Hoy hace 39 a?os fue asesinado Mons. Romero
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
Entre las actividades que realizó la Iglesia ayer sábado en la vigilia de este aniversario y reviviendo su última homilía en 1979, la capilla en la que fue asesinado celebró una Misa de Acción de Gracias.
También el arzobispo de San Salvador, Mons. José Luis Escobar Alas, ofició una misa en Catedral Metropolitana en memoria de San Romero, en la que agradeció al papa Francisco que haya santificado a San Romero. La misa fue precedida por una concentración de creyentes que en procesión partieron desde la plaza del Salvador del Mundo, con destino a Catedral Metropolitana. A la convocatoria asistieron fieles llegados no sólo de todo el país, sino también de Nicaragua, Honduras e Italia.
Una fiesta en la vigilia de su aniversario
Con cantos los salvadoreños y extranjeros participaron el sábado en una peregrinación para recordar 39 años del asesinato de monseñor Óscar Arnulfo Romero.
La colorida peregrinación, acompañada de carteles con el rostro de Romero y frases célebres pronunciadas por el arzobispo mártir, salió de la Plaza Salvador del Mundo y recorrió casi 10 kilómetros hasta llegar a la catedral metropolitana en el centro histórico de la capital salvadoreña, donde se encuentra la tumba del llamado “San Romero de América”.
Los jóvenes y su legado
“A monseñor Romero lo mataron por su palabra, por defender a los más indefensos, a los pobres”, dijo a una agencia de noticias, Atilio Martínez, que a sus 20 años dice que aprendió a “conocer a Romero por lo que me contaron mis padres”.
“La juventud ya entendió quién fue monseñor Romero y eso es una garantía para el futuro, jóvenes que va a caminar con esa luz de Romero”, dijo por su parte el cardenal Gregorio Rosa Chávez.
Su historia y la de El Salvador
Después de un largo proceso, el papa Francisco decretó que Romero fue asesinado por odio a la fe y aprobó una declaración de martirio. El pontífice lo canonizó en el Vaticano en octubre de 2018.
Monseñor Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por un escuadrón de la muerte, mientras oficiaba una misa en la capilla del hospital de la Divina Providencia en la colonia Miramonte, en San Salvador, un hospital para enfermos de cáncer terminal.
Llamado también “la voz de los sin voz” por abogar por los más pobres e indefensos durante la década de 1970, fue asesinado por un francotirador con un disparo al corazón cuando oficiaba misa. Unos días antes había pedido a los militares en una homilía que “en nombre de Dios y de este sufrido pueblo cesaran la represión”.
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