, hay mucha pobreza, pero al mismo tiempo, es el punto de arranque, de partida desde el cual tenemos que crecer humanamente, socialmente, económicamente, políticamente.
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