El Papa: El Adviento es propicio para purificar el espíritu y hacer crecer la fe
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
El tiempo de Adviento tiene “tres dimensiones”: pasado, presente y futuro. En su homilía Francisco recordó que este tiempo es propicio “para purificar el espíritu, para hacer crecer la fe con esta purificación”.
El Papa Bergoglio subrayó que la primera dimensión del Adviento es el pasado, “la purificación de la memoria”. De ahí que haya afirmado: “Recordar bien que no ha nacido el árbol de Navidad”, que ciertamente es un lindo “signo”, pero recordar que “ha nacido Jesucristo”.
Que la Navidad no sea mundana
Ha nacido el Señor, ha nacido el Redentor que ha venido a salvarnos. Sí, la fiesta… nosotros siempre corremos peligro, tendremos siempre en nosotros la tentación de mundanizar la Navidad, mundanizarla… cuando la fiesta deja de ser contemplación – una bella fiesta de familia con Jesús en el centro – y comienza a ser fiesta mundana: hacer las compras, los regalos y esto y aquello… y el Señor permanece allí, olvidado. También en nuestra vida: sí, ha nacido, en Belén, pero… Y el Adviento es para purificar la memoria de aquel tiempo pasado, de aquella dimensión.
Purificar la esperanza
Por último, el Papa Francisco invitó a todos a cultivar la dimensión cotidiana de la fe, no obstante las preocupaciones y los tantos trabajos excesivos, custodiando la propia “casa interior”. Sí, porque en efecto, nuestro Dios, es el “Dios de las sorpresas” y los cristianos deberían vislumbrar cada día los signos del Padre Celestial, lo que nos dice hoy.
Y la tercera dimensión es más cotidiana: purificar la vigilancia. Vigilancia y oración son dos palabras para el Adviento; porque el Señor que se ha encarnado en la Historia en Belén; vendrá, al final del mundo y también al final de la vida de cada uno de nosotros. Pero viene cada día, en cada momento, en nuestro corazón, con la inspiración del Espíritu Santo.
Un video especial
Un 27 de noviembre de 1977 el entonces arzobispo de San Salvador, Mons. Oscar Romero, recordaba que en este periodo de adviento, el sacerdote viste ornamentos morados, señales de un llamamiento a penitencia para prepararnos a la venida del Señor.
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