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Card. Barreto: Sínodo de la Amazonía y Derechos Humanos

Sínodo sobre la Amazonía: en un artículo publicado en la revista "La Civiltà Cattolica", el cardenal peruano Pedro Ricardo Barreto profundiza sobre la diversidad de las comunidades y estados de la región panamazónica, así como sus pueblos y los derechos humanos.

Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano

Con vistas al Sínodo sobre la Amazonía que se llevará a cabo en Roma del 6 al 27 de octubre, el card. Pedro Ricardo Barreto, arzobispo de Huancayo y vice presidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), ha escrito un artículo, publicado en la revista La Civiltà Cattolica,  en el que parte de las premisas fundamentales del diálogo y la búsqueda del bien común como ejes centrales de este encuentro sinodal que quiere contribuir a la construcción de nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral.

El purpurado inicia su texto recordando las palabras del Papa Francisco a los pueblos indígenas con los que se encontró en la Amazonía en 2018: "La Iglesia no es ajena a vuestros problemas ni a vuestras vidas, no quiere ser ajena a vuestro modo de vivir y de organizar. Necesitamos que los pueblos originarios den forma cultural a las Iglesias locales amazónicas".

Objetivo del Sínodo

En este contexto, Su Eminencia señala que el objetivo del Sínodo es crear las condiciones que permitan a los pueblos que viven en el vasto e importante territorio amazónico vivir con dignidad y mirar al futuro con confianza, siempre en el marco del respeto mutuo y el reconocimiento de las responsabilidades diferenciadas y complementarias que corresponden a los actores sociales, políticos y religiosos.

"El Sínodo para la Amazonia y más ampliamente, la misión de la Iglesia en este territorio son, de hecho, expresiones de un acompañamiento significativo a la vida cotidiana de los pueblos y comunidades que viven allí", escribe el purpurado haciendo hincapié en que la presencia de la Iglesia no puede considerarse en modo alguno una amenaza para la estabilidad o la soberanía de los países individuales. Por el contrario, es, en realidad, un prisma que permite identificar los puntos frágiles de la respuesta de los Estados y de las sociedades como tales ante situaciones de urgencia respecto de las cuales, independientemente de la Iglesia, existen deudas concretas e históricas que no pueden ser eludidas.

Respetar la identidad de los pueblos y proteger sus ecosistemas

Por otra parte, el Arzobispo metropolitano de Huancayo subraya que este Sínodo supone "la oportunidad de examinar la identidad de estos pueblos y su capacidad de proteger estos ecosistemas de acuerdo con su forma cultural específica y su cosmovisión puede permitir a nuestras sociedades no amazónicas crear las condiciones adecuadas para apreciarlos, respetarlos y aprender de ellos".

Tal como se lee en el escrito "en este momento de singular importancia en el que el Papa convocó el Sínodo Especial, podemos decir que el Documento de Trabajo, presentado el 17 de junio, es una expresión de la voz del pueblo de Dios. De hecho, se ha llevado a cabo un amplio proceso de escucha directa del territorio para ampliar la participación de los miembros de las poblaciones locales y de los pueblos de la Iglesia, a través de asambleas, foros temáticos y debates, llegando a más de 87.000 personas (22.000 en eventos organizados por la Red eclesial panamazónica[Repam] y cerca de 65.000 en las etapas preparatorias) de los nueve países que componen este territorio. Por lo tanto, el documento expresa en gran medida los sentimientos y deseos de muchos representantes del pueblo amazónico".

"Se trata de una experiencia sin precedentes para un Sínodo especial- expresa el cardenal- y por tanto, sin perder de vista que se trata de un acontecimiento eminentemente eclesial, es un buen indicador de lo que está sucediendo en este territorio. Creemos que la expresión de esta riqueza puede aportar, más allá de cualquier posición sospechosa, elementos para una mejor comprensión de una realidad que clama".

Situación de vulnerabilidad e importancia de la región

Un hecho evidente es que las dimensiones geográficas y culturales de esta región, convierten a la realidad que la circunda, por un lado en enormemente rica, pero al mismo tiempo en enormemente compleja:

La cuenca amazónica ha sido una región históricamente concebida como un espacio para ser ocupado y dividido de acuerdo a intereses externos; de hecho, en un principio fue considerado un territorio desocupado. Cuando se descubrieron sus recursos naturales, comenzó a ser considerada una región de gran interés. Sin embargo, el cardenal explica que su imagen se asocia a una concepción del atraso, de la realidad aislada de la centralidad urbana y que conserva un vacío demográfico: son connotaciones que permiten que los intereses de ciertos grupos la consideren como un territorio disponible, a pesar de que sus riquezas culturales, faunísticas y florísticas se hacen a menudo invisibles.

La superficie total de la zona es de unos 7,5 millones de kilómetros cuadrados. Está dividido en ocho países sudamericanos (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela), además del territorio de ultramar de la Guayana francesa. Representa el 43% de la superficie de América del Sur. La región amazónica alberga el 20% del agua dulce y descongelada de la Tierra. Alberga el 34% de los bosques primarios del planeta, que a su vez albergan entre el 30% y el 40% de la flora y fauna del mundo.

Se trata de un bioma, es decir, un sistema vivo, que actúa como estabilizador climático regional y global, manteniendo húmedo el aire y produciendo un tercio de las precipitaciones que alimentan a la Tierra. Tiene una gran diversidad social, ya que está habitada por unos 2.800.000 indígenas, pertenecientes a 390 pueblos, 137 de los cuales están aislados o sin contactos externos; allí se hablan 240 idiomas, pertenecientes a 49 familias lingüísticas diferentes. Sus habitantes son alrededor de 33 millones. "El Papa Francisco conoce a los pueblos amazónicos y las preguntas que formulan, y afirma: "Probablemente los pueblos originarios de la Amazonía nunca han estado tan amenazados en sus territorios como ahora", afirma Barreto.

La Iglesia en la cuenca amazónica

Por ello, Su Eminencia destaca que en el contexto de la Amazonía, la Iglesia, desde el principio, "ha salido al encuentro de las culturas, con luces y sombras. Siguiendo el mandamiento evangélico, acompaña el ritmo con el que los más pobres proceden".

"En estas realidades se percibe la vitalidad misionera de la Iglesia en la Amazonía. Esta porción del Planeta es el bioma en el que la vida se expresa en su extraordinaria diversidad como don de Dios a todos los que la habitan y a toda la humanidad. Sin embargo, es un territorio cada vez más devastado y amenazado".

Además, el purpurado explica que según la doctrina social de la Iglesia, la misión de todo cristiano se asocia a un compromiso profético con la justicia, la paz, la dignidad de todo ser humano sin distinción, y con la integridad de la creación, en respuesta a un modelo predominante de sociedad que produce exclusión, desigualdad y causa lo que el Papa Francisco ha llamado una verdadera y propia "cultura del descarte" y una "globalización de la indiferencia".

Defender a los hermanos más vulnerables

Otro de los puntos señalados por el cardenal es el hecho de que los pueblos indígenas en aislamiento voluntario (Piav) deben ser considerados con la máxima atención, debido a su alto grado de vulnerabilidad, su condición antropológica específica y la necesidad de protegerlos de cualquier proceso que pueda resultar en una violación de sus derechos humanos.

Y en este sentido cita las palabras del Papa Francisco: "El legado de épocas pasadas les ha obligado a aislarse incluso de sus propios grupos étnicos, comenzando una historia de encarcelamiento en los lugares más inaccesibles del bosque para vivir en libertad. Continúa defendiendo a estos hermanos más vulnerables. Su presencia nos recuerda que no podemos deshacernos de los bienes comunes al ritmo de la codicia y el consumo"f.

"La necesidad de protegerlos es una exigencia ética fundamental, que para la Iglesia se traduce en un imperativo moral coherente con la perspectiva de la ecología integral propuesta por el Papa Francisco en el Laudato si", añade Barreto.

Hagamos nuestro el desafío

Como Iglesia, siguiendo los llamados del Pontífice y deseando la comunión con y en las sociedades en las que vivimos, queremos vivir una "cultura del encuentro" en la Amazonía con los pueblos indígenas, con las comunidades que habitan a orillas de los ríos, los afrodescendientes, los pequeños campesinos, los habitantes de las ciudades, las comunidades de fe, y un diálogo respetuoso y constructivo con otras religiones y entidades políticas y sociales.

Con este espíritu- concluye el cardenal- los representantes oficiales de la Santa Sede y de la REPAM acompañan a los miembros de los pueblos y comunidades de la Amazonía en los diversos ámbitos internacionales y regionales del sistema de las Naciones Unidas, para que puedan presentar las situaciones particulares que les conciernen.

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18 julio 2019, 11:00