Impresiones de Andrea Monda sobre la Conferencia de Prensa en el avi¨®n
De Andrea Monda ¨C Ciudad del Vaticano
Hablando de la misión, el Papa Francisco abrió la rueda de prensa en el vuelo que lo lleva a casa después de los cinco días de la JMJ en Panamá, habla de la misión que fue el último tema (mejor: la belleza de tener una misión) por él abordado en el encuentro final con los jóvenes voluntarios en el Estadio Rommell Fernández: "Mi misión en una Jornada de la Juventud es la misión de Pedro, es decir, confirmar en la fe y esto no con mandatos "fríos" o preceptivos, sino dejándome tocar el corazón y respondiendo a lo que le sucede. Yo lo vivo de esa manera, me cuesta pensar que alguien pueda hacer una misión sólo con su cabeza. Para realizar una misión se necesita sentir, y cuando sientes te sacude. Te sacude la vida, te sacuden los problemas.
En el aeropuerto estaba despidiendo al Presidente y trajeron a un niño de color, amable y muy joven, y me han dicho: "Mire, este niño estaba cruzando la frontera de Colombia, su madre está muerta, se ha quedado solo. Tiene cinco años. Viene de África, pero todavía no sabemos de qué país porque no habla inglés, ni portugués, ni francés. Solamente habla el idioma de su tribu. Lo hemos adoptado un poco nosotros¡±. El drama de un niño abandonado por la vida, porque su madre ha muerto y un policía lo ha entregado a las autoridades para que se hagan cargo. Esto te afecta, y entonces la misión comienza a tomar color, te hace decir algo, te hace acariciar. La misión siempre te involucra. Al menos a mí me involucra. No puedo hacer balance de la misión. Yo con todo esto voy ante el Señor para orar, a veces me duermo ante el Señor, pero trayendo todas estas cosas que he vivido en la misión y le pido que Él confirme la fe a través de mí. Así es como trato de vivir la misión del Papa y cómo la vivo".
A aquellos que le preguntan si la JMJ ha cumplido con sus expectativas, el Papa responde rápidamente: "Sí, el termómetro es el cansancio y yo estoy destrozado".
El Papa está cansado, se ve, pero no se detiene, enfrenta el último esfuerzo de la Conferencia de Prensa sonriendo, respondiendo con el corazón abierto a las preguntas más "astutas" y los periodistas aprecian la conversación con un aplauso final espontáneo y cálido.
Muchas preguntas, muchos temas tratados: desde la educación sexual hasta el celibato de los sacerdotes, desde el abandono de la Iglesia por parte de los jóvenes, desde el aborto hasta el tema de los abusos, desde la crisis de Venezuela hasta el tema de los migrantes. Grandes temas, desafiantes a los que el Papa no escapa incluso cuando, como en el caso del celibato sacerdotal, después de haber expuesto su convicción personal, responde que en un tema tan complejo todavía es necesario pensar y sobre todo orar ("sobre esto he rezado aún lo suficiente"), porque la suya no es la opinión de un experto que quizás tenga la solución para cada problema, pero es la palabra de un hombre de fe.
Hombre de fe, hombre de paz: así es como lo llama un gran cartel que lo ha acompañado a través de las calles de Panamá: "La comunidad islámica da la bienvenida al Papa Francisco, un hombre de fe". Un saludo que parece ser un renacimiento y un adiós al próximo viaje, el próximo domingo, a los Emiratos Árabes Unidos, un evento con un significado histórico que ve por primera vez a un sucesor de Pedro en la península arábica. Es hermoso y reconfortante descubrir por los organizadores que la comunidad islámica no se detuvo en el saludo sino que, junto a la comunidad judía, ha predispuesto la acogida en sus hogares de cientos de jóvenes que llegaron a Panamá para la JMJ.
Cinco días que han dado gran alegría al Papa que al final de la conferencia vuelve a hablar de Panamá con palabras firmes y sinceras: "Me gustaría decir una cosa sobre Panamá: he sentido un sentimiento nuevo, me ha venido esta palabra: Panamá es una nación noble. He encontrado nobleza. Y luego me gustaría decir otra cosa que dije cuando regresé de Colombia: algo que nosotros en Europa no vemos y que he visto aquí en Panamá. Levantan a sus hijos y te dicen: esta es mi victoria, este es mi orgullo, este es mi futuro. En el invierno demográfico que estamos viviendo en Europa, especialmente en Italia, esto debe hacernos pensar. ¿Cuál es nuestro orgullo? ¿El turismo, las vacaciones, la villa, el perro o el hijo?.
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