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Amedeo Lomonaco - Ciudad del Vaticano

Es el 21 de abril y Sri Lanka es sacudida por una serie de ataques terroristas. El día de Pascua, fue sobre todo la comunidad cristiana la que fue golpeada: la primera explosión devastó el santuario de San Antonio. Inmediatamente después de conocer la trágica noticia, el Arzobispo de Colombo, Cardenal Malcom Ranjith, se dirigió al lugar del atentado. Entrevistado por Pope, el cardenal recuerda esa dramática escena:

R. - Dentro todo estaba destruido, había cadáveres en el suelo, gente gritando de dolor. Había gente que pedía ayuda para ser llevada al hospital. Y había gente tratando de ayudar. Una escena terrible y dolorosa, una escena que nos recuerda el sufrimiento humano.

Han pasado tres meses desde aquella trágica situación, pero lo que sucedió está todavía envuelto en misterio....

R. - Es cierto, porque no se ha hecho un esfuerzo sincero para descubrir realmente quiénes fueron los responsables de estos atentados, qué fuerza había detrás de los que se suicidaron. De hecho, aunque al principio el gobierno tenía suficientes pistas que indicaban la posibilidad de ataques, no se tomaron medidas de precaución lo suficientemente fuertes. Por eso hemos vivido esta situación verdaderamente dramática.

Una situación dramática también debido a la falta de cooperación de las fuerzas de seguridad. Como usted ha dicho en varias ocasiones, también hay que subrayar que todos están intentando echar la culpa a los demás. Hay un intento de ocultar los hechos...

R. - Sí, eso es cierto. El gobierno, tras la última guerra entre las fuerzas tamiles y el ejército de Sri Lanka, había creado un departamento de seguridad que también podía recopilar información. Pero después de la guerra, debido a la presión internacional y a muchas críticas, el nuevo ejecutivo prácticamente desmanteló todo el aparato de inteligencia militar. Y cayó el escepticismo sobre el trabajo relacionado con la seguridad. En esta atmósfera, el éxito de un atentado era más probable, precisamente porque no había bases para un mejor control. Entonces el gobierno desmanteló este aparato. Y luego, cuando se dieron las alarmas, estas se olvidaron por completo y se dejaron de lado.

Usted estuvo recientemente en el Vaticano y le mostró al Papa Francisco las terribles imágenes de los atentados del 21 de abril. ¿Cuáles fueron las reacciones del Papa?

R. - Empezamos a llorar, las lágrimas cayeron porque las emociones no se podían ser controlar.... Vimos esas terribles escenas de asesinatos, con cadáveres por todas partes. Y el Santo Padre se quedó muy conmocionado por esta cosa.

Su Eminencia, ¿tiene miedo por su pueblo, por los cristianos de Sri Lanka? ¿Teme que el horror de los atentados pueda repetirse?

R. - Siempre hay cierto temor, aunque en estos tres meses no hayamos tenido accidentes graves. Personas sospechosas han sido encontradas en varios lugares. Por eso nuestra gente, y nosotros también, vivimos con una sensación de inseguridad y de miedo.