Card. Hummes: necesario nuevo modelo de desarrollo para Amazonía
Ciudad del Vaticano
Nuevos modelos de desarrollo para detener a los depredadores del bosque
(Cinisello Balsamo, Edizioni San Paolo, 2019, p. 158), escrito por el Cardenal Claudio Hummes, presidente de la Red Eclesial Panamazónica. A continuación reproducimos un fragmento.
Visión colonialista del Amazonas
La selva amazónica está concebida en términos de una inmensa reserva que puede ser explotada por industrias de todo tipo: procesamiento de madera, pesca, minería, investigación de piedras preciosas, cría intensiva, monocultivos para la exportación (soja, maíz, algodón, etc.); y, por parte del gobierno, grandes proyectos para la producción de electricidad (hidroeléctrica) y muchas otras cosas.
Con la deforestación y la contaminación, se pierde la inmensa, rica y compleja biodiversidad de este entorno vital. Simultáneamente y como consecuencia directa de estas acciones, miles de indígenas se ven obligados a emigrar a las ciudades, porque han perdido la posibilidad de vivir en áreas forestales devastadas. Una vez que llegan a las ciudades, la gran mayoría de ellos terminan en los suburbios, reducidos a la pobreza, a menudo presa del alcoholismo, en un estado de abandono total. Por lo tanto, se descartan, se tiran a la basura, en nombre del progreso.
Paradigma tecnocrático no lleva al desarrollo
Este modelo de desarrollo depredador es la expresión del "paradigma tecnocrático" denunciado en Laudato si': "En este paradigma destaca una concepción del sujeto que progresivamente, en el proceso lógico-racional, comprende y de esta manera posee el objeto que encuentra fuera. Este tema se expresa en el establecimiento del método científico con su experimentación, que ya es explícitamente una técnica de posesión, dominación y transformación. Es como si el sujeto se enfrentara a una realidad informe totalmente disponible para su manipulación" (n. 106).
Formular nuevos modelos de desarrollo
El Sínodo para la Amazonía se enfrentará al reto de formular y promover nuevos modelos de desarrollo. Es evidente que la Iglesia como tal no tiene competencia para formular tales modelos, pero ciertamente es capaz de denunciar los males que el modelo actual causa, puede indicar principios que arrojan luz sobre la formulación de nuevos modelos y pueden estimular su aplicación y funcionamiento.
Modelo socioambiental
"El modelo socioambiental parte de un principio básico: la articulación entre biodiversidad y sociodiversidad. En otras palabras, concilia el desarrollo y la protección del medio ambiente. Está concebido en función y para el beneficio de los pueblos del bosque, que tienen cientos de años de experiencia y conocimiento, para manejar los recursos forestales sin producir un impacto que a la larga se vuelve suicida" (Felicio Pontes jr., Povos da floresta, páginas 82-83).
El modelo actual de depredación está bien descrito por el Papa Francisco, cuando denuncia "a los que tienen sus maletas listas para partir, después de haber explotado todo lo que han podido explotar" (Discurso a los obispos brasileños, Río de Janeiro, 2013). El Papa dijo que la Iglesia no está en la Amazonía como los que se han enriquecido con la devastación de la Amazonía y, después de haberla explotado, se van a otra parte quitando las riquezas acumuladas, dejando tras de sí un rastro de destrucción y nada para la población del territorio. El modelo socioambiental debe ser "un modelo de redistribución del ingreso, porque favorece la forma colectiva de uso de la tierra, como reservas minerales, tierras indígenas, territorios administrados en forma de quilombos y proyectos de desarrollo sostenible". Este es, sin embargo, el modelo de pueblos que consideran que el "desarrollo" es exactamente lo que ya poseen: agua limpia y bosque protegido" (Felicio Pontes jr., ibidem, pág. 83).
Una cosa es cierta: si el actual modelo de desarrollo de la Amazonia persiste, toda la región terminará siendo destruida, con todas las consecuencias desastrosas previsibles.
América Latina llama a actuar en defensa de la Amazonía
Los obispos mexicanos en un mensaje de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social, hecho público el 23 de agosto afirman: “Nos preocupa la vida de las comunidades que tejen su historia en esos territorios que han habitado desde tiempos antiguos. Ahí están sus ancestros, ahí moran en el descanso de Dios, en estos territorios se han construido como comunidad, han crecido como seres humanos, han realizado su experiencia de Dios, han construido comunidad y han constituido sus procesos organizativos. Ahí han vivido en armonía con todo lo que habita”.
En el comunicado hacen un llamado: “Es urgente que en el consenso de las naciones se tomen decisiones que corrijan las actitudes egoístas y destructivas emergidas del modelo económico tecnocrático, pero que también cada uno de los habitantes de esta Casa Común asumamos con seriedad compromisos y prácticas que protejan el Medio Ambiente”.
donde afirma: “Solicitamos encarecidamente a los gobiernos responsables de los países amazónicos, que custodien la “herencia gratuita que recibimos para proteger […] el espacio precioso de la convivencia humana” y la responsabilidad compartida “para el bien de todos” (DAp. 471). Les pedimos unir esfuerzos, realizar los acercamientos necesarios para actuar prontamente ante esta emergencia ambiental que reclama la solidaridad de todas/os. Invitamos a toda la Vida Consagrada a unirnos en oración y a manifestarnos en las diversas marchas y actos que se están organizando en los diversos países en defensa de nuestro territorio Amazónico”.
llama a que se tomen acciones para salvar esta región tan importante: “Creemos, al igual que las autoridades del CELAM, que la unidad y solidaridad de los gobiernos de países amazónicos “especialmente de Brasil y Bolivia, Naciones Unidas y la comunidad internacional” deben tomar medidas urgentes para salvar al pulmón del mundo.
“Lo que le pasa al Amazonas no es un asunto solo local sino de alcance global. Si el Amazonas sufre, el mundo sufre”. El Municipio de Bahía Negra es la zona más afectada en la Amazonía paraguaya, donde hasta ayer el fuego había consumido más de 40,000 hectáreas de bosque y pastizales.
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