Beatificación Madre Carmen. Card. Becciu: dejar que Dios hable en nosotros
Roberta Barbi – Ciudad del Vaticano
Este sábado 22 de junio, en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena de Madrid a las once de la mañana, se celebra la Beatificación de María Carmen Lacaba Andía y 13 compañeras mártires, religiosas profesas de la Orden Franciscana de la Inmaculada Concepción (†1936). En la ceremonia estará presente el representante pontificio, el Card. Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Los micrófonos de Pope lo interceptaron antes de su viaje a España, para dialogar, precisamente, de estas nuevas 14 futuras beatas de la Iglesia española:
Eminencia, con las 14 monjas franciscanas concepcionistas martirizadas y beatificadas en Madrid, volvemos a hablar de la persecución anticristiana que tuvo lugar durante la Guerra Civil española. ¿Puedes enmarcar este contexto para nosotros?
R. - Estamos en el caso de 14 monjas que murieron como mártires. El contexto es el conocido de la guerra civil en España de 1936-1939, donde además de las razones políticas se desató el odio anticristiano hasta el punto que podemos considerarlo como una de las peores persecuciones anticatólicas sufridas por la Iglesia: incluso respondía a un plan de descristianización total de España. Recordemos que en ese contexto tuvo lugar la persecusión en México, así como en Rusia, de donde derivó toda la matriz atea y anticristiana dictada por los postulados del comunismo. Estamos en este contexto. Estas monjas fueron asesinadas "en odio a la fe".
Estas monjas no fueron asesinadas todas juntas, sino a distancia de algunos meses más tarde, confirmando precisamente una escalada de violencia en la España de entonces, que no se detuvo ni siquiera delante de una monja - la hermana Asunción Monedero, entre las 14 nuevas beatas - que era muy anciana y estaba en silla de ruedas. ¿Cómo se puede explicar todo esto? ¿Qué había en los corazones de esos hombres?
R. - Es difícil de explicar. Notamos, de hecho, que en este grupo de monjas había veinteañeras, además de ancianas y, en particular, esta hermana Monedero, que fue asesinada junto con las demás. Creo que incluso estaba en una silla de ruedas. Estas hermanas eran un grupo de 14: diez pertenecían al Monasterio de Las Rozas, dos a El Pardo y otras dos al Monasterio de Escalona. Fueron arrestadas y fusiladas entre el 23 de agosto y el 8 de noviembre. Así que no todas juntos, sino en grupos. ¿Cómo explicarlo? Es difícil. Por un lado vemos la inocencia, la mansedumbre de estas personas que se dejan matar y expresan palabras de perdón y por otro lado la ferocidad del hombre que no tiene piedad ni siquiera de los pobres ancianos, de las pobres mujeres desarmadas. Al final, ¿qué podemos decir? El corazón es un misterio. No es posible que existan antípodas tan marcadas: por un lado, la mansedumbre y, por otro, una ferocidad inaudita.
La figura, quizás más conocida, entre estas monjas fue la de María Carmen Lacaba Andia, nacida Isabel, superiora del monasterio de Madrid, muy querida por las novicias que guiaba. Su enseñanza principal era poner la práctica de la oración en el centro. La muerte de los mártires se caracteriza por la petición de perdón para sus asesinos, precisamente a través de la oración. ¿Cómo se relacionan estos dos elementos de la vida y muerte de la Madre María Carmen?
R. - La Madre María Carmen era la abadesa del monasterio de El Pardo. Tenía 54 años y una de sus compañeras la describe como dulce y afable, muy aficionada a la oración. Siempre parecía vivir la presencia divina: así lo atestigua una de sus hermanas. Pudieron perdonar como Jesús mismo perdonó a sus verdugos, pidiendo al Padre "perdónalos porque no saben lo que están haciendo", casi disculpándolos. Aquí Jesús nos invita a tener un corazón grande, no es fácil. El perdón no es fácil, pero Jesús ha perdonado y en la historia del cristianismo tenemos muchos, muchos que han sido capaces de perdonar y que perdonan. Es una gracia de Dios. El corazón humano está dispuesto a reaccionar, no a saber cómo poner la otra mejilla, como nos recuerda el Evangelio. El sentido de contraatacar, el sentido de venganza es un fuerte instinto en el hombre. Sólo los que responden al mal con el mal, los que responden a la ofensa con venganza, producen destrucción, odio; en cambio los que aceptan y perdonan crean vida y hacen olvidar los momentos oscuros de la existencia de los individuos y de la historia. Quien perdona, gana.
La Madre Carmen solía decir: "El silencio con las personas regala tiempo para hablar con Dios". ¿Qué significa esto?
R. - Nos ayuda a comprender bien la oración. Recordemos que el mismo Jesús nos dijo: "No digan tantas palabras. El Padre sabe lo que necesitas. Más bien, di "Padre nuestro", o busca primero el reino de Dios y el resto te será dado. La oración, aquí, se entiende como debe entenderse: no es un pedir, pedir, pedir... También existe este momento, porque el Señor quiere que confiemos en Él. Como niños debemos exponer nuestras necesidades, nuestras exigencias, nuestros sufrimientos y pedirle a Él, pero la oración es ante todo dejar que Dios hable en nosotros. Y el silencio es una relación profunda con Dios, es una verdadera comunión con Dios, donde Dios se hace oír y lo hace en silencio. Si tú hablas, hablas tú. Por lo tanto, la oración no es algo que se pueda hacer rápidamente; significa darle espacio, el espacio justo para que Dios pueda hablar en tu corazón.
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